Hielo solar

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La tarde se estaba acabando, el cielo comenzaba perder brillo en el anillo de la Ira y algunos animales salvajes de bajas temperaturas se comenzaban a asomar. El grupo estaba terminando de comer, el ambiente era cómodo y se acostumbraron a esa clase de dinámica bastante rápido.

Solo por curiosidad, mientras Ozzie mantenía a Fizz a su lado y le llevaba una cuchara de pastel de chocolate a la boca como un tierno juego, el pecado observó a Stolas y  Blitz frente a ellos. El imp le murmuraba algunas cosas al oído al búho mientras tomaba una de sus manos y la frotaba entre las suyas. La preocupación en el rostro de Blitz se notaba, parecía querer brindarle algo de calor al sostenerlo.

—Stolas, ¿cómo ha estado tu energía? —se atrevió a preguntar Asmodeus al recordar que ya habían pasado varios días desde la última vez que pudo regalarle algo de su poder. El mencionado lo miró agotado y largó un suspiró de auténtico cansancio.

—Va bajando, por desgracia —le dijo en tonos fríos—. Voy a retener lo que pueda para el juicio —torció una mueca de dolor al tener un escenario muy marcado en su cabeza—. Pensar en que Via podría estar aquí con nosotros... me hace sentir muy vacío.

Stolas tenía presente a su hija en todo momento. Tal vez había pasado un mes desde la última vez que la vio y escuchó su voz. El recuerdo le helaba la sangre a tal grado que solo podía sentir dolor. Blitz apretó su mano entre las suyas con más fuerza, odiaba sentir como la piel del príncipe se congelaba cuando esos pensamientos inundaban su razón. Él no merecía sentir eso, no merecía nada malo ni ser lastimado por nadie.

—Pronto vendremos con ella a este mismo lugar. Vendremos todas las veces que quieras, lo prometo —le dijo Blitz compartiendo la misma angustia que él sentía. Cuando veía el declive de la salud de Stolas, se asustaba mucho porque no sabía cómo manejarlo con exactitud. Y aunque pudiera animarlo de vez en cuando, esa no era la cura. La cura era que Octavia volviera a sus brazos.

—Príncipe Stolas, estamos al corriente —se preocupó Millie al escuchar la tristeza en la voz de ambos—. Y creemos que su hija volverá muy pronto si este juicio se gana. ¡No se rinda!

—Ella siempre te recuerda, búho —empatizó Loona al mismo tiempo—. Y de verdad la voy a convencer de venir aquí cuando vuelva contigo.

Stolas se sintió contenido y aliviado al tener un círculo que estaba cuidando de él. Les sonrió con amabilidad, porque lo estaban protegiendo. Tal vez ese era el sentimiento de pertenecer a una familia de verdad.

—Es muy agradable que me digan algo así. En serio se los agradezco —no podía hacer otra cosa que sentirse afortunado por tener a Blitz y a sus camaradas cercanos, quienes fueron muy atentos con él en muchas instancias peligrosas.

Blitz tomó el rostro de su príncipe con una de sus manos y lo acercó a él, solo para besar su mejilla y cerrar sus ojos mientras se brindaba todo el amor y la seguridad que necesitaba. Ante semejante muestra de cariño, Stolas se sonrojó apenado y asombrado ya que Blitz era muy tímido frente a las personas. Que hiciera esa clase de cosas sin sentir vergüenza era algo que aún lo sorprendía, porque significaba que ambos estaban avanzando en la misma frecuencia.

—Es tan tierno ver a Blitz siendo romántico con su novio —lanzó Fizzarolli con una sonrisa traviesa hacia ellos—. Antes no podía ni decirme un "te quiero" sin temblar del pánico como si estuvieran por decapitarlo.

Blitz se separó solo para mirarlo molesto y responderle con total indignación. No podía comparar su persona pasada e inexperta con el hombre maduro, responsable y fiel en el que se había convertido.

—¡Eso no es cierto! Además, soy un novio genial actualmente —presumió ante Fizz ya que sabía que estaba haciendo un gran trabajo—. Soy atento, suave y jodidamente romántico. Soy un gran partido para Stolas.

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