06 | EXTRAÑAR DUELE

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JAYDEN

Extrañar a alguien era una mierda.

Extrañar a alguien que ya no estaba, era una puta mierda.

Cada día me levantaba de la cama extrañando a mi madre. Sentía una opresión en el pecho al recordar que ya no estaba viva. El retorcijón en el estómago era inevitable cada vez que pensaba en ella, lo cual era muy a menudo. Mi madre había sido parte de mi vida, era quien había curado mis heridas cuando papá me enseñó a manejar bicicleta y choqué contra un árbol. Había sido la que estaba a mi lado cuando tenía pesadillas en las noches. La que me consoló cuando papá falleció. Ambos nos consolamos mutuamente con las muertes de papá y Mía, fueron sucesos tan seguidos que rompió los pilares de la familia. Mamá se derrumbó.

A veces creía que la causa de su enfermedad fue el dolor.

Mamá murió sufriendo, sabiendo que me quedaría completamente solo.

Ahora que no tenía a nadie, mas que a mí mismo, venían esos días de dolor en los que extrañaba con locura a mi familia.

No solo extrañaba a mi madre, también a Mía y a papá. Era un constante dolor en el pecho saber que toda mi familia estaba muerta.

La única sensación de alivio que sentía, era con Clara.

Tal vez no nos llevábamos tan bien, pero era la única chica que me hacía sentir en paz cuando mi cabeza era un completo caos.

No siempre fue así, por supuesto. Cuando éramos niños, mientras crecíamos, siempre la veía como la fastidiosa mejor amiga de mi hermana. Siempre presente en casa para visitar a Mía, pero constantemente metiéndose en mi camino. Quería hacer todo lo que yo hacía, jugar con mis juguetes y seguirme a todos lados. Así que la empecé a odiar. La odiaba por querer ser como yo. Ella pensaba que podía ser mi amiga por el simple hecho de ser la mejor amiga de mi hermana, pero las cosas no eran como ella pensaba, así que dejé de tratarla bien para ser indiferente.

Me duró unos años.

Cuando Clara creció y se alejó de mí, al darse cuenta de que no iba a conseguir ni siquiera una amistad de mí, me di cuenta realmente de lo que me había perdido. Pero ya era demasiado tarde como para volver al pasado. Y no era de las personas que pedían perdón. Además, el odio y el resentimiento por perder a Mía y luego a papá crecieron en mi interior borrando todo rastro de mi humildad. Así que simplemente lo dejé pasar hasta que la oportunidad de acercarme a ella surgió cuando me dio la grandiosa idea de tener una novia falsa para escapar de las garras de mi exnovia.

Con la excusa de acercarme, le pedí que fingiera conmigo.

Y actuaba muy bien su papel. Demasiado bien.

Incluso cuando fingía que no la soportaba.

Mientras estacionaba mi moto en el espacio de siempre, en el estacionamiento del instituto, Dave se me acercó bajando de su auto y viniendo a mi lado.

—¿Problemas en el paraíso? —preguntó a modo de saludo.

Lo miré de reojo mientras caminábamos hacia las puertas de entrada.

—¿Por qué lo dices?

—Estás más molesto que de costumbre un lunes por la mañana.

Rodé los ojos.

Dave era mi mejor amigo desde que lo conocí en primer año, cuando su familia se mudó a Barrow y no tenía amigos. Fui su primer amigo, y a pesar de haber dejado el futbol americano, seguíamos siendo tan unidos como antes.

El único problema ahora era Clara.

Me fastidiaba que estuviera interesado en ella cuando era mi novia. Falsa, claro, pero mi novia al fin y al cabo. Nadie sabía que estábamos en una relación falsa, Dave no podía enterarse porque todo se iría a pique.

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora