Capitulo 17

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POV Malú

Los tres días que nos quedaban de vacaciones han pasado volando. No hemos parado de ir a la playa, salir de rumba y... bueno... hemos pasado gran parte de estos tres días encerradas en la cabaña. Pero sin darnos cuenta ha llegado el día de volver a la realidad. No hemos hablado sobre cómo será nuestra relación cuando volvamos al trabajo y eso me preocupa. No quiero volver a lo mismo de antes con ella. Termino de alistar mi maleta y salgo en su busca. Ella está sentada en el sofá con su equipaje ya preparado y mirando el celular.

M: Hola— digo mientras dejo caer mi peso en el sofá al lado suyo

V: Hola— ella entrelaza su brazo con el mío, apoya la cabeza en mi hombro y sigue mirando el celular

M: Vanesa creo que debemos hablar sobre la vuelta al trabajo-intento no sonar demasiado seria. Ella se incorpora y empieza a prestarme atención— De verdad que no quiero que esto que tenemos, sea lo que sea se termine— bajo la mirada, me da un poco de vergüenza admitirlo

V: Hey— ella acera su mano a mi barbilla y la sube lentamente haciendo que vuelva a mirarla— yo tampoco quiero que se termine. Pero hay que reconocer que no es nada profesional lo que estamos haciendo

M: Bueno nadie tiene por qué enterarse, ¿No crees?-sonrío levemente

V: Señorita Sánchez... ¿me está proponiendo un romane secreto? — Dijo fingiendo sorpresa

M: Ya no seas tonta— le doy un golpecito en el hombro y ella se ríe— ¿qué me dices?

V: Me parece buena idea-vuelve a acomodarse en mi hombro — Aunque te resultará difícil resistirte a mis encantos cuando haya gente delante— su voz sale con ese tono chulesco que he aprendido a amar.

Estuvimos un rato así, acurrucadas en el sofá hasta que llamaron de recepción para avisarnos de que el taxi había llegado. Nos levantamos y pusimos rumbo al aeropuerto entre miradas cómplices y caricias. El avión casi ni se movió durante el trayecto y en una hora y media ya estábamos aterrizando en Venezuela, donde al día siguiente sería el primer concierto de Latinoamérica. Bajamos del avión y nos dirigimos a recoger las maletas, gracias a dios no tuvimos que esperar demasiado. Al salir del aeropuerto un taxi nos esperaba para llevarnos a nuestro nuevo hotel

V: Es una pena que estemos en habitaciones separadas ¿no crees? — me dijo con un puchero en su boca.

M: Pues sí, pero si anulaba tu habitación iba a ser más que obvio lo que está pasando entre nosotras. Por lo menos Vero se daría cuenta— ella bajó su mirada triste, yo hice que volviera a mirarme— Pero eso no quiere decir que no necesite de tus servicios de guardaespaldas dentro de mi cuarto durante tu turno — dije de manera sugerente

V: Eso me pone de mejor humor señorita Sánchez— ella me mira riendo— tengo que volver a acostumbrarme a llamarte así delante de la gente, no debemos ser descaradas.

M: Tienes razón... pero por esa regla de tres... yo debería volver a ser borde contigo. Desde que nos conocimos todo el mundo ha observado cómo nos llevamos como el perro y el gato — dije dándome cuenta de que a lo mejor el llevar lo nuestro en secreto iba a ser más difícil de lo que pensaba

V: Por eso no te preocupes, podemos tener un código y así nadie sospechará nada...

M: ¿A qué te refieres?

V: Pues que por ejemplo cada vez que tengamos ganas de besarnos o tocarnos podemos ser groseras la una con la otra, así los que estén alrededor seguirán pensando que nos odiamos, pero nosotras sabremos lo que en realidad significa— dijo levantando el dedo índice orgullosa de sí misma—

M: Últimamente tiene usted unas muy buenas ideas Señorita Martín— dije acercándome a ella en busca de un beso, pero la voz del taxista indicándonos que habíamos llegado al hotel nos interrumpe. Nos adentramos en el hotel y ya Vero nos está esperando en la recepción con una sonrisa de oreja a oreja. No me deja ni llegar y ya la tengo colgada del cuello

M: Yo también me alegro de verte Vero— digo sarcásticamente

VR: No seas borde niña— dice empujándome con cariño— Ya tu habitación está preparada, le diré al mozo que suba tus maletas y tú y yo vamos al restaurante a comer y a poner en orden un par de cosas de lo que resta de la gira— se da la vuelta y se dirige a Vanesa— Cariño tu debes estar cansada del viaje así que el primer turno de vigilancia lo hará uno de tus compañeros, anda y sube a tu habitación a descansar.

V: Gracias Verónica, señorita Sánchez la veré en el cambio de turno— Se da la vuelta y se monta en el ascensor alejándose de nosotras. Sin darme cuenta me quedo boba viendo cómo se aleja con una sonrisa en los labios, cosa que no pasa desapercibida para Vero, quien pega una palmada delante de mi cara para hacerme volver en mí.

VR: ¡Lula, despierta! Vamos a comer o vas a quedarte aquí plantada el resto del día

La comida se me hace eterna, odio cuando Vero se pone modo profesional, parece un robot, así que intento hacer que el ambiente sea más relajado

D: Ya estuvo bueno Lina, no hace falta que me repitas el plan por tercera vez— digo cogiéndola de la mano—¿ por qué no me cuentas que tal tu semana?

VR: Pues a diferencia de la tuya ha sido bastante ajetreada— dice resoplando y dándole un sorbo a su vaso de vino— Todo han sido problemas con los aviones de los bailarines y con las habitaciones del hotel, con decirte que casi tienes que compartir habitación con Vanesa por la poca disponibilidad. Al escuchar eso me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser. Vero se levanta y empieza a darme golpecitos en la espalda mientras se ríe

VR: jajja tranquila, sé lo mal que se llevan, nunca habría permitido que compartieran habitación— dice divertida— seguro que las dos saldrían con más de una cicatriz del cuerpo a cuerpo que tendrían

M: No lo sabes tu bien-dije casi en un susurro

VR: Bueno, no te entretengo más, ve a descansar

Me despedí de Vero y subí a mi habitación acompañada de uno de los guardaespaldas. Al llegar al cuarto me tiré en la cama y no duré ni dos minutos despierta.

Enganchada a ti  (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora