II

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Invitación








Kaia

—¡No necesito tu compasión!— rechazó mi mano, cualquier otra persona le habría reclamado con ira ese acto de rechazo después de haberle salvado la vida, pero yo no. Extrañamente me causaba tranquilidad saber que había logrado salvarlo. Sin embargo, su mirada penetrante me devolvió el terror que sentía hace unos momentos hasta el núcleo de cada uno de mis huesos, y retrocedí algunos pasos al instante.

—Pero, si no lo hacía... tú ibas a...— de nuevo me temblaba la voz. Las manos también.

—¡Si no lo hubieras hecho!... No tendría que dejarte ir...— Espera... ¿Acaso lo escuché bien? ¿Me dejará salir de aquí viva? Definitivamente el terror me está haciendo alucinar, ¿Cierto?


Alei

Si, ahora tenía que dejarla ir, porque es vida por vida. Es estúpido, lo sé, no hay necesidad de recalcarlo. Pero soy un demonio después de todo, y cuando a nosotros los demonios nos salvan la vida, la necesidad asfixiante nos quema hasta el alma hasta regresar el favor.

—¡Majestad! ¡Príncipe Alei!— los gritos de mis hombres se escuchaban desde el fondo, sabía que estaban buscándome. Kioshi debe estar preocupada.

—Váyanse de aquí, antes de que las maten...— aún en el suelo, bajé la mirada, estoy seguro que estarían sonriendo orgullosas.

Pese a que le estaba dejando huir, la princesa quería quedarse a ayudarme. ¿Está desquiciada o qué? Afortunadamente no hizo nada más porque su dama de compañía se la llevó de la mano y se echaron a correr, probablemente a esconderse.

No pasó más de un par de minutos, y a mi lado pasó corriendo a toda velocidad la niña a la que había herido en el brazo antes, ¿Cómo carajo sigue viva? Más importante, ¿Cómo podía moverse así después de eso?

Mientras me metí en mis pensamientos, la niña... Rose, me parece que se llama... Bueno, ella ya había alcanzado a las mujeres que defendió casi con su vida hace un momento. Esa pequeña es impresionante.

Mis hombres me encontraron en el suelo de rodillas, pensaron que estaba herido. Que idiotas. Después de asegurarse que estaba bien, se dedicaron a buscar rápidamente entre escombros a la princesa, no tardaron mucho, pues sabían que la familia Real no tardaba en llegar de regreso, claro, después de que la alarma nacional llegó hasta ellos.

Ya en nuestro reino, a salvo y sin ningún hombre perdido —al menos no nuestro— padre no tardó en darme el regaño de mi vida y de paso una amenaza. Kioshi también pagó por eso, padre es más duro con ella que conmigo, porque ella es mujer. Padre dice que yo debería tratarla 5 veces peor que él, pero es mi hermana mayor, mi única hermana. Además de mi madre y ella no hay nadie más a quién quiera proteger con cada centímetro de mi alma.

(...)

Los días han pasado, se han convertido en semanas, y las semanas en meses. He escuchado que el castillo angelical se ha reconstruido por completo, puesto que el incendio que iniciamos ahí no había destruido más que unas pocas zonas, y el fuego fue extinguido tan rápido como nos fuimos.

Pero aún hay algo que no saco de mi cabeza.

»¡Sí, es cierto! ¡Mis padres sólo quieren exterminar a los tuyos! ¡Pero yo no!«

La escena me confundía. No parecía estar mintiendo, su mirada era segura, su voz ya no temblaba en ese momento, me salvó. Aún así no soy de confiar en alguien que apenas conozco. Ni siquiera confío en los que conozco, sólo en mi hermana y madre.

En secreto...      [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora