Familia contenta XV

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Athena

Hubo un detalle que por lo visto había ignorado. La televisión estaba encendida, y enfrente, en el sofá yacía Tiago, dormido. Su pecho subía y bajaba con calma. Me acerqué más a él y me puse de rodillas. Sus ojos estaban cerrados, y me transmitía bastante calma. 

Me levanté y cogí una manta que había a los pies del sofá. La extendí sobre él con calma y me aseguré de que estuviera tapado. Apagué la televisión.

Fui a la cocina y cerré la puerta detrás a mis espaldas para evitar despertarlo. Vi que había hecho una lasaña que se me antojaba deliciosa. las placas de pasta estaban bañadas en bechamel y queso. También tenía carne. Por dentro también había bechamel y láminas de queso.

Calenté un plato de la comida al microondas y cuando lo probé, supe que esta no sería la última vez que Tiago cocinara. ¿Cómo estaba tan rico? Ya le pediría la receta. Puse un poco de música con volumen bajo para que no se despertara el nuevo chef de la casa mientras fregaba los platos.

Cuando el estribillo de Exes de Tate McRae sonó, me puse a bailar de aquí para allá disfrutando de la melodía y, cómo no, también lo canté.

-Kisses to my exes who don't give a shit about me
Kisses, kisses to the next ones who think they can live without me
We make up, then we break up, then they swear they'll never call me
But I still keep their number and their necklace, kisses to my exes.

Algo me cogió de la cintura y me sobresalté. Me aparté y vi a Tiago detrás mío. Fruncí el ceño con confusión.

-¿Tiago?

-Hola.

-Hola, perdón si te desperté.

Sonrió, cerró los ojos y sacudió con la cabeza. 

-Ven.

Me cogió de la mano y me guió hasta el salón. Nos sentamos en el sofá y él encendió la televisión. Se tumbó y se puso a ver la pantalla. Así, sin más.

-¿Qué pasa?

Me miró y me cogió de la mano para quedar tumbados uno al lado del otro. Rodeó mi cintura con sus manos, dejándome delante suyo, con mi espalda pegada a su pecho.

-Nada. Ver la televisión contigo.

Sabía que no iba a poder controlarse. 

Duró unos siete minutos así. Empezó a besar mi cuello lentamente, luego siguió aumentando el ritmo, hasta que me dio la vuelta. Me desarmó el brillo de lujuria que tenían sus ojos, pero sin dejarme tiempo para pensar él siguió con su asalto. Al estar frente a frente, su pelo me hacía cosquillas en la cara. Estampó sus labios contra los míos y sabía que si no fuera porque estaba tumbada ya me habría caído al suelo. Le seguí el beso con las mismas ganas y él apretó mi culo. Empezaba a pensar que tenía un fetiche con él. Soltó un gruñido.

-Joder, me estás volviendo loco.

Me aparté de él y me miró como un perrito abandonado.

-Tengo sueño. Quiero irme a dormir.

Frunció el ceño por mi repentina reacción, pero no dejé que dijera nada más. Me fui a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí con el corazón bombeando la sangre a mil kilómetros por hora. Abrí una puerta que daba al baño de mi habitación y me apoyé con ambas manos frente al espejo, mirando mi reflejo.

Tenía mi pelo castaño en un moño bastante suelto y mal hecho, de tantas vueltas ya se había deshecho. Mis ojos avellana estaban brillosos, demasiado. Mi nariz inspirando y expirando aire a toda velocidad, mis labios rojos y húmedos entreabiertos, el de abajo temblaba ligeramente, y supe lo que venía. Me dejé resbalar ligeramente hacia el suelo y dejé rodar libremente las lágrimas. 

Una Sola MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora