XXIII

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Guerrera solitaria




Kaia



— ¡MAIA! —caigo de rodillas a su lado. No está respirando... La sangre cae de su boca como si fuese una cascada y su estómago parece intentar expulsar el veneno, pero ya es tarde para eso...

Maia está muerta.

No puedo hacer nada ya, más que abrazar su cuerpo, que poco a poco pierde calor, y llorar como si no hubiera mañana, dejando caer las lágrimas sobre sus mejillas pálidas...

Escucho los murmullos de toda la gente a mí alrededor, escucho a Sally jalar a Reagan mientras él se queja. Escucho a Nule gimotear detrás de mí. Pero realmente no deseo mirar más allá del cuerpo de mi ahora difunta hermana...

— ¡Cállense, todos! ¡Cállense, ya! —Grita Padre, lleno de rabia— Anda, ya, Kaia, aléjate de esa mocosa insolente —me jala por los hombros.

— ¡¿Mocosa insolente!? —Me levanto llena de ira, alejando de un golpe sus manos de mí— ¡Está muerta por tu culpa! ¡Ella no quería casarse! ¡No estaba lista! ¡Si tan solo la hubieras escuchado!.. ¿Es que no te duele la muerte de tu propia hija? ¿Siquiera te importó cuando te dijo que no quería casarse? —Se queda atónito ante mis palabras— ¡No te atrevas a insultarla ni con el pensamiento, Padre! ¡Ella lo intentó! Intentó ser lo que tú deseabas que fuera, no lo logró, y ahora... —caigo de nuevo al suelo, llorando—. Ahora ya no está... —Nule sostiene mis hombros, mientras lagrimea. No puedo evitar mirar a mi padre con odio pese a las lágrimas que cubren mis ojos.

Los soldados empiezan a sacar a la gente del castillo. Un par de ellos se acercan unos minutos después, cargando un ataúd entre ambos. Me aferro a la mano derecha de Maia lo más que puedo, hasta que levantan el cuerpo y ya no puedo sostener más su mano. Me quedo allí, en el suelo, pensando en todo lo que tuvo que haber pasado Maia para llegar a ese extremo...

Si tan solo hubiese sabido cuál era su idea de "huir", jamás se lo habría permitido...

Han pasado dos días desde la muerte de otra de mis hermanas... Es extraño. El castillo está muy callado. Esas dos eran quienes le daban vida a este lugar... sin ellas... ha dejado de sentirse un hogar. Solo es... un lugar que conozco, y al mismo tiempo no... Jamás me habían confundido tanto mis propios pensamientos.

— ¡Princesa Kaia! —llega una de las ex-damas de compañía de Anna, alarmada— ¡Es de suma importancia que lea este decreto que ha llegado hoy por la mañana! —me da el rollo de papel sagrado que lleva entre las manos.

Leo con atención.

— ¿¡Qué?! Los demonios han... ¿¡declarado una nueva guerra oficial?! —mis puños arrugan el papel, y ya no sé si es por estrés, por sorpresa o por ira.

—Su padre le ha mandado llamar, su Majestad. La está esperando en el salón de la Corte... —dice con temor la mujer.

—No puede ser posible —mantengo el papel entre mis manos y me dirijo hacia donde Padre, caminando rápido entre los pasillos.

Creí que Alei tenía esto bajo control, ahora mismo no creo ser capaz de concentrarme debidamente en esto. La muerte de mis hermanas aún es reciente, y sé que como futura reina este es mi deber, que debo hacer esta clase de sacrificios, pero... no puedo. Anna y Maia eran una parte fundamental de mi mundo. Ya casi no queda nada de él...

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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