Athena
Hoy íbamos a visitar lugares cercanos al lago. Pretendíamos hacer escalada, ir a montar a caballo y más cosas. La última idea la di yo, y habíamos llamado de antemano para hacer un paseo los nueve. Nos costó bastante dinero, pero Tyler se ofreció a pagar todo. Así que pensamos en ir a pasar la mañana en un centro de deportes donde aprenderíamos a hacer tiro con arco, escalada y una clase de gimnasia. Lo hicimos para reírnos de los chicos, literalmente. Luego iríamos a comer a un restaurante italiano muy bien valorado de la zona, y a la tarde estaríamos paseando por la montaña con los caballos. Para finalizar el día, iríamos a ver las estrellas a un claro. Iríamos de la misma manera en la que llegamos a la casa del lago.
Me levanté bastante pronto, sobre las ocho de la mañana. Qué fuerte, en vacaciones madrugaba sin despertador, pero los días que tenía que ir a la universidad me costaba hasta abrir los párpados.
-Buenos días, Athenea.- Dijo bromeando con mi nombre.
-Buenos días, Morado.- Se la devolví.
Se oyó un grito desgarrador en la cocina y ambas nos miramos sobresaltadas. Salimos corriendo escaleras abajo.
-¡¿Qué pasa?!- Pregunté asustada.
La que había gritado era Irene y sostenía una sartén en la mano apuntando algún punto. A su lado Dani parecía cansado e irritado.
-Irene, me he despertado y casi me das un infarto sólo porque has visto un gato.- Se quejó Dani bostezando.
Me fijé en lo que estaba señalando. Un gatito de unos tres meses estaba ahí. Lo reconocí al instante. Era un Nebelung de ojos verdes.
-¿Es enserio que le temes a esta preciosidad?- Dije con voz chillona acercándome al minino.
El gato se sobresaltó por mi tono de voz, pero cuando empecé a acariciarle la cabeza, empezó a ronronear. Me puse de rodillas y se subió a mi regazo. Se frotó contra mí con la cola en alto.
-Joder, ya se ha encariñado.- Se lamentó Violett.
Tiago apareció de pronto, estaba sin camiseta y me quedé helada un instante, me quedé embobada mirándolo. Hasta adormilado me parecía irresistible. Qué lamentable.
Cuando Tiago me vio, sonrió ligeramente. Cogí al gatito en brazos y se lo enseñé sin decir nada. Su sonrisa desapareció y miró a todos lados antes de fijarse en mí.
-¿No te lo irás a llevar a casa, verdad?
No lo había pensado, pero no tuve que pensarme mucho la respuesta.
-Claro que sí.
Tiago me miró como si estuviera loca y se acercó al gato.
-Te lo vas a cargar, lista.
Uy, ya estamos insultando.
-¿Yo? Para nada.- Me hice la santa.
-¿Cómo piensas mantenerlo? ¿A base de chocolate?
-El chocolate es tóxico para los gatos. Y por otra parte, no soy millonaria, pero no soy pobre, ¿Sabías?
Nos miró a ambos varias veces. Se acercó un poco más hasta poder hablar sin que nadie se enterara. Aunque en sí debería estar acostumbrada a tenerlo cerca, la verdad es que no lo estaba.
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Una Sola Mirada
RomansChico alto, ojos verdes, muy conocido, atleta... Todo lo que una chica podría desear, ¿No? Pues no. Porque mientras todas las chicas babean por él, yo sólo deseo que vuelva a Colombia, o a donde sea. O eso es lo que me hago pensar, porque la verdad...