En tus brazos

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A pesar de todas las miradas curiosas y escandalizadas de los empleados, Fizzarolli atravesó los pasillos de su palacio. Trataba de controlar su respiración, se repetía mentalmente que todo saldría bien. Pero, a medida que avanzaba, solo veía destrucción. Era como si la mitad de la mansión se hubiera incendiado por dentro por un terrible ataque de ira de Ozzie. Incluso había algunos súcubos muertos en algunos rincones, ¿Tan fuerte fue su ataque de furia?

Fizz llegó a la puerta de su habitación, cayó de rodillas al piso y jadeó mucho más fuerte, su respiración se hizo muy pesada y tuvo que sostener su pecho para tratar de tranquilizar su pánico. En la teoría todo saldría bien con una explicación, pero estaba ahí, en el campo de batalla y estaba nervioso y jodido como el carajo. Comenzó a sudar frío y a temblar. Tenía que ser fuerte, pero estaba muy asustado.

Se armó de valor aún con sus ojos llenándose de lágrimas en el proceso. Se puso de pie y abrió la perilla de la puerta sin dejar de temblar. Ingresó a la habitación, dónde también parecía que había arrasado un huracán bestial porque todo estaba destruido y jodido. Era la ira de Ozz, o la preocupación, o no sabía qué carajos era.

Jadeó horrorizado y retrocedió largando lágrimas de miedo cuando vio como el mismísimo Asmodeus salía desde el fondo de la habitación. Fizz se agitó aún más, estampó su espalda contra la pared e hizo un esfuerzo sobrehumano para no entrar en un ataque de pánico.

—¿A-Asmodeus? Y-Yo... E-Eh...

El rey de la lujuria amplió sus enormes ojos verdes que iluminaron toda la enorme habitación. También parecía jodido, con unas ojeras gigantes y como si no hubiera podido conciliar un mínimo descanso desde hacía horas.

—¡FIZZ!

Corrió hacia él con todas sus fuerzas, lo tomó entre sus brazos y lo alzó para luego abrazarlo con todas sus fuerzas. También lloró, sollozó al tener al imp contra su pecho, quien se quebró y comenzó a llorar muy angustiado por todo lo que tuvieron que pasar en tan poco tiempo.

—¡No debí irme! ¡Lo siento! —exclamó Fizzarolli mientras lo envolvía entre sus largos brazos y se aferraba a él con desesperación—. Lo siento... Lo siento tanto...

—Calma, tranquilo —Ozzie comenzó a besar su rostro y secar sus lágrimas con sus besos, lo sentía temblar tan fuerte, lo protegió y quiso darle todo el alivio que necesitaba—. Todo estará bien, soy yo el que debe disculparse. Si no hubiera sido tan impulsivo, jamás te hubieras ido así —enterró su rostro en el hombro de Fizz y largó lágrimas de arrepentimiento— De verdad lo siento... Eres todo para mí. Todo.

Fizzarolli no podía calmarse aún, había tantas cosas que debía decir, tantas cosas por las que debía disculparse. Se aferró a las plumas azuladas de su cuello y lloró sin poder medirse.

—¡Jamás serás como Mammon! —era lo que más le había dolido decirle— Eres amable, hermoso... Eres quien me cuida y me protege y me ama sin importar qué... Eres el único que sabe lo que soy realmente y aún así, siempre te quedas —lo miró a los ojos con todo el sufrimiento que sentía—. Eres el más grande amor de mi vida. Y jamás debí... Jamás debí...

—Mi amor, todo está bien —Asmodeus secó las lágrimas de sus mejillas, besó su rostro, su frente, besó cada parte sensible de su rostro y lo mantuvo abrazado para que no se derrumbara—. Sé que lo dijiste porque te presioné mucho. Estoy dispuesto a escucharte y a hablar contigo, de absolutamente todo —le dijo mientras se lo llevaba a la cama, o lo que quedaba de ella porque estaba bastante destruida—. Confío en ti y sé que jamás harías algo para lastimarme.

La mayoría de la mansión de Ozzie estaba calcinada porque al darse cuenta de que Fizzarolli había huido y que nadie lo había detenido, había estallado de la rabia por la inutilidad de todo su personal. Eso explicaba los cuerpos y todo el desastre en general. Además de furia, todo se inclinó en arrepentimiento y miedo por las situaciones que pudieran amenazar la vida de su pareja.

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