Capítulo 19: Son míos

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Kara contempló el acto un momento más, esperando que Lena se separara de la mujerzuela que le comía la boca, pero lo único que obtuvo fue que se aferrara al vestido de dicha mujer aumentando el calor en su sangre al mismo tiempo que los dedos de Lena se apretaban.

El corazón de Kara se rompió, escuchó claramente cuando se partía cual cristal en medio de una tormenta y el sonido de sus zapatillas haciendo eco al acercarse a las dos causantes de ese suceso pareció lejano.

Jaló el cuerpo de la pelirroja que se sorprendió del movimiento y le propinó un puñetazo limpio en la mandíbula, no entendía cómo su cuerpo había reaccionado antes que su mente. Miró a Lena sujetándose del borde de la mesa buscando el aliento perdido.

La Luthor veía el dolor en los ojos de su esposa, no sabía qué decirle.

—Lo siento... —Las palabras la hicieron sufrir más—. Es que...yo...

Y no dijo más, sólo respiraba como a punto de tener un ataque al corazón. Vió cómo el amor de su vida bajó la mirada y no intentó dar más explicaciones, se concentraba en respirar lento y pausado.

Kara se torturó un segundo más, no podía quitar los ojos del labial corrido de su esposa y del rencor cuando notó el tono nuevo en sus labios. Apretó los dientes, una risa dolorosa pareciendo un chiste.

—El karma existe, ¿no?

Kara notó que la desconocida se levantó. Con su rabia clavada en el pecho, la tomó del cabello firmemente y jalándola salieron de L-Corp. Las lágrimas de Kara caían como cataratas ignorante de las miradas que la seguían por el edificio, tratando de calmarse gracias a la fuerza con la que tomaba los mechones rojos. En la salida lanzó a la mujer al suelo y se fue de ahí sin decir nada, sus pensamientos no eran los más objetivos ahora y no quería meterse en problemas si seguía viendo a esa mujer que destruyó lo que más había amado.

Dio el tiempo para que Lena hablara, dio su oportunidad para explicaciones, pero como si el hecho no pudiera ser diferente, guardó silencio.

Llegó a la mansión y comenzó a empacar sus cosas, preguntándose qué había sucedido, todo marchaba bien. Los besos, los abrazos, las sonrisas y las caricias seguían iguales, o eso creyó. ¿Así se sintió Mon-el? No, para él fue peor si tomaba en cuenta la muerte de Lar y Rhea.

El llanto se le salía con los sollozos y lo odiaba. Odiaba que la respiración se le cortara y que el pecho se le estrujara con tanto dolor. Fue aventando sus cosas en las maletas y empujando con frustración hasta que la ropa que ella misma pagó estuvo completamente dentro. No quería nada de ella, ni un centavo. Ella no sería lo que muchos pensaron, una mujer que codiciaba la fortuna de los Luthor.

Luego lo recordó y el llanto se intensificó. Sus hijos. Tenía tres hermosos hijos esperando por ella en casa de sus padres, y no tenía la menor idea de cómo decirles sin hacerles sospechar que se debían de ir de la mansión. ¿Cómo se hacía algo así?

Fue por las maletas más pequeñas y tomó varios conjuntos de ropa para todos, algunos juguetes y un par de cosas del refrigerador que necesitarían los niños.

Su celular sonaba y ella fue como una tonta desesperada creyendo que Lena le pediría que hablaran y Kara como estúpida le creería. Pero sólo era Cat, su hora del almuerzo acabó y quizás pensó que estaría en CatCo para pedirle algo.

—Señorita Grant —contestó lo más serena que pudo.

—Kira, James Olsen necesita fotografías de L-Corp para el artículo sobre grandes mentes de Ciudad Nacional. —La mención del lugar que recién había visitado no la hizo sentir mejor—. Házme un favor, háblale a tu gatita Luthor y pregúntale si es posible.

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⏰ Última actualización: Sep 14 ⏰

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