Perdón XIX

5 3 0
                                    

Athena

Me desperté en una camilla blanca con una venda en la cabeza y vestida con una bata blanca. Me levanté un poco y me dolió un poco la pierna izquierda, pero nada que no pudiera aguantar. Tenía una bandeja de comida en la mesilla. Vi lo que tenía enfrente mío. En frente de mí, estaba Tiago, en una silla dormido.

Un subidón de emoción me recorrió. Lucía tan guapo dormido... Lo quería de verdad. Me había dado cuenta ahora, sí. Pero lo quería demasiado. No sólo por lo guapo que era, sino por cómo me trataba cuando estaba triste, cómo me trataba cuando me sentía mal, cómo siempre intentaba sacar lo mejor de mí... Me bajé con cuidado de la camilla, intentando no hacerme daño, cuando Tiago abrió un ojo, adormilado. Tardó un segundo en enfocarme e inmediatamente abrió ambos y se lanzó a darme un abrazo.

-Joder, princesa. Pensé que te perdería. ¿Qué haría yo sin ti? ¿Te he dicho ya lo muchísimo que te quiero? No te vayas más, te llevaré conmigo a Colombia a partir de ahora.- Dijo con cariño y un tono de preocupación.

Antes de que pudiera contestarle, se separó y me besó. Me besó con cariño, con ternura. Le devolví el beso al instante. Apoyó sus manos en mis mejillas con cuidado, y yo lo abracé con las mías para acercarlo más. Nuestros labios se movían en sincronía, con delicadeza, como si nos fuéramos a romper de un momento a otro. Acarició mi labio inferior con su lengua, dándome más ganas de besarlo con más intensidad. Él pareció entenderlo, porque pasó sus manos de mis mejillas a mi cintura y la apretó contra su cuerpo. Yo pasé mis manos a enredarlas en su pelo, y nuestros labios comenzaron a aumentar el ritmo. Nuestras lenguas juntas, abrazándose, nuestros labios jugueteando entre sí, chupando, besando y mordiendo. Nos separamos un momento, dando por finalizado el fugaz beso.

-Yo no te quiero, yo te amo idiota.

Sí. Solté la mejor declaración de la historia, con palabras cariñosas incluidas. -Que se note bien el sarcasmo-.

-Yo también te amo, mi princesa.

****

Me dio un abrazo tan fuerte que pensé que me rompería las costillas.

-¡Eres retrasada, de verdad! ¿Pero eres gilipollas? ¡Cómo coño se te ocurre! ¿Qué habría hecho si me hubiera quedado sin hermana? ¿A quién daría por culo ahora?

Giré los ojos ante el discurso de mi queridísimo hermano Cam, que aunque puede ser el mejor hermano posible existente, podía ser un poco intenso a veces.

-Mi hermanito precioso, no te enfades conmigo anda, ¿Yo qué sabía que iba a estar un psicópata queriendo llevarme con él?

Sí. Resulta que lo único que él quería era llevarme con él. Secuestrarme. Tenía una obsesión poco sana conmigo y resultó que la policía encontró muchas fotos mías en su domicilio. Yo saliendo de la universidad, entrando, yendo a casa... Y más. Se llamaba Mario León. Ahora mismo, estaba pendiente un juicio en el que se determinaría veintitrés homicidios, agresión e intento de secuestro. Lo más probable es que le cayeran varios años de cárcel. Por otro lado, el incidente me dejó una pierna con heridas superficiales. También me dijeron que me desmayé al instante por cansancio psicológico. Me dieron el alta a las dos horas de despertar, ya que no tenía nada grave.

-Si es que... Joder con la niña,  ¿Ahora necesitas un guardaespaldas o qué?

-Lo que necesito es que te calles, me estás dando dolor de cabeza, hermanito.- Le dije con una sonrisa falsa, exagerada para que él supiera que era falsa.

Una Sola MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora