Cuatro años después.
22 de diciembre.
El oleaje de esa mañana mecía el barco con suavidad, terminando por arrullarte, sumergiéndote con más profundidad en el placido sueño. Envuelta en las sábanas, con una almohada entre los brazos que estaba apunto de estallar y hacer volar las plumas de las que estaba rellena de tanto ser abrazada. Con el Sol asomándose por el ventanal del camarote para iluminar la suave piel de tu rostro, bañándote en el contorno anaranjado con amarillo a su paso.
Era medio día.
Un chasquido quebró el estado de silencio en las cuatro paredes, proviniendo de la única persona que dormía en aquel espacio, tú. Tu rostro se deformó en una mueca de incomodidad y molestia, haciendo desaparecer las relajadas facciones que habías tomado al dormir. El mismo escándalo de todos los días en la cubierta, el mismo despertador.
Probablemente cualquiera estaría arrepentido de no haber conseguido una tripulación más tranquila. Menos mal ese no es tu caso, por ahora.
Cuando dejaste atrás tu mentor, te empeñaste arduamente en conseguir a varias personas que quisieran unirse a lo que sería una tripulación y, por suerte, si hallaste y más de una. No eran los más serios, tampoco demasiado grandes como lo eran los de otros barcos, pero había algo que los describía perfectamente; Ruidosos.
Los doce hombres que te acompañaban no eran los más callados de todo el mundo, aunque respetaban los momentos en los que no estabas de humor como para escucharlos hablar hasta por los codos. La cosa era que, las mañanas no eran ese tipo de momentos, según ellos.
Te levantaste con lentitud, bostezando y sobándote los ojos con suavidad para poder acoplarte a la luz del día. Posteriormente una goma para el cabello sostuvo el tuyo en una coleta alta, dejando esos mechones cortos por fuera, como siempre. Te vestiste en un abrir y cerrar de ojos, tomando por último tu sombrero de capitán, tus dos espadas a la cintura y la chaqueta, su chaqueta.
Cerraste la entrada a tu camarote con cuidado, siendo recibida con la brisa marina golpeándote el rostro suavemente, parpadeando varias veces ante los fuertes rayos de sol que se derramaban sobre la cubierta. Caminaste con lentitud hasta el parloteo de unas gruesas voces, algunas con una ronquera notable y luego la última, aguda.
— Aparten, pesados. — Los empujaste uno por uno, llegando hasta la bola de pelos despeinada que yacía en el piso, acorralado por el otro molesto cuerpo.
Gumi y Toru eran los más jóvenes, pero Toru era un poco más delicado y te diste cuenta el día que lo encontraste. Él era la ovejita rosa. O así fue como lo apodaron los demás cuando lo llevaste al barco y lo protegiste de los piratas que habían asaltado su aldea cuando apenas tenía 10 años, hace al menos unos 3 años.
Y no era un secreto para nadie que sus mayores problemas se presentaban cuando el mayor estaba cerca de él, molestando. Ser envidioso era parte del ser de Gumi, como lo era también la terquedad y el egoísmo. Te recuerda a alguien por ahí.
— Ya, deja en paz a mi niño. — Tomaste al peli negro, Gumi, de la oreja y lo jalaste contigo lejos de la burbuja invisible de Toru. El peli blanco suspiró aliviado, levantándose del suelo y sacudiéndose la ropa.
— Esa rata blanca empezó. — Lo señaló, el otro solo soltó un grito ahogado. Negaste con la cabeza, suspirando con decepción. — Perdón.
— Nunca voy a escuchar un perdón más falso que ese.
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❝Do I Wanna Know?❞ |Buggy| Live Action| EDITANDO
Fanfiction❝Bonito rostro❞ ❝Bonita nariz❞ Donde gracias a tu querido capitán terminas conociendo a tu insoportable dolor de cabeza. ¿Su nombre? Buggy. Inició; 15/9/23 Finalizó; 22/12/23