¿Ha sido culpa mía? XIV

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Athena

Apenas eran las once de la mañana, pero yo ya estaba recogiendo. Había decidido irme antes. Cam había vuelto de Buenos Aires, aunque ya me dijo que volvería a irse al día siguiente. También me dijo que había terminado con Sheila, mucho habían durado. ¿Tres meses? Algo así. Su nueva novia era Ana, Ane, Annie, algo así, tampoco me esforzaría mucho en aprenderme su nombre si terminarían en dos semanas.

Le había pedido explícitamente a Tiago que cuidara de Silver, el nuevo integrante del piso. Se lo deje muy claro; si le pasaba algo, estaba muerto. 

Violett, Tyler, Dani, Erick, Marco e Irene se habían ido por ahí, la primera, junto con Dani y Marco, se habían ido a explorar más a fondo la zona, el resto los habían intentado seguir, pero acabaron en una parte del lago cerca del bosque, en el lado opuesto de la casa. Me había enterado por los innumerables mensajes que mandaban al grupo. Mi pobre móvil explotaría en cualquier momento. 

Me hallaba en mi habitación, volviendo a meter toda mi ropa del armario a la maleta. Tardé poco y me dispuse a hacer la cama y luego barrer el desastre que había hecho Violett ayer. Se emborrachó, le dio el bajón, se echó a llorar y puso todo el suelo perdido de pañuelos usados y envoltorios de bombones, chucherías de todo tipo y bolsas de patatas. Algún resto de comida también yacía en el suelo, suplicando ser rescatado. Lamentablemente, su próxima parada no será muy especial, simplemente -y obviamente- irá a la basura.

Alguien tocó la puerta con insistencia y adiviné que era Tiago, no había nadie más en casa. Llevaba a Silver en brazos, estirados hacia adelante como para alejar al gato lo máximo posible de su cuerpo. Silver me dio pena. ¿Cómo se me ocurrió dejarlo solo con este?

-Cuida de tu bicho, que me ha intentado morder.

-Pobrecito mi niño, que le habrás hecho.- Dije cogiendo a Silver en brazos.

-Cabrona. Ese gato me tiene manía.

-No me extraña.

Me fulminó con la mirada y me reí de él. Miró mi maleta y frunció el ceño.

-¿Ya te vas?

Dejé a Silver encima de mi cama para seguir barriendo.

-Voy a ir a ver a mi hermano. Acaba de volver de Buenos Aires y mañana vuelve a irse.

-Ah, vale. Pues igual yo también voy antes.

Dejé de barrer para mirarlo.

-No volveré hasta bien entrada la noche.

Volví a barrer.

-¿A qué hora más o menos?

-A la hora de cenar. Me harías un favor si hicieras tú la cena hoy.

-La haré, no te preocupes.

****

Cogí mi moto e hice el viaje de vuelta con mi queridísmo Google Maps, porque no tenía ni puta idea de cómo volver sola. Igual aparecía mágicamente en Estados Unidos viviendo en España si iba sin aquella aplicación. Aunque alguna mirada de la gente me había llevado por gritarle al GPS por hacerme dar un rodeo de la ostia.

Reflexioné bastante por el camino. Había una palabra que no dejaba de rondarme por la cabeza; Irene. Sí, desde que le había contado mi extraño sueño, había estado más distante, me había ignorado el resto de la noche y por la mañana, había bajado a hacerme unos cereales con leche, y se había marchado de la cocina cuando la saludé. No, ni siquiera me saludó. Cogió su bol, me miró y se fue a comer a la sala. Igual había hecho algo y la enfadé, pero era mejor que me lo dijera, ¿No? 

Una Sola MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora