El baile XVI

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Athena

Habían pasado un par de semanas, y esta noche sería la fiesta de Halloween. En este pueblo teníamos las mismas costumbres, siempre. Una cosa que siempre decían aquí era que, Halloween era un día festivo, por lo cual había que celebrarlo, algunos se quedaban en el cementerio para llorar la pérdida de algún ser querido, y otros se quedaban en sus hogares para así poder perderse la fiesta que hacíamos todos los años. Normalmente, no aceptábamos en esta fiesta a cualquier turista que no hubiera venido a este pueblo un mes antes de la fiesta como mínimo, si venías, te asignaban a alguien para controlar que estabas en el pueblo por estar en el pueblo y no por la fiesta. Éramos conocidos por nuestras fiestas terroríficas y divertidas de Halloween, pero para nosotros este día era sagrado. Si no te gustaba esta fiesta, eras una vergüenza para el pueblo. Aparte, que se consideraba deshonra hacia el pueblo no asistir. A mí por ejemplo me la sudaba quién iba y quién no, pero habían algunos que podían llegar hasta a mirarte con miradas despreciables sólo por no ir. 

Cuando empezaba a oscurecer, la gente empezaba a emocionarse, y se escuchaba a la gente en la calle riendo y divirtiéndose. Era sencillo, a las ocho debíamos estar allí todos para cenar en la plaza. Había un recinto enorme, donde cabíamos todo el pueblo. Tenía un techo de cristal reforzado, al igual que las paredes. Cenábamos y bailábamos hasta que daban las doce de la noche. En ese momento, sonaba una enorme campana que nos indicaba silencio. Luego, el alcalde Jack Parker, nos daba las explicaciones de qué haríamos este año. Pero, si no había excepciones, debíamos ir por todo el pueblo buscando objetos escondidos por el pueblo. Pero no era la típica búsqueda del tesoro aburrida que hemos hecho todo el mundo, no. Primero, era de noche. Los sitios donde los objetos solían estar, estaban solos, oscuros y mínimo a un kilómetro de distancia una pista de la otra. Si creías tener el objeto correcto, tenías que enviar una foto desde la aplicación por donde enviaban las notificaciones y seguían nuestra ubicación por si nos perdíamos.

-¡Athena, baja ya!- Gritó Marco desde afuera, lo vi por la ventana de mi habitación.

 Estaba mirando mi reflejo en el espejo. Llevaba mi pelo castaño en un moño alto, un jersey de cuello alto rojo, una chaqueta roja con bandas blancas en mis muñecas, y unos pantalones negros de cuero. Me había puesto un delineado rojo color sangre, porque no me apetecía negro y resaltaba con mis labios del mismo color y un brazalete amarillo fluorescente para que se me viera en la oscuridad de la noche. Violett llevaba unos vaqueros de mezclilla negros, que no llegaba a dificultarle la movilidad y no le daban frío. Una sudadera color verde oscuro con gorro y bolsillos y una chaqueta negra calentita pero ligera, aunque no creía que se la fuera a quitar, no hacía calor, precisamente. Llevaba el pelo en una coleta alta con dos mechones delanteros fuera. Se había esforzado en ponerse pintalabios de color vino y un delineado sencillo. 

Violett había estado más cercana conmigo ese tiempo, era muy buena amiga.

-Vamos antes de que le dé un infarto a Marco.- Dijo con una sonrisa que le devolví.

Cuando hubimos bajado, el sol ya estaba muy escondido, y las pocas farolas que habían alumbraban las calles. Miré mi móvil y descubrí que tan sólo quedaban quince minutos para la fiesta.

Tyler, Marco, Erick y Dani estaban allí. Irene ni siquiera me había contestado, y Tiago estaba visitando a su padre y hermano en Colombia.

Cuando llegamos al lugar tuvimos muchas cosas para picotear como pinchos de tortilla, aceitunas, paté, alguna fruta y más. Cenamos con una historia de lo que le pasó a Violett, y estuvimos los seis hablando hasta que fue la hora del baile. 

La primera canción que sonó me encantaba, e hizo que todo el mundo se levantara de sus asientos vitoreando y moviéndose al ritmo de la canción, yo y mis amigos comenzamos a bailar ligeramente y cantar algunas palabras de la canción. Se llamaba Danza Kuduro, de Don Omar y Lucenzo. 

Una Sola MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora