11 | ENFRENTAR LA REALIDAD

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JAYDEN

Si cierro los ojos un segundo puedo rememorar el momento del beso con Clara.

Fue tan sublime, tan mágico, que persigo aquel recuerdo como un loco desesperado mientras lamo mis labios como si aun estuviera en aquel momento, besándola como si no hubiera un mañana. Recuerdo su aroma a vainilla inundándome, entrelazándose con el olor a nicotina por el cigarro que fumé antes de besarla. Ni siquiera pude contenerme, cuando la tuve frente a mí, mirándome con esos ojazos marrones y sus labios suaves tan cerca de mí, no me resistí. Me lancé a por ello besándola como si no hubiera un mañana, como si la necesitara para mi próximo aliento.

Besar a alguien nunca se había sentido tan bien hasta Clara. Fue mi punto de culminación cuando toqué sus labios, porque estuve muy cerca de tocar el cielo con solo un roce de nuestras bocas.

Luego del beso nos habíamos mirado a los ojos, como si estuviéramos en nuestra burbuja. Vi vergüenza en su mirada, pero no me preocupé por ello. Besé su frente y la llevé de vuelta a la moto para volver a casa.

Ahora me encontraba aquí, en el instituto, esperando verla. Por la mañana había salido antes que yo y con tía Elaine se fueron, dejándome el desayuno sobre la isla de la cocina. Clara estaba evadiéndome, era obvio. Pero no más, iba a buscarla en el instituto y enfrentarme a ella, no podía evitarme todo el día.

El primer periodo de clases pasó sin previo aviso. Mi princesa era muy buena escapándose de mí. Me evitó cada vez que nos cruzamos por el pasillo, siempre del brazo de sus amigos y nunca mirándome a los ojos, siempre apartando la vista. Ahora no podía esconderse, había llegado la hora del almuerzo y estaba dispuesta a atraparla. Ya le había dado demasiado tiempo para pensar y maquinar cosas.

Era hora de reclamarla.

Entré por las puertas de la cafetería con una misión en mente. No pude llegar muy lejos porque el brazo de Dave rodeó mis hombros.

—¡Ey, Jay! —comentó emocionado—. ¿Vendrás este sábado al partido?

—Sí, claro —contesté distraído.

Paseé mis ojos por el lugar barriendo la cafetería con mi mirada, pero no encontré a Clara por ninguna parte. La mesa donde siempre se sentaba estaba desocupada, vacía. Me había tardado en venir para poder interceptarla sin que tuviera otra salida, pero había volteado la tortilla escapándose lejos de mí.

Apenas presté atención a lo que Dave me decía, estaba absorto en mis pensamientos. Si esperaba demasiado tal vez se seguiría escapando y mi estado mental no soportaría varias horas sin saber de ella, así que dejé a mi mejor amigo con la palabra en la boca y me fui de allí. El único otro lugar al que podría ir se encontraba en el segundo piso, así que subí las escaleras con mi mochila al hombro buscándola. Sabía que tenía que darle su espacio, pero, ¿por qué se alejaba así de mí? ¿Tan malo había sido el beso? No, yo había estado ahí. Había sido recíproco, ella había llevado sus manos a mi cuello y me había apretado contra ella para profundizar el beso. Incluso la había escuchado suspirar, y fue un suspiro bueno. Uno que parecía querer anhelar más. Así que no era por eso que huía.

Busqué en el primer piso de la biblioteca, el lugar donde habíamos estado la última vez pero no la veía. Ni a ella ni a sus amigos. Así que tomé las escaleras hacia el descansillo del segundo piso, el lugar que era conocido por ser un nido de amor para las parejas donde solían escabullirse en clases para comerse la boca.

Subí despacio y busqué entre los estantes de libros, hasta que me detuve abruptamente al oír mi nombre.

—No sé qué hacer ahora. —Hubo un suspiro, era Clara hablando. Me apegué al estante para que no me viera. Entre los estantes de libros pude ver su silueta en el suelo junto a otras dos. Sus mejores amigos—. Jayden vive conmigo, ¿cómo se supone que lo veré a la cara ahora?

El motivo de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora