La traicionera dramática IV

4 3 0
                                    

Athena

El profesor se puso sus gafas mientras leía rápidamente las parejas de este año, y con una en específico, pareció tensarse, me miró y luego siguió.

Pero, aunque no conociera a Irene no debería de haberse tensado, a mi parecer. Me pareció extraño que en su primera clase un profesor ya se estuviera preocupando porque tuviera más amigos que el chico que siempre se sienta a mi lado en clase. El profesor carraspeó ruidosamente y me hizo un gesto para que me acercara a su mesa.

Vale, esto era raro.

-¿Tiago y tú sois amigos o algo?- Dijo en un susurro.

-Nos llevamos...- Me detení para pensar el adjetivo correcto.- Bastante mal. ¿Por qué?

Permaneció en silencio cinco largos segundos y luego me enseñó la lista.

No.

No, no, no, no. Miré la lista con horror, pánico, miedo, todos los sinónimos que se me ocurrieran pasaban por mi mente. Debía ser un error, porque no me habían puesto con Irene.

Athena García Martínez y Tiago Sánchez Gómez.

Joder. Miré a Tiago que me devolvió la mirada, indiferente. Ajeno al revoloteo de pensamientos nerviosos que circulaban por mi cabeza. 

-Tranquilizese, debe de ser un error. Mañana vayan a la residencia a reclamar un cambio, y eso es todo. Pero me lamento que hasta mañana no podrán hacer nada. 

Asentí. Cuando el profesor lo llamó a él, me tensé más de lo que ya estaba, un hecho casi imposible.

Vino mirándome con desprecio, al profesor simplemente le dirigió una mirada indiferente, como si no le importara nada.

Carraspeó ruidosamente antes de mirar a Tiago y empezó a hablar.

-¿Usted tenía alguien con quien quería ir a la residencia?

Se tensó visiblemente y apretó la mandíbula, luego me miró de reojo, como si empezara a sospechar qué estaba pasando.

-No.

-Pues... Le ha tocado con Athena.

Se quedó sumido en un silencio corto, pero para mí infinito, parecía como si estuviera recolectando aquella horrible información a tres mil por hora. Luego endureció la mirada, como si pensara que podría ver que es lo que pasaba por su mente. Por su expresión, no lo habría sabido, pero era obvio que no le hacía ilusión alguna.

-Y una mierda, yo con esta no voy- Contestó levantando el tono y señalándome con el dedo índice. Enarqué una ceja. ¿Este chaval no sabía que eran modales?

Aunque yo tampoco quisiera ir con él, no podía negar que eso había dolido, aunque seguramente no lo habría dicho en alto. Me giré rápidamente hacia él, para explicarle que en cuanto antes pediríamos un cambio. Parecía muy enfadado, estaba completamente tenso, con el ceño fruncido, y fulminaba con la mirada a la lista en la que ponía los nombres. Si no fuera porque la lista no tuviera vida, seguramente ya habría salido corriendo. Por muy cobarde que suene, yo lo haría. Tampoco diría eso en voz alta, para subirle el ego al muy desgraciado.

-A mí tampoco me hace gracia, listo.- Informé con un tono frío.- Mañana iremos a pedir un cambio de habitación y ya está, habrá sido un error.

La mirada cambió de destinatario y la pasó a mí. Sentí como me encogía, y pensé en salir corriendo, pero no creo que arreglara nada, así que intenté con todas mis fuerzas hacer como si esa mirada asesina no me importara. Para mi desgracia, volvió a abrir la boca.

Una Sola MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora