Capítulo 10: Aceleración

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Gritos y ovaciones se escuchaban por todo el lugar. La escuela presenciaba el último partido de la temporada con ilusión. Mon-el observaba a lo lejos a su equipo, escondido de todos para que no le hicieran preguntas (si es que no sabían ya el motivo de su ausencia).

—¿Mon-el? —alguien habló detrás suyo.

—Kara.

Su novia apareció ahí de la nada. Por supuesto, si a parte de James la única que sabía de su escondite era Kara.

Recargó sus codos en la barandilla esperando a Kara que inclinó el cuerpo de costado hacia él para ver el partido. Iban 2-0 en contra y todavía no pasaban treinta minutos.

—Te necesitan ahí.

—Me suspendieron.

—Estoy enterada. Eso no quita que te necesitan.

Hubo silencio y un nuevo gol se marcó del equipo contrario.

—¿Cómo te enteraste?

—¿Creíste que nadie se enteraría que el mejor jugador de la escuela no estaría en el último juego? —Ambos rieron por la ironía. Kara paró de reír primero y observó la ilusión de Mon-el por integrarse.

—Todos deben odiarme —siguió entre risas.

—Es un partido, a la gente se le pasa.

—Kara, me quitaron la carta por el entrenador. —La mencionada no pareció sorprendida, quizás era otra cosa de la que el resto de la escuela se había enterado—. Puede que se les pase, pero he arruinado mi futuro. No tengo la beca y no puedo aplicar a otra universidad ahora, y mis calificaciones son de broma, ¡nadie querrá aceptarme!

Hubo otro silencio. El partido continuaba abajo y ya algunos se habían puesto a lloriquear del coraje.

La escuela completa se enteró de que habían sacado a Mon-el del juego, muchos fueron persiguiendo al entrenador por todo el edificio intentando que accediera a incorporarlo nuevamente, pero él se mantuvo firme en su decisión. Incluso el equipo abogó por él, pero nada hizo cambiar la opinión de Foster.

—Siempre te he dicho que no necesitas que nadie te acepte —susurró la rubia, mirando el perfil de su novio con pena—. Ni siquiera yo. Tampoco el equipo o la escuela. Mon-el, te equivocaste, pero te arrepientes. Tus padres son increíbles y perder un año no es el fin del mundo.

—Lo dices porque tú eres la señorita perfecta que puede elegir entre tres opciones —atacó resentido. Kara abrió la boca ofendida, mas no dijo nada—. Lo siento, soy estúpido por hablarte así. Es que...soy el fracasado cuya época de oro funcionó en la preparatoria.

—No eres un fracasado —habló suavemente. Se inclinó hacia él, rodeando sus hombros y abrazándolo con reconfort. El chico se sintió mejor de inmediato, la calidez de Kara podía ayudarlo en todo momento—. Sólo tienes que madurar. Te falta motivación, metas y responsabilidad...eres como un niño. Un niño con barba.

Compartieron otra risa y Mon-el pudo recordar otra cosa.

—Ya tengo...una meta —murmuró, aliviado porque Roy Harper había detenido el balón con su cuerpo—. Hablé con Lena —el nombre estremeció a la rubia—, ella dijo que me apoyaría. También me hizo darme cuenta que puedo hacer lo que me gusta y sacar adelante la compañía...Me ayudó mucho.

—...Así es ella —dijo, inconsciente de sus palabras.

—¿Qué quieres deci...? —El quejido del público bajo sus pies lo interrumpió.

Foster pidió un tiempo y llamó a Merlyn. Ambos chicos observaron la discusión que tenía el entrenador con Tommy, éste sacó su celular de inmediato frente a las represalias de Foster. Segundos pasaron y el teléfono de Mon-el comenzó a vibrar. Lo descolgó y era Merlyn.

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