21 | CONFIANZA ABSOLUTA

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La casa de Dave era alucinante, casi tan grande como la mansión de Lissandra. Aun así seguía siendo una casa, no una mansión. Contaba con tres pisos y un balcón en cada uno de ellos y la estructura era de piedra, lo que indicaba la antigüedad de ella. Tenía una mezcla entre piedra y madera, dándole un toque rústico. Los ladrillos rojos de la fachada hacían una muy buena combinación con la madera blanca de las ventanas y la puerta principal. Un jardín exterior decoraba la casa dándole vida con flores de varios colores y arbustos muy bien recortados.

Era impresionante, imponente y muy bonita. Gritaba «dinero viejo» por todos lados.

Dave Jordan no solo era popular por jugar al fútbol, ser capitán y carismático con todos. Sino también porque sus padres eran dueños de varias empresas en el país, lo que lo hacía uno de los más ricos en el instituto, casi tan rico como el padre de Lissandra.

Me mostré maravillada al entrar a la casa porque contaba con un amplio vestíbulo y dos salas que parecían salones de fiesta por lo grandes que eran. Dave dejó su mochila tirada en el mullido sofá de cinco cuerpos y al instante una chica vestida con uniforme de sirvienta apareció y se llevó la mochila en dirección a la escaleras luego de saludarme con una sonrisa amable.

Vaya. Eso no me lo esperaba. ¿También tenían sirvienta?

—¿Quieres hacer la tarea aquí o en la oficina? —preguntó Dave mirándome con atención. Me sentía tan abrumada por aquella casa tan grande que me encogí de hombros—. Podemos quedarnos aquí si deseas.

Asentí.

—Sí, claro.

Nos sentamos en la alfombra marrón con diseños intrincados y apoyamos nuestras espaldas en los sillones para quedar frente a la gran mesa de vidrio delante de nosotros, donde un par de adornos que parecían costosos permanecían sobre la superficie. De mi bolso saqué las cosas que necesitaríamos para la tarea de Biología y las coloqué frente a mí.

Mi celular sonó alertándome de una llamada. Con el corazón latiéndome de prisa por el susto, lo saqué notando que solo era Cloe. No Jayden, como yo pensaba. Diciéndome que todo estaba bien, que no debería ser paranoica ni mucho menos asustadiza —porque no estaba haciendo nada malo—, contesté.

—¿Aló, Cloe?

Se suponía que Ivor iba a recogerla, ¿por qué estaba llamándome?

—Clara... —susurró con la voz temblorosa.

Me puse alerta.

—¿Qué pasa?

—Estoy en el baño de Ivor —respondió susurrante. Un deja vu me asaltó—. No sé qué me pasa pero estoy un poco nerviosa y algo aterrada. Verás..., Ivor y yo estábamos en su sala, besándonos y todo eso, luego una cosa llevó a la otra y terminamos en su dormitorio. Pero luego empezó a sacar cosas raras de su mesa de noche y...

—¿Cosas raras? —repetí confusa.

Dave me miró atentamente.

—Juguetes sexuales —aclaró ella.

—Oh. —Me puse colorada. Esperaba que Dave no hubiera oído a Cloe, aunque eso era poco probable porque la voz de Cloe era bajita contra mi oído. Aun así decidí alejarme en dirección al vestíbulo para mayor privacidad—. Mujer, me asustaste. Pensé que estabas en problemas.

—Ay, Clara, no sé qué hacer. Nunca he hecho esto y ahora estoy envuelta en una realidad donde mi amante es Christian Grey.

Ella sabía de aquel personaje porque yo se lo había comentado luego de haber leído los libros y ver las películas, pero fuera de eso, Cloe no sabía nada sobre el sexo.

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora