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Compasión

Un nuevo día dio inicio, tras una semana de que la orden del rey Masato fue informada a sus hijos. Kioshi y Alei estaban preparados, y las pocas tropas que habían llevado con ellos también lo estaban.

Kioshi

—Bien, ustedes vienen conmigo.— ordenó Alei, señalando al pequeño grupo de hombres que le acompañarían. Él mismo los escogió, confio en que esto saldrá bien... Tiene que salir bien.

—Yo sólo necesito a tres de ustedes.— señalé a otros tres hombres presentes, pues los demás eran meramente refuerzos en caso de un fallo en el plan. Para mi enorme disgusto, la mejor forma de hacer esto, es quedándome aquí, colaborando y dirigiendo la parte técnica del plan.

Todos los soldados contestaron en señal de afirmación. En realidad, no tenían alternativa alguna.

Ya era tarde, y el sol lastimaba la vista, pero no importa, todos los aquí presentes estamos entrenados para matar y pelear en cualquier ambiente, y esto no es nada comparado con el entrenamiento entre llamas y lava.

Mi hermano se infiltró en el castillo enemigo y yo le di paso a través de éste, encargándome de los inútiles guardias principales. Ahora mismo debe de estar haciendo una masacre con los guardias internos.

...

Mierda. Las alarmas ya empezaron a retumbar en mis oídos, es cuestión de tiempo para que alcancen a Alei, pero no es importante, si los refuerzos de este castillo son iguales a los guardias principales no hay de que preocuparme.

Sé que la princesita está sola, porque su familia está en el reino de las Hadas, y ¿Cómo sé eso? Sencillo, los guardias de aquí son fáciles de torturar, están tan acostumbrados a permanecer parados dentro de las paredes del palacio que jamás en su vida han tenido experiencia en batalla. Sacarle la sopa al imbécil que secuestré el otro día fue pan comido. Al parecer me dijo la verdad, sabía bien lo que le convenía. Digo, ¿Quién en su sano juicio elegiría una muerte dolorosa, lenta y sofocante, por sobre una muerte rápida y sin dolor?

Kaia

¿Porqué? ¿Porqué justo ahora? Los demonios han logrado entrar al palacio y yo no sé que hacer, papá y mis hermanas no están, es un alivio, porque por un lado no tengo que preocuparme por lo que pueda pasarles, pero por el otro, ¡es aterrorizante!

—Mai, ¿Segura que es por aquí?— que tonta, los nervios me hacen cuestionar a mi mejor amiga, quien conocía tal vez mejor que yo este castillo, por el cual ahora corremos, buscando los túneles secretos, construidos específicamente para este tipo de situaciones.

—Sí, pero debemos tener cuidado de no hacer ruido cuando entremos, o si no podrían oírnos a través de las paredes...— ella también estaba nerviosa, lo notaba en su voz, en su respiración y en su cuerpo, y no la culpo, el miedo nos invadió a ambas en cuanto las alarmas sonaron.

—Creo que es mejor que mueran fuera del túnel, si me lo preguntaran, preferiría que encontraran mi cuerpo en una alfombra, a que lo encuentren entre escombros y cenizas...— un hombre más alto que nosotras se interpuso entre nosotras y la entrada al túnel. No lo conozco, pero su voz es lo suficientemente grave para causarme escalofríos en el instante en que habla.

Mi cuerpo tiembla, quiero llorar del miedo que siento desde la punta de mis pies hasta la última hebra de mi cabello, pero aún así, no sé de dónde saco el valor para preguntar.— ¿Q-quién eres?...— Dios... hasta la voz me tiembla...

—¿Importa? Sólo tienes que saber que soy quien acabará con sus INÚTILES Y DESAGRADABLES VIDAS...— la sonrisa macabra en su rostro me indicó que cumpliría esa amenaza.

En secreto...      [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora