⛸Capítulo 1⛸

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Recuerdos melancólicos

Kenzie

Mi mente se transporta a otro lado, me dejo llevar por la música y hago lo mío. Me relaja esta canción, la intro te lleva a lugares que te dan paz. Es preciosa, siempre la escucho cuando quiero irme un rato del mundo. Mis ojos se cierran y patino sobre la pista de hielo, me olvido del mundo, de todo más bien. Solo patino con los ojos cerrados, sintiendo la música por todo mi cuerpo. Mis ojos se cristalizan cuando pequeños recuerdos de hace cuatro años y medio llegan a mi, es inevitable no ponerme vulnerable cuando dos pares de ojos esmeraldas y ese semblante frío se cruza por mi mente.

A veces también escucho esta canción para que a mi mente le lleguen todos esos recuerdos que jamás saldrá de mi corazón y ni de mi cabeza. Los puse en una cajita que nadie abrirá, aunque me haya propuesto a olvidar..., es doloroso recordar al amor de mi vida tirado y moribundo. O cuando me dieron la noticia de que murió por un derrame cerebral. Lo único que me quedó de él es su recuerdo doloroso y también una hermosa pequeña que es su clon. Es mi razón de mi vida, la razón por la que decidí soltar y volver hacer feliz como antes.

Doy varias vueltas sobre la pista, patino con suavidad. Mis ojos se mantienen cerrados aún, más recuerdos de él encima de mi o viceversa, él diciendo que era una diosa ante sus ojos, él jugando con Ángel, él diciéndome lo mucho que me ama..., Dios. Esto duele aún.

Cuando la música termina, me detengo. Ahora me doy cuenta que mis ojos están aguados y varias lágrimas se corrieron por mis mejillas.

Solté un largo suspiro y abrí los ojos.

—¡Esa es mi novia! —sonreí y miro hacía los asientos.

Mi mirada fue a una pequeña de cabello negro y ojos brillosos.

—¡Mami, mami! —reí bajo y patiné hasta ellos.

Salí de la pista y me senté al lado de mi novio, mi hija me abrazó con ternura. Le gusta mucho el contacto físico, me di cuenta desde que nació.

—Hola, mis amores —los saludé.

Fabrice me dio un corto beso en los labios, sonríe más al separarnos.

—¡Estuviste fabulosa, mami! ¿Verdad, Fabrice? —mi hija lo miró con una sonrisa.

Él le sonrió.

—Siempre patina fabulosa —me guiñó el ojo.

—¿A qué se debe el honor de tenerlos aquí? —les pregunté a los dos.

Ambos se echaron una miradita cómplice.

—Verás, tu hermosa hija y yo queríamos invitarte a comer...

—¡Donas! —terminó por decir Addison feliz.

—Me gusta la idea. Solo me tengo que cambiar y listo —me levanté.

—¡Yo te acompaño, mami! ¿Puedo? —Addi me hizo ojitos.

Dios, me recordó a su padre cuando se comportaba así conmigo.

Vamos, Kenzie. Tenemos que olvidar.

Sacudí la cabeza y le asentí a mi hija.

—Yo las espero aquí —me incliné y dejé una suave beso en los labios de Fabrice. Me sonrió.

—Vamos, mami —Addi me llevó, agarrada de mi mano derecha.

Llegamos al vestidor y me siento en una banca para quitarme los patines, Addi me ayuda trayendo mi bolso. Le di las gracias. La pista está sola, quise patinar hoy sin que nadie estuviera aquí, necesitaba despegar mi mente.

Always stayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora