No le importó en lo más mínimo cada obstáculo que estaba atravesando, Fizzarolli corrió por los pasillos de la mansión y esquivó a cada imp o súcubo del personal que se le atravesaba. Con sus ojos vidriosos y nublados por las lágrimas, perdió el control de sus actos y no escuchó las preguntas alborotadas de la servidumbre. Volvió a formar un puño feroz y destrozó la entrada principal, se escabulló por la madera rota y abandonó el palacio en medio de la tormenta que golpeaba de forma torrencial desde afuera.
—¡Debemos decirle al amo Asmodeus! —se dijeron los empleados del rey de la lujuria los unos a los otros al no poder hacer nada más que horrorizarse ante esa escandalosa y evidente fuga.
Fizz volvió a saltar por las rejas, y entonces empezó a correr totalmente ciego por las calles. No midió su resistencia física, tampoco su dirección, solo quería irse lo más lejos posible. No quería volver a sentirse encerrado, sentir que era controlado y que sería abandonado. Quería ser libre, quería llegar a cualquier lado en dónde pudiera dejar de sentir que su interior se estaba quemando del sufrimiento.
Corrió a pasos agigantados mientras las lágrimas que caían de sus ojos se mezclaban con las gotas de lluvia de la tormenta. Cerró sus ojos lleno de miedo, de incertidumbre, del más profundo pánico. No observó su alrededor y no se cuestionó ni por un segundo en qué clase de zonas se estaba metiendo. Necesitaba alejarse de todo y todos con absoluta urgencia para poder respirar.
Hasta que, luego de largos y eternos minutos, tropezó contra algunos residuos de basura y cayó al piso enterrandose contra el barro. Apretó sus puños contra la suciedad mojada y jadeó demasiado fuerte ante la falta de aire y el dolor de su pecho que solo se manifestaba en forma de lágrimas.
Volvió a ignorar su alrededor, se acurrucó en el suelo y se cubrió los ojos jadeando y sollozando a más no poder.
Estaba muy cerca de una fábrica residual, tal vez en la parte trasera donde grandes alcantarillas se asomaban a varios metros. Eso explicaba el barro, la basura, y lo asqueroso de todo el ambiente.
Fizzarolli controló su respiración en el suelo, trató de incorporarse con las pocas fuerzas que aún le quedaban. Se arrastró con sus prótesis hacía una pared grafiteada cercana y se refugió allí, colocando su espalda contra esta y cerrando sus ojos aún respirando hondo y agitado. Observó sus propias manos llenas de temblores, las lágrimas seguían cayendo y la lluvia seguía empapando todo su cuerpo.
Estaba solo.
No tenía a nadie más.
Sus partes robóticas eran aprueba de agua, al igual que su celular. Había una triste posibilidad. Con amargura y aún tratando de recuperar el aliento, sostuvo su celular empapado, el cual sacó de sus ropas, y se le quedó mirando. Sollozó muy afectado al darse cuenta de que no tenía a nadie más.
Llamó a Blitz, marcó su número y colocó el altavoz. Para su suerte o desgracia, atendió bastante rápido.
—¡Ahorcame un poco...! Estoy tan... cerca... Blitzy...
Fizzarolli reaccionó. Abrió sus ojos en shock y más lágrimas cayeron por sus ojos cristalinos, temblando más fuerte que antes.
¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Estaba corriendo hacia Blitz otra vez para esconderse tras su espalda como cuando eran adolescentes? El Blitz que conocía en ese momento, no era la misma persona que era su mejor amigo hacía quince años. Y obviamente tenía prioridades más importantes.
Tenía una vida formada, metas cumplidas, relaciones y círculos que no lo involucraban en lo absoluto. ¿Quién era Fizzarolli para meterse allí con toda su mierda y simplemente arruinarlo todo? ¿Qué clase de entrometido de mierda sería si solo llegaba de la nada a arruinar la paz que probablemente le había costado tanto conseguir?
Ya no había un espacio para él en la vida de Blitz. Y aquel pensamiento terminó por romper los pocos pedazos que aún trataba de mantener unidos en su corazón.
—Espera un segundo exacto, ¿Hola? —contestó Blitz al atender, dejando en pausa el orgasmo de Stolas.
Escuchó una respiración fuerte y alterada, observó el número y supo quién era.
—¿Fizz?
Pero Fizzarolli cortó la llamada y dejó caer el celular a su lado. Sus ojos se volvieron opacos y comprendió de la forma más cruel que no tenía a nadie. Se sostuvo el rostro entre sus manos y trató de contener sus sollozos, cosa que fue imposible. Correr tras Blitz, como cuando lo consideraba su salvador, su héroe... se sintió tan patético y roto.
Lo extrañaba. Por primera vez, extrañó todo lo que eran antes porque antes se sentía tan protegido por él. Tan seguro, tan incondicionalmente querido.
Su celular comenzó a sonar. Fizz levantó la mirada con sus ojos llenos de lágrimas y reconoció su aparato inerte vibrando. Torció una mueca de amargura y lo sujetó, para atender con una expresión deprimida y sin brillo.
—¿POR QUÉ ME COLGASTE? —gritó Blitz con indignación— ¡LITERALMENTE TÚ FUISTE EL QUE LLAMÓ!
—Estúpido —respondió Fizz con una voz débil y quebradiza, se secó las lágrimas y abrazó sus piernas con sus brazos y cola—. Te escuché metérsela al pajarraco y quise dejarte en paz. No te la quiero bajar con mis dramas —cerró sus ojos con resignación y quiso disimular su voz llorosa, sin embargo, no pudo hacerlo.
—No suenas nada bien... —pronunció Blitz comenzando a pensar que un asunto pesado había ocurrido— ¿Dónde estás?
—No lo sé... —le dijo Fizz aún dejando que la lluvia empapara cada parte de su cuerpo, el sonido debía escucharse por el celular—. Me escapé del palacio y me di cuenta de qué no tengo a dónde ir y tampoco tengo a nadie a quien acudir... sin Ozzie.
Sollozó al decir eso, enterró su rostro entre sus rodillas y volvió a llorar por lo jodidamente solo que estaba y ante la realidad de que no tenía nada sin Asmodeus. El dolor de la pelea lo estaba destruyendo, al igual que recordar su mirada fría e hiriente sobre él.
—Y fue estúpido llamarte, por eso corté —finalizó diciendo con una voz mucho más temblorosa que al principio.
—Espera ahí exactamente —le dijo Blitz sin dudarlo ni por medio segundo—. Voy a ir a buscarte. ¿Debes estar cerca de tu palacio, verdad? ¿Sigues en Lujuria?
No obstante, Fizzarolli se sintió mal por estar cortando una situación importante para Blitz. No quería ser una carga, no quería molestarlo con toda su mierda y que volviera a cuidarlo como si no pudiera hacerlo por si mismo. No quería que viera lo débil que seguía siendo por si solo.
—Blitz... yo no quiero que-
Unas sogas brillantes de color blanco capturaron las piernas de Fizzarolli antes de que pudiera terminar la frase. El bufón soltó el celular, observó horrorizado hacia abajo y, antes de que pudiera reaccionar, las cuerdas lo arrastraron hacia el interior de las alcantarillas hasta lo más profundo. Gritó y trató de aferrar sus dedos en la tierra mojada, pero fue inevitable. Fue capturado y no le fue posible liberarse.
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You are loving | Rebuild
Fanfiction¿Desaparecieron mis invitaciones? ¿Por qué pusiste tu corazón en cada letra cursiva? Dime por qué diablos no hay nadie aquí... Dime qué hacer para que todo se sienta mejor. Tal vez sea una broma cruel para mí. Es mi fiesta y lloraré si quiero. Llora...