10 | RECUERDOS DEL PASADO

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Mis noches solían consistir en buena comida, tareas del instituto hechas y un buen libro antes de dormir. Era lo usual. Mamá regresaba del trabajo y juntas preparábamos una cena. Usualmente comíamos las dos solas, incluso ahora que Jayden se quedaba en casa. Él desaparecía por las tardes y no volvía hasta la medianoche. ¿A dónde iría? No tenía ni idea, pero la mayoría de los días me sentaba en el sofá, con mi Kindle en mano, y leía hasta quedar dormida. Por la mañana despertaba en mi cama. Y sabía que no me había movido por arte de magia. Era Jayden. Recordaba haber despertado una noche en sus brazos, siendo cargada por él hasta mi habitación. Había sentido su aroma a cigarros con canela, solo que esta vez había un olor más, uno amaderado que no logré identificar.

De cualquier manera, había cerrado los ojos cuando me depositó en mi cama y no recordaba nada más.

Esas eran mis noches. Preparar la comida con mamá. Hacer las tareas del instituto. Tomar mi Kindle y leerlo en el sofá de la sala mientras mi mamá se iba a dormir, cansada por su día ajetreado, y yo que me quedaba leyendo hasta que mis ojos revoloteaban cansados. Me quedaba dormida y luego Jayden me trasladaba a mi cama. A la mañana siguiente despertaba en mi cama. Me levantaba, me iba al baño para ducharme y salía junto a mamá para otro día de clases.

Esa noche fue diferente.

Luego de haber cenado con mamá y haber hecho las tareas del instituto, me quedé en el sofá leyendo. Mis ojos estaba enfocados en la pantalla así que no había riesgo de quedarme dormida. Pero supongo que el cansancio fue mayor, porque cuando volví abrir mis ojos estaba en mi cama. Desperté sobresaltada cuando un ruido provino de afuera de mi dormitorio. Miré sobresaltada a mí alrededor, demorándome en ser consciente de todo.

Una vez que noté el desorden de mi dormitorio pude respirar tranquila. Prendí la lámpara en mi mesa de noche bañando el lugar con luz amarilla. Me senté contra el respaldar de la cama y volví a oírlo. Un extraño sonido atormentado.

Me puse de pie y abrí la puerta del dormitorio, agudizando el oído.

La puerta de mi madre estaba cerrada. Caminé por el pasillo y pegué el oído a su puerta, ningún ruido provino de ahí. Mi madre tenía el sueño pesado y solía roncar por las noches, pensé que aquello era ese sonido, pero ahora mismo no roncaba. Así que descarté que proviniera de ella. Caminé hacia la puerta de la habitación momentánea de Jayden y me asomé, pegando mi oído a la puerta.

Un gruñido fuerte me asustó.

Abrí la puerta notando que no tenía seguro y empujé.

La habitación estaba en penumbras, la ventaba estaba cerrada pero las cortinas abiertas y bañaban la estancia con la luz de la luna. Apenas podía ver la cama, pero noté un bulto bajo las sábanas. Vi cómo sus piernas se movían y su cabeza también.

Estaba teniendo una pesadilla.

Me acerqué a la cama, agachándome.

—¿Jayden? —susurré bajito.

No despertó. Intenté de nuevo, pegándome a su oído sin tocarlo para no despertarlo bruscamente.

—Jayden, despierta.

Se movió, pero no porque hubiera despertado. Su cabeza se agitó y sus piernas se movieron. Me incliné sobre su cuerpo y tomé su rostro en mis manos, acariciando su mejilla con suavidad.

—Despierta, Jayden, soy yo —murmuré con un tono de voz más alto. Aquello lo hizo reaccionar. Despertó abriendo los ojos alarmado, al mirarme frente a él frunció el ceño y trató de levantarse pero lo sujeté del brazo para que no lo hiciera—. Tranquilo, solo estabas teniendo una pesadilla.

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora