Capítulo 16: Mía

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Las preguntas pararon apenas mostró su brillante anillo a la de cabello oscuro. Como si Lena hubiera decidido que ya no era interesante hablar con ella o tuviera un apocalipsis en su cabeza científica.

En toda su vida, jamás había tenido aquella explosión en su cabeza, y menos el crujir de su corazón. Un ferviente halo de fuego que la envolvió en dolorosas quemaduras.

Kara casada, desde hace dos años. En más de una ocasión quiso preguntarle a Mon-el por ella, pero no se atrevió porque lo volvieron un tabú entre ambos. Y Sam se limitó a decirle que ella se encontraba bien y listo. Todo el tiempo pudo presentirlo, la mujer que robaba sus sueños nuevamente en los brazos de una persona que no era Lena.

—Y estoy embarazada. —Lena levantó la cabeza tan rápido que creyó que se tronaría su cuello—. Es mi primer bebé. Tengo poco más de un mes.

El primer bebé, ¿Era natural para ella desear que fuera suyo?

—Pe-pero tú dijiste que vivías sola...

—Mi esposo viaja mucho, él está en Grecia por un tema del museo. Vendrá en dos meses para acompañarme en el embarazo y pidió su permanente en Ciudad Nacional —continuó Kara, sonriendo risueña para el dolor de Lena—. No habíamos querido tener hijos porque viaja mucho y yo estaba muy concentrada en ser asistente de Cat. Ahora él puede quedarse y yo soy reportera, es el mejor momento.

El fuego capturó sus ojos, ardiente que le provocaría mostrar sus emociones, tanto su amor como su tristeza de saber que volvía a perder a Kara. Su mente se concentraba en hacer operaciones matemáticas y recitar la tabla periódica en orden de número atómico no hacer muestra de un signo que la delatara. Si le dieran un segundo sola se pondría a hacerlo.

—...Felicidades, eso es grandioso —La penumbra de su sonrisa agraviando los rangos de su rostro.

—No tienes que fingir que te alegra —susurró rodeando su voz con amargura escondiendo el sentimiento pesaroso.

—Me alegra, en serio. Siempre he querido que seas feliz, así que...

—Lena, mentí —dijo exasperada, la otra mujer la miró confundida, ¿a qué se refería con mentir?—. No estoy casada y mucho menos embarazada. El anillo lo compré como manera de alejar a los idiotas que intentan coquetearme.

Lena exhaló sorprendida, aliviada más que otra cosa, la dulce Kara Zor-el la había hecho morir por un segundo.

Sonrió para sí misma. Fantástico, tenía una oportunidad.

—Creí que habías podido cambiar eso —murmuró Kara, ganándose nuevamente la atención de Lena.

—¿Qué cosa?

—El evitar decir lo que sientes y arreglar todo guardándolo en tus estúpidas cajas. —Kara se levantó estampando la servilleta en la mesa dispuesta a irse. La Luthor miró todo confundida, esta mujer la volvería loca. Se levantó y cogió el brazo de Kara, sorprendida de lo intenso que aún era el contacto entre ellas, se relamió los labios y encontró los ojos azules—. ¿En qué momento dirás que sigues enamorada de mí?

—No sé qué te hace decir eso —intentó ocultar.

—¡Oh, por Rao! Lena literalmente me estás tocando el brazo y casi me coges contra la mesa. —La mencionada se sonrojó furiosamente a la declaración—. ¿El tono coqueto? ¿El interés por saber sobre mi vida? ¿Que parecieras un gatito hambriento cuando te mostré mi anillo? —Su boca se abrió intentando refutar, pero los ojos de Kara le dijeron que ese sería un camino directo al abismo—. Sólo di lo que sientes.

—Yo...

Y silencio, mirándose a los ojos, sin una pizca verdad en las palabras mientras los ojos de Lena reveleban todo sin pronunciar la realidad. Era cansado de pensar en que aquello traería la misma semilla del caos que hace años, y Kara se rindió, después de seis años esperando su regreso como una cachorro a su ser amada, lo había hecho.

Serás MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora