Cap 38: Ser uno

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(Este capítulo contendra escenas para mayores, si no es de tu agrado puede salir)
Fecha: 13/8/2009 Washington, Forks/Reserva.
NARRA LUCY:
Ambos entramos a la casa que estaba en total silencio. Dejamos nuestras chaquetas en el sofá y nos sentamos en este mismo.

Él esta recostado en el respaldo del sofá, con los ojos cerrados en dirección al techo. Yo solo podia mirarlo, mirar sus facciones tan masculinas, su nuez que se movía cada cierto rato y me llamaba para acercarme a él.

Mire su cuello por un buen rato y no pude evitar pensar, a que sabría su sangre... si seria más caliente que la del resto, que tan oscura sería, si seria dulce o salada, si me volvería loca como la de mis Tuas.

Aparte mi mirada y negué con la cabeza barias veces, sacándome esos pensamientos estúpido de la cabeza. Sentí la calidez de su mano, apoyarse sobre mi muslo y volví a girar me para verlo a los ojos.

Paul: ¿quieres que subamos?

Lo mire por unos segundos más sin contestar a su pregunta. Mis ojos bajaron a sus labios  los cuales parecían llamarme a que los coma, por lo que decidí saltar y atacarlos para saciar mi sed por él. Me subí sobre él y sus manos tomaron mi cintura para apartarme un poco.

Paul: wow, ¿estas segura?
Lucy: si. Quiero que seamos uno Paul.

Sus ojos adoptaron un brillo tan hermoso que lo logre confundir con el de una estrella. Sus labios capturaron los míos y la lujuria inundó nuestros cuerpos por completo.

Paul se levantó y camino escaleras arriba conociendo de memoria el camino a su cuarto, donde me dejó con suavidad sobre la cama y se levantó sobre mi mirándome de arriba a abajo.

Haciéndome sentir pequeña, como si fuera la presa de aquel gran y feroz lobo.

El lobo que está a punto de comerme de la buena manera.

Sus ojos se detuvieron en ciertos puntos de mi cuerpo, para continuar con su camino y terminar en mis ojos nuevamente. Bajo lentamente sobre mi cuerpo y junto nuestras frentes en un acto tierno, que termino de derretir mi muerto corazón.

La ropa fue desapareciendo de nuestros cuerpos, dejando que las temperaturas de estos mismos se junten, creando una sensación inexplicable que hacia temblar toda mi anatomía.

Sus labios recorrieron mi cuerpo, marcando cada lugar pequeño con sus labios y dejado mordidas diminutas que lograban alterar mi sistema entero, inundando lo de excitacion. Bajo por mi cuerpo hasta llegar al comienzo de mis bragas, me miró buscando aprobación de mi parte la cual otorge con un asentimiento de cabeza.

Mi prenda inferior abandono mi cuerpo y los labios del lobo comenzaron a recorrer mis muslos y entre pierna, causando que cierre los ojos por la sensación tan exquisita que sentía. Sus manos subieron por mi abdomen acariciando todo a su paso y haciendo el mismo recorrido para abajo.

Subió por mi cuerpo hasta colocarse sobre el mío, tapando mi desnudez con la suya. Nuestros ojos se encontraron y la sensación de que el tiempo se paraba solo para nosotros, era tan extraordinario que desearía quedarme así toda la vida.

Sus ojos tenían un brillo tan hermoso y tierno, que me daban ganas de corromper lo (aunque ya estaba bastate corrompido). Me estire un poco para llegar a sus labios y besarlo.

A diferencia de los besos anteriores, era un beso mucho más tierno, suave y candente. Era un beso que demostraba todo lo que sentiamos por el otro, sin necedidad de palabras.

Paul se estiro hasta llegar a su mesa de luz y tomar un preservativo, sin separarse de mis labios.

Paul: ¿lista?

Asenti y espere a que él se introdujera, la presión de su punta en mi feminidad se hacia cada vez más fuerte. Su falo comenzó a entrar y estirar mi interior, un gemido ahogado abandono mis labios al mismo tiempo que un gruñido salía de su pecho.

Nuestras caderas se juntaron y puede sentir como el placer rodeaba cada centímetro de todo mi cuerpo, arque mi esplada y puede sentir sus labios en mis pechos besándolos y mordiendolos, aumentando mi nivel de placer.

Él comenzó a aumentar de apoco la velocidad de sus embestidas, escuchaba  de fondo nuestros cuerpos sonar y los gruñidos que el lobo soltaba.

No era de las chicas que le gustara ser dominada, aunque no decía que me disgustara. Pero ya llevaba mucho tiempo dejándole el control a Paul, así que era mi turno, por lo que de un movimiento rápido y preciso su espalda choco contra el colchón y yo me coloque arriba suyo.

Sus ojos me miraron con sorpresa, pero la sonrisa arrogante y lujurioso no abandono su rostro. Para tener mejor movilidad, mis manos se apoyaron en su pecho duro y deje que mis caderas se movieran sobre él.

La sensación de su falo dentro mío, tan profundo, golpeando cada lugar en mi interior que me hacia gemir como nunca lo había hecho, era algo que guardaria en mi memoria por siempre. Mi cabeza estaba levemente tirada para atrás, disfrutando del momento.

Sus manos calientes se clavaron en mis caderas, ayudándome un poco con la velocidad de las embestiadas. Se reincorpor quedando sentado en la cama, para estar mas cerca de mí cuello.

Paul: déjame marcarte... déjame hacerte mía.

Gemi en respuesta y aumente la velocidad, el nudo de mi orgasmo se crecía a gran velocidad en mi vientre, él no paraba de gruñir y susurrar alago junto con palabras tiernas. Tome su rostro y lo bese con intensidad, sin poder evitarlo gemi en sus labios.

Sus ojos estaban oscuros, parecía que la oscuridad se había apoderado de sus iris y me veían con todo el deseo que alguna vez alguien me vio. Eso ayudó a que mi liberación llegara con más rapidez y fuerza.

A los pocos minutos, sentí como mordía mi cuello con bastate fuerza sacándome un gemido bastate fuerte. Por primera vez en años, me sentí muy débil y cansada. Como si algo me invitara a dormir por horas e incluso días.

Ambos nos recostados y abrazamos, mirándonos a los ojos mientras sonreímos como idiotas. Pase mi mano por su frente, apartando los mechones rebeldes que se pegaron a ella por él sudor.

Paul: eres mía.
Lucy: y tu eres mío.

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Lobos y Vampiros (Paul Lahote)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora