❝Do I Wanna Know?❞ |Buggy| Live Action| EDITANDO

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ENTRE MÁS ME LA MAMAS, MÁS ME CRECEEE.

Ok no.

[...]

Hay una neblina deslumbrante.

Una forma misteriosa en ti, querido.

¿Te conozco desde hace 20 segundos o 20 años?

¿Puedo ir a donde tú vas? 

¿Podemos estar así de cerca por siempre y para siempre?

POV; Narradora.

A veces, el perdón suele ser difícil, incluso doloroso.

Las personas suelen ser arrogantes a la hora de tener que hacer las pases con otras. Comprensible para algunos, sí. Sin embargo, para otras no es arrogancia, es un sentimiento dentro de ellas mucho más complejo de lo que algunos piensan.

La mente vuelta un desastre por dos simples posibles respuestas; Sí y no. Y el mundo a tu alrededor pausado a la hora de pensar las cosas con claridad. 

Para tu buena suerte, Arlong los dejo en Arlong Park, dándote un ligero descanso, y salió con prisa, sin decir a donde iba o a que hora llegaba, aunque supusiste que no tardaría. Tu cuerpo se encogió en el piso, las rodillas pegadas al pecho y abrazadas por ti. Habías pedido a Kuroobi que te dejara encargada de Buggy, ya si algo pasaba asumías tu responsabilidad y, aunque el payaso tenía cara de problema, no lo sería tanto para ti. 

Optaron por sentarse lejos del ruido y las fuertes voces de los hombres-pez totalmente metidos en su fiesta, bebiendo y jugando alguno que otro juego de mesa.

Tu expresión no había cambiado desde la última hora, manteniéndote en el mismo callejón sin salida que dibuja tu mente, cuestionándote a ti misma una y otra vez. Sabías que después de todo esto, Arlong te llevaría a verlo y eso solo te hacía sentir cada vez más intranquila.

 Deslizaste la mirada al perfil de Buggy una quinta y corta vez, verificando si aún seguía igual de tranquilo que cuando lo sentaste a tu lado. 

Buggy pasó su lengua por sus labios rojos, limpiando así las manchas de chocolate que tenía en la comisura de sus labios, llevándose la penúltima fresa con dulce de la caja a la boca mientras hacía ruiditos roncos, casi inaudible. Habías guardado esa pequeña cantidad de fruta para comerla cuando volvieras, después de haber cumplido tu misión, pero terminaste regalándoselas sin chistar. La verdad en aquel momento te importaba muy poco.

Los orbes verdes chocaron con los tuyos cuando iba a agarrar la última, deteniéndose un segundo y sonriendo levemente. Sobaste tu nariz con el dorso de tu mano y volviste tu vista al frente, suspirando. Su mano tocó el costado de tu brazo, la yema de sus dedos rozando levemente el pez sierra tatuado en él, mientras se acercaba un poquito más. 

Giraste tu cabeza y lo contemplaste para saber que quería, encontrándote con su mano estirada hacía ti, sus dedos sosteniendo la última fresa que quedaba.

— Come. — Negaste con la cabeza — Anda, cométela. 

— No Buggy. — Apretaste los labios. Él rodó los ojos.

— Estoy siendo muy generoso, niña. Cométela ya. — Negaste de nuevo. El payaso tomó tus mejillas y las apretó con suavidad, colocando la pequeña fruta en tus labios y empujándola con fuerza al interior de tu boca.