02 | TRATO CON EL ENEMIGO

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Miré la moto con temor mientras Jayden me tendía el casco.

—¿No moriré si voy detrás?

—Claro que no.

Aun así el miedo no se alejó.

—Creo que prefiero quedarme.

—No seas miedosa.

—No soy miedosa, solo precavida —refunfuñé—. ¿Y si me caigo?

—No lo harás, soy un excelente conductor.

Joder, ¿en qué me había metido?

Dave... ¿recuerdas? Esto lo hacías por tu amor platónico, solo por él.

Me mentalicé estar tranquila hasta que pude lograrlo. Me puse el casco, pero no podía ver nada.

—No puedo ver una mierda.

—Está al revés. —Me quitó el casco y lo colocó de vuelta, esta vez de manera correcta. Ahora sí podía ver a la perfección. Le sonreí, pero Jayden ni siquiera se inmutó por mi sonrisa. Era como si no pudiera esbozar una, no me importó. Hacer sonreír a Jayden no estaba en mis planes, por lo menos no ahora, así que esperé sus instrucciones. Se sentó a horcajadas en la moto y señalo detrás—. Ahora siéntate y agárrate fuerte de mí.

Quedé ojiplática.

—¿Disculpa?

—Súbete ya, princesa.

Apreté mis manos, molesta. Jayden usaba ese apodo cuando quería mostrarme que estaba siendo una mimada. Lo usó mucho a lo largo de los años, cuando pasaba tiempo en su casa jugando con Mía y no quería ensuciarme con él. Era un apodo de niños, y ahora lo estaba usando en mi contra porque no quería hacer lo que me había dicho.

A regañadientes lo hice. Alcé una pierna y me monté en la moto, sintiendo la calidez de la espalda de Jayden cubrir mi parte delantera. Traté de poner más distancia, pero no era posible. Era eso o caer al suelo, así que no tenía más remedio que aferrarme a su cintura, rodeando mis brazos a su alrededor.

—Eso está mucho mejor.

—Arranca ya.

Jayden bufó antes de hacerlo.

Nos lanzamos al frío de la noche por las calles de la ciudad, sorteando autos y yendo a una velocidad rápida. Mi cabello volaba en el aire mientras apoyaba mi mejilla en la espalda de Jayden, me aferré a él como un oso koala al árbol, todo por miedo a caerme.

El viaje fue corto, en quince minutos estacionamos frente a una imponente casa de tres pisos. Jayden se estacionó entre dos autos y se bajó ayudándome a mí en el proceso. Me quité el casco y él aseguró el suyo junto al mío al lado de la pequeña cajuela de la moto. Luego se guardó las llaves en el bolsillo y caminó hacia la entrada de la casa sin esperarme.

Corrí detrás de él para no ser dejada de lado y esperé mientras tocaba el timbre. Desde aquí se podía escuchar el ruido sordo de la música apabullante y las risas estremecedoras de la gente.

La puerta se abrió, mostrando a una chica que no conocía.

—¡Hola, pasen!

Nos hizo pasar a la casa llena de ruido que me tenía con las manos tapando mis oídos. El volumen de la música era fuerte, para hablar había que alzar la voz, las ventanas retumbaban por el sonido.

¿Acaso los vecinos no se quejaban? Era domingo por la noche, seguro alguien intentaba dormir y no podía debido a la fuerte música.

Jayden caminó largas zancadas hacia el patio exterior, al parecer conocía este lugar a la perfección. Pasamos entre las personas, muchas de ellas abriéndole paso a Jayden como si fuera una celebridad.

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora