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Siempre se me ha hecho bien bonito escribir un primer beso.

[...]

El revoloteo en tu estomago, causándote leves cosquillas. El corazón completamente estremecido del payaso, golpeando su pecho con una fuerza brutal que le provoca un dolor diminuto. 

Se aferró a ese pequeño momento de paz que se permitió tomar con atrevimiento y consecuencia, hundiéndose en una pequeña y blanquecina nube en la que se mantenía pegado a tu cuerpo. Te envolvió con sus fornidos brazos, compartiendo la calidez de su chaqueta contigo.

Tus labios se tomaron un descanso. Buggy los volvió a tocar en un beso más corto poco después. Y otra vez. Y otra. Volviéndolos cada vez más diminutos hasta parar y apoyar su mentón sobre tu cabeza.

La delicadez de sus manos, ásperas como evidencia de los años que había pasado navegando por el mar junto a su tripulación. Con frecuente miedo de lastimar la fina y suave piel debajo de la yema de sus dedos, como si se tratase de algo que podría romperse con facilidad si tan solo sus manos, manchadas de la maldad y la sangre que había esparcido antes, la tocasen. 

Entonces, cuando el silencio se apoderó del ambiente y los sentimientos del payaso chocaron con su ego, sintió que iba a derretirse. 

Y, por primera vez, quería dejarse llevar un poco por el momento, perdiéndose en aquel mar de emociones. Pensó que se estaba volviendo loco, más de lo que estaba, claro. 

Pero aún así, sentir que a pesar de todo siempre sería despreciado por todos, aún pensando en que tal vez esto solo fue un pequeño roce, lo ponía enfermo. No le gustaba. No se confiaba. ¿Cómo alguien que se ha portado tan mal como él podría siquiera ser querido por otro?

Así funciona. 

No, niña — Pensó. Empujó tu cuerpo suavemente sin alejarte demasiado, apoyó sus manos sobre tus hombros y los masajeó, agachando la cabeza — Fue un buen alivio.

— Si sabes que tiemblas ¿Verdad? 

— Sí, sí, de hecho, mhm. — Tarareó asintiendo, soltándote con lentitud, guardando silencio segundos eternos. Nunca supo que decir después de dar un beso, mucho menos uno que fue el primero, en realidad, solo el primero tuyo — Mocosa-...

— Buggy — Lo interrumpiste antes de que continuase. — ¿Qué sientes?

El payaso contuvo el aire todo el tiempo que tuvo. Luego, lo soltó en una gran bocanada, mirando al frente con las manos cerradas en un puño. 

No sabía lo que sentía, ni siquiera tenía idea de que podía siquiera sentir mariposas en el estomago. Había dejado de considerarse humano hace mucho, pensando que hasta sus sentimientos se habían esfumado. 

— No lo sé, niña. No lo sé...Mierda. — Se quitó los guantes con los dientes, lento, sin ninguna prisa. Las manos le sudaban. Necesitaba un respiro.

— Igual — Te encogiste de hombros. Tampoco tenías una respuesta para aquello — Siento raro.

— A mi me duele. — Murmuró.

— ¿Qué?

— El corazón — Dijo — Me va a dar un infarto por tu culpa, mocosa terca. 

— ¿Yo que tengo que ver? — Te giraste de nueva cuenta, entreabriendo los labios en una expresión confusa. 

— Eres tonta ¿Verdad? — Claro que recibió su golpecito por aquello. Se acercó a tu oído, pasando su brazo por tu hombro y cerrando ambos ojos. Esto probablemente sería lo más blando que diría — Solo deja de mirarme de esa forma. Ya no, niña... — Hizo una pausa, apoyando su cabeza en tu hombro — Te hiciste querer, maldita sea.

❝Do I Wanna Know?❞ |Buggy| Live Action| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora