Encontró la limusina en el lugar exacto dónde el principe le indicó. Estaba apartada y en un lugar oscuro, lejos de los demás autos y con los motores apagados.
La desesperación de Blitz causó que cometiera movimientos torpes, abrió la compuerta de atrás e ingresó de un empujón cayendo de plano sobre el asiento contrario frente Stolas, quien retrocedió exaltado sin saber cómo reaccionar.
Blitz se recuperó al instante, cerró la puerta y se arrodilló en el suelo. Desde abajo, contempló al Goetia con demasiado miedo de cagarla. Apretó sus puños contra el piso y escupió su más sincera realidad, ya que jamás había querido hablar sobre el asunto y ni siquiera mencionarlo.
—Explícamelo como si le hablaras a un estúpido que no entiende de sentimientos y que fue tan jodidamente herido toda su vida que no puede comprender la idea de que exista alguien que lo quiera de verdad.
La luz de la luna llena ingresaba por la ventanilla de la limusina. Los ojos luminosos de ambos demonios se cruzaron y sus sentimientos se mostraron a flor de piel. Stolas entrecerró sus ojos con pesar y sintió sus manos temblar al abrazarse a si mismo. Clavó su mirada incómoda en el piso y resistió todo lo que pudo para no derrumbarse ante Blitz.
—No quiero volver a verte —admitió con todo el dolor que emergía de su corazón—. Porque sé... que no es correspondido y lo más sano para mí es no volver a verte. Es tan simple como eso.
Blitz tembló al igual que él. No pudo articular palabras, no pudo decirle lo que necesitaba oír para calmar su tristeza. Ni siquiera él sabía que podía ofrecer para aliviar ese suplicio. Porque tampoco quería engañarlo o mentir. Él no estaba seguro de sus emociones, no podía corresponder de forma irresponsable y herirlo aún más.
—Cuando te vi en ese circo por primera vez, no importaba el talento de los demás —comenzó a relatar el principe con nostalgia y una expresión de sufrimiento—. Solo tú me deslumbraste y... no pude jamás bajar la mirada. Solo tuve ojos para ti desde el principio —todos sus recuerdos de cuando era niño volvieron a su cabeza, probablemente nunca tuvo ningún amigo y Blitz le había ofrecido algo que jamás había experimentado antes, la esperanza, la diversión y la libertad—. No me importó arruinar mi matrimonio o divorciarme. Mi única prioridad era mi hija —volteó su rostro y observó la luna brillante desde afuera de la ventana y sonrió abatido y sin fuerzas—. En algún momento, pensé que todo ese dolor podría ser frenado con las migajas que me ofrecía tu cuerpo cuando era luna llena.
Bajó la mirada hacia Blitz y contempló su mirar igual de abatido y tenso que el suyo, su mente estaba fuera de sí. Stolas le sonrió frágil, enterró sus uñas en sus brazos y quiso aparentar que cortar aquello no era tan jodido como en realidad era. Tenía que soltarlo, tenía que rehacer su vida, debía hacerlo por su propio bien y Blitz debía alejarse, quisiera o no. No había forma de remediar ese destino.
No podía retroceder en esa decisión. No podía arrepentirse aunque doliera tanto.
—Pero sé... que nunca sucederá algo más allá. No importa cuánto sueñe o ruegue por ello.
Blitz quiso detenerlo, quiso decir cualquier cosa, pero... Sinceramente, él no era lo mejor para Stolas. El solo pensamiento de saber que esa era la realidad lo hizo sentir como un pedazo de basura. No podía ofrecerle nada que lo hiciera feliz, que lo sanara de tanta infelicidad, que lo protegiera. Ni siquiera sabía si lo quería de la misma forma. Aún dudaba, aún no sentía seguridad en sí mismo ni en nadie.
Quería salvar lo que tenían, pero al mismo tiempo, ¿quién era él para poder darle lo que realmente merecía y necesitaba? ¿era capaz de amarlo? ¿de borrar todos sus miedos y su soledad? Blitz quiso llorar, porque no quería irse o dejarlo... Sin embargo, su sola existencia en la vida de Stolas no era más que un problema, solo lo perjudicaba en todo sentido. Él solo lo hería con su trato cruel y su indecisión.
—Me voy... entonces.
La temblorosa mano de Blitz se extendió al seguro de la puerta para abrirla. Sus ojos cristalinos no podían enfocarse en ninguna parte, el dolor de su alma era tan fuerte que no pudo controlar nada. Lo dejó fluir, dejó que esos sentimientos lo jodieran hasta ya no poder más.
Entonces, una mano se le adelantó. Stolas quiso abrir el seguro de la puerta antes. Ambas manos chocaron y, ante el más mínimo contacto entre sus dedos, ambos retrocedieron. Blitz jadeó y giró su rostro hacia el principe, volvió a respirar fuerte y reflejó el pesar más grande al darse cuenta de que Stolas no dejaba de derramar lágrimas desde sus hermojos ojos rojos
—L-Lo siento... No quería... Perdóname...
El Goetia se cubrió el rostro con ambas manos y sollozó sin dejar de temblar. Ya no podía contenerse. No podía manejarlo, no podía con nada de eso. Dormir sin Blitz, no volver a ver a Blitz o escuchar su risa y sus estúpidos chistes, no despertar a su lado, no recibir sus cortantes mensajes, no ver sus tontas fotografías de caballos... Stolas sollozó más fuerte porque lo amaba y odiaba la idea de que se iría para siempre.
No pudo dejar de llorar, las lágrimas no dejaban de abundar sobre sus mejillas. Blitz agachó su cabeza y apretó su mandíbula con fuerza e impotencia. Todo lo que hizo desde el principio... Todo lo que provocó... terminó lastimando tanto a una persona que realmente no lo merecía.
—Te arruiné. No quería... Es decir... Nunca quise que nosotros-
—¡Solo vete de una vez y termina con esto! —gritó el contrario fuera de si para que todo eso dejara de ser una tortura emocional y se acabara de una vez.
Blitz cerró sus ojos con todas sus fuerzas y negó con la cabeza. No podía dejarlo así, tan indefenso y destruído, tan frágil y lleno de cicatrices. No iba a abandonarlo en su peor momento, no cuando lo necesitaba más que nunca.
—Stolas... No quiero irme.
Se levantó del suelo, llegó hasta donde estaba el contrario. Apartó sus manos de su rostro lloroso y lo arrinconó. Stolas volvió a temblar lleno de confusión y miedo, ya no podía retroceder más. Cerró sus ojos y largó más lágrimas.
—... No quiero irme.
El principe no pudo volver a apartarlo o negarse, no podía rechazar a Blitz aunque su cerebro le dijera que lo hiciera. Era un sentimiento que no respondía a la razón. Y sabía que si el fuego comenzaba allí, no habría manera real de detenerlo.
El imp limpió sus lágrimas con sus pulgares, acunó su rostro entre sus manos y lo observó genuinamente preocupado. Al menos, esa noche, quería tranquilizar su corazón.
Lo besó en la esquina de los asientos, mientras Stolas rodeaba sus hombros con sus largos brazos y lo atraía a su pecho. Cerraron sus ojos, se besaron suavemente y se recostaron sobre aquel largo asiento de terciopelo. No dejaron de besarse bajo la luz de la luna que los cuidaba, la cual fue testigo de los suspiros y los gemidos que surgieron desde ese pequeño y precario estacionamiento.
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You are loving | Rebuild
Fanfiction¿Desaparecieron mis invitaciones? ¿Por qué pusiste tu corazón en cada letra cursiva? Dime por qué diablos no hay nadie aquí... Dime qué hacer para que todo se sienta mejor. Tal vez sea una broma cruel para mí. Es mi fiesta y lloraré si quiero. Llora...