Capítulo 17: La Felicidad que me das

347 29 64
                                    

Lena

Los límites y las líneas fueron callejones que me obligaron a perderme en infinitas ocasiones. Todos contamos con ellas, ya sean trazadas por nosotros o impuestas por otros. Muchas veces nos dejamos influenciar por los límites de las personas sin darnos cuenta que ellos han sobrepasado el nuestro para imponer los suyos. No es correcto.

Mi padre, el difunto Lionel Luthor, fue la primera persona que las puso en la vida de mi madre y yo. Las líneas fueron formándose hasta dejarme en un hoyo oscuro en el que me volví una persona que no conocía la forma de aceptar el amor, hasta que yo misma tracé mis líneas, las volví mías.

Por obra del destino, eso cambió el día que una hermosa chica radiante como el sol apareció. Vestía traje de porrista, ¿quién dejaba a su hermosa novia en un traje de porrista en la escuela? Sólo Mon-el, y eso salió bien.

Demasiado bien para mí.

Esa persona rubia dormía a mi lado, abrazando la almohada que uso para dormir cada noche. Un pequeño ovillo adorable que llena mi corazón. Kara es preciosa.

Me siento a su lado, sus párpados tan tranquilos como un ángel, pero si algo aprendí de vivir con Kara estos años, es que ella puede ser una diablilla juguetona haciendo travesuras. Me preocupa que esas actitudes caigan sobre nosotras alguna vez.

—¿Lena? —Sus ojos parpadean intentando enfocarme, me hacen sonreír.

—Hola, solecito.

—Llegaste temprano —dice tallando sus ojos con pereza.

—Quería verte lo antes posible, ya sabes, nuestro tiempo a solas es muy redu...

—¡Mami! —alguien grita desde la puerta, esa voz infantil y melodiosa—. ¿Mamá? ¡Es mamá!

Mi hija corre y se detiene frente a mí, abrazándome tranquila a diferencia del grito de alegría que dio antes.

—Te dije que era reducido —le digo a Kara que sonríe de lado. Esa persona que dijo que una mujer bella con niños atraía chicas no se equivocó.

—¡Mami! —Lori cambió por completo, subiendo desesperada a la cama para acercarse a Kara.

—¡Oh, oh, cuidado, manzanita! —La detengo tomándola de los brazos antes de que saltara sobre Kara—. Tenemos que cuidar de mami, ¿recuerdas? —hablé mientras la ponía sobre mi regazo y acercándome con ella a Kara—. Hermanito está ahí.

—¡Mamma! —alguien más gritó desde la puerta, ese pequeño bebé que apenas caminaba fue hacia mí cuidando de mantener su equilibrio—. ¡Mamma!

—¡Hola, Cian! —exclamo y lo tomo en brazos para ponerlo a un lado de Lori—. ¿Tú también quieres ver a hermanito?

Itó.

—Hermanito —corrigió Lori.

Cian se remueve en mis brazos hacia Kara con mucho cuidado, observando el vientre abultado de mi esposa con tanta curiosidad e interés como Kara con los potstickers. Pone su pequeña manita sobre su vientre mientras se sienta mirando a Kara.

—¿Itó?

—Hermanito está ahí, bebé —dice mi esposa a las curiosidades de nuestro hijo.

—¿Cuándo nacerá? —pregunta Lori lo mismo que ha preguntado estos meses. No puedo culparla, yo me hago esa pregunta todos los días.

—En un mes, Lori, él nacerá en un mes más, ¿estás emocionada? —Ella asintió emocionada, no sabía si ella estaba más emocionada o yo. ¿Debo recordar lo emocionada que estoy?

Serás MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora