Un caballo feroz

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Blitz escupió todo el café de su taza sobre su escritorio, arrojó el vaso por los aires y luego enterró el teléfono en su oído para oírlo bien. Aunque esa voz era imposible de no reconocer.

—¿Fizz?! Espera, ¿No te dije claramente que la O es muda ahora?!

Fizzarolli suspiró desde el otro lado de la línea y rodó sobre el colchón de su cama, con una expresión aburrida.

—Ah... No puedo creer que tengas el mismo estúpido número clave de caballos para tu... Negocio de asesinos o lo que mierda sea eso en lo que te ocupas. ¿Es lo que has hecho todo este tiempo después de todo?

—Eh...

Cuando Blitz empezó a recibir las miradas curiosas y extrañadas de sus empleados y su hija luego de escupir todo su café, se dio cuenta que estaba llamando la atención. No era como si Fizz fuera un secreto, pero nunca contó nada de su extraña forma de resolver sus asuntos.

Tomó la decisión más madura: estiró el cable hasta su oficina y se encerró como un adolescente que necesitaba privacidad y no ser escuchado por sus padres.

—Bueno, que tú lo recuerdes aún te hace igual de patético —le contestó con una voz igual de demandante.

Joder, era vergonzoso pero, por alguna razón, era divertido. Fizz aún recordaba algo tan estúpido como un número que los unía en su infancia. ¿Qué otra clase de cosas podría unirlos aún además de recuerdos inútiles?

Fizz sonrió desde el otro lado y, antes de volver a responderle, escuchó que su pareja abría la puerta de su habitación y volvía a entrar. El gesto lo tomó por sorpresa, lo asustó tanto que hizo que escondiera el celular por detrás de su espalda y colocara una sonrisa nerviosa, una clara evidencia de que escondía algo.

—Cariño, olvidé mi maleta Vuxxi cerca del corredor. ¿La tienes a mano? —preguntó Ozzie al entrar, observó la mesa y la maleta allí, luego contempló a su novio y parpadeó un par de veces, haciendo la siguiente pregunta con bastante ingenuidad— ¿Con quién hablas?

—CON NADIE —se escandalizó Fizz al instante. Estiró sus brazos, tomó la maleta y la empujó contra el pecho del pecado. Lo hizo retroceder y, en esos breves segundos de distracción, susurró un par de palabras en el celular que estaba sobre las sábanas.

—Envíame mensaje al número registrado —cortó la llamada con un rodillazo de una de sus piernas. Al final, se estiró hacia Ozzie y lo envolvió en un abrazo para darle pequeños besos en todo el cuello y reírse cariñosamente junto a él.

—Juraría que hablabas con alguien, bebé —mencionó Asmodeous con una sonrisa juguetona, aceptando de todas formas todos esos besos y la ternura de su pequeño arlequín.

—Pfff, por supuesto que no. Veía videos de voxtok y ensayaba un poco —mordió suavemente su hombro y luego lo abrazó más fuerte, Ozzie lo separó por unos momentos y le besó los labios con mucho cuidado y amor.

—Okey, dulzura. Volveré lo antes posible, espérame. Esta noche no te defraudaré —mencionó el pecado tomando las pequeñas caderas de su novio y frotando su cuerpo, causando que Fizzarolli le sonría sonrojado y suspirara ante esos roces que solo lo hacían temblar de placer.

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La tarde transcurrió de forma aburrida después de que Ozzie se fue a su habitual trabajo. Al menos lo fue hasta que Blitz se dignó a mandar el primer mensaje y abrir la conversación.

"¿Tu pajarraco de verga grande no te deja enviarme mensajes o qué? ¿Por qué se siente como si te avergonzaras de mi o fuera un sucio y terrible secreto?"

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