19 | ACEPTAR LA REALIDAD

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Un nuevo día significaba un nuevo comienzo.

Pero cuando aquel día amaneció, todo lo que quería hacer era enterrar mi cabeza bajo la almohada y no salir nunca de la cama. Mi cuerpo estaba cubierto por las sábanas y tenía la cabeza apoyada en el pecho de Jayden, había dormido muy tarde en la madrugada, tratando de cerrar los ojos y alejar esas imágenes horribles de mi cabeza. Pensar en otra cosa había funcionado para dormir momentáneamente, pero ahora que abría los ojos me daba cuenta que la realidad era demasiada como para ignorarla. El persistente recuerdo de mi mejor amiga me perseguía incluso con los ojos abiertos, aquella sensación en el pecho no se iba y sentía que aumentaba cada vez más estrujando mi corazón.

Volteé el rostro hacia Jayden haciendo una mueca cuando lo vi con la vista pegada al techo, miraba fijamente hacia arriba como si no hubiera dormido en toda la noche. Las ojeras bajo sus ojos lo delataban. Me levanté con poco esfuerzo y me coloqué sobre él, dejando que mi pecho quede al ras del suyo mientras acariciaba su rostro desprovisto de vello facial.

—¿No has dormido nada? —Por fin volteó a verme. Noté que sus ojos usualmente de un verde claro, ahora estaban oscurecidos y rojos por haber llorado. Negó con la cabeza, sin hablar—. Lo siento mucho.

Carraspeó, pero aún así su voz sonó ronca.

—¿Qué hora es?

Volteé para fijarme en el reloj de su mesita de noche y casi me caí de la cama al ver la hora. Estaba justo a tiempo para meterme a la ducha y darme un baño rápido para ir al instituto. Como pude me puse de pie mientras Jayden permanecía con los ojos perdidos en el techo.

—Tenemos que alistarnos, ya casi son las siete. —No escuché una réplica de su parte mientras me agachaba en el suelo para buscar mis zapatillas, cuando las encontré me levanté y me asomé a la cama, Jayden no parecía haberme escuchado—. ¿Jay? —Giró el rostro, mostrándose aturdido—. ¿No irás a clases?

—No, prefiero quedarme.

Por mucho que quisiera quedarme con él, no podía faltar si no quería enfrentar la furia de mamá. Me senté en el borde de la cama y toqué con cuidado su mano, aferrándome a sus dedos mientras Jayden me observaba en silencio.

—¿Estarás bien solo?

Noté que forzaba una sonrisa cuando alzó las comisuras de sus labios en un torpe intento mostrando aquellos hoyuelos que tanto me gustaban.

—Sí, princesa. Si necesito algo, te escribiré.

—Bien, no dudes en hacerlo.

Antes de que pudiera ponerme de pie, Jayden me jaló sobre su pecho y acercó su rostro al mío, me alejé con una mueca antes de que pudiera besarme.

—No me he lavado los dientes aún.

—No me importa.

No tenía mal aliento —gracias a mi cuidado bucal, la buena higiene y todas las visitas constantes al odontólogo—, pero aún así estaba reacia a besarlo. Hasta que Jayden atrapó mi labio inferior entre sus dientes y yo perdí la batalla derritiéndome bajo su contacto mientras me besaba con fiereza, como si no lo hubiera hecho en años. Me aferré a su pecho mientras deslizaba mi lengua en la suya, sintiendo aquel aleteo en el corazón que sentía cada vez que lo besaba, un indicador de lo afectaba que me sentía por este hermoso hombre.

Me alejé respirando entrecortadamente, con las mejillas encendidas.

—Para que me recuerdes todo el día —murmuró.

—Vaya —fue todo lo que atiné a decir—. Nos vemos luego.

Salí de allí antes de que la tentación de meterme a la cama nuevamente con él fuera demasiado grande como para ignorarla. Mi mamá pondría el grito en el cielo y me sacaría de los pelos si supiera que dormí con él. Ella podría ser de mente abierta, pero eso no significaba que estaba de acuerdo con nosotros dos durmiendo juntos bajo el mismo techo. Me escabullí fuera de su habitación y miré a ambos lados del pasillo para asegurarme que mi mamá no estaba cerca antes de correr al baño y encerrarme allí para darme una ducha rápida.

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora