Cierta llamada
Aedus
Mack sigue en silencio, yo no desvío mi mirada de ella. La habitación está tensa, el gato gay se durmió boca arriba con la boca abierta.
—Vete de aquí, Aedus —apreté los labios, su mirada se volvió fría y no me agrada.
—Mack, déjame verlo...
Me quedé callado cuando me dedicó una mirada enojada, tomó una bocana de aire y se levantó la camisa más arriba de su ombligo. El aire dejó mis pulmones, mi mente quedó en blanco al ver esa zona.
—He intentado ponerme todo tipo de crema para que las marcas desaparezcan, solo desaparecen muy poco... —su voz se quebró.
Doy tres pasos hasta quedar frente a ella, mi mirada se clavó fijamente en su abdomen. Tiene un piercing que le queda perfecto, su piel está muy pálida. Puedo sentir su mirada en mi, pero no despego mis ojos de su abdomen. Mi mano derecha por instinto tocó su piel, su cuerpo se tensó. Tragó grueso. El pequeño roce de mis dedos en sus marcas causaron algo dentro de mi, una extraña corriente y necesidad por tocar todo su cuerpo. Las marcas se ven que fueron muy dolorosas para ella, se tornaron marrón y a la vez roja.
—¿Cómo te sientes al tenerlas? —me escuché preguntarle, alzando la mirada para verla a los ojos.
—Sucia, por algo las tapo. Verlas solo me traen recuerdos que quiero olvidar, pero es imposible olvidar el infierno que me hizo vivir Nathaniel —admitió con la voz apagada.
Intenté tocar su cuerpo, pero ella retrocedió acomodándose la camisa.
—Amor...
—No. Me. Llames. Así —recalcó cada palabra como si al decirla, le quemara por dentro.
—No puedes prohibirme a llamarte como quiero...
—No me importa. Ya puedes volver, no te quiero aquí —aclaró.
Auch.
—¿Por qué? Ah, no me digas —frunció el ceño cuando ladeé la cabeza por toda la habitación —. ¿Tu noviecito se siente inferior cuando estoy cerca de ti? ¿Siente celos o.... inseguridad? —sonreí con arrogancia. Mack apretó los labios.
—Se llama Fabrice, mi pareja la respetas, Aedus —me pasó por un lado, tomé su muñeca para detenerla. Estrellé su cuerpo contra el mío, soltó un pequeño jadeo.
—¿Qué pasa si te beso como he querido hacerlo en este momento, amor? —le pregunté con seriedad, ella sonrió como si hubiera dicho una tontería.
—¿Y crees qué caeré rendida a tus pies? ¿En que mundo vives, Barker? —levanté una ceja con coquetería.
—En un mundo donde Mackenzie Morgan se encuentra en todas partes —acerqué mi rostro al de ella, dejó de sonreír.
Necesito besarla, ahora.
—Ajá —fue lo que dijo con amargura.
—Mack... —quise besarla, sin embargo, su mano impactó contra mi rostro.
No voy a negarlo, me dolió un poco y a la vez me causa risa. Esta mujer no se deja por nada del mundo, bueno, es Mackenzie Morgan. ¿Quién podría pisotearla? Nadie; la mirada que me está echando me hace tragar grueso.
—¿Qué te crees, Barker? Si tenemos una charla será por Addison, del resto no tengo por qué perder mi tiempo contigo —se oye tan segura que no puedo hablar, no me salen las palabras —. ¿Te queda entendido o qué? No necesito hablar contigo de cosas que no tienen que ver con mi hija. Ahora, te pido amablemente que te vayas —señaló el balcón.
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Always stay
AçãoSEGUNDO LIBRO DE LA BILOGÍA STAY "Siempre sufriremos en el amor" Mackenzie ahora es la mejor patinadora del mundo, ganando premios a cada competencia a la que va. Ella cree estar feliz..., pero sigue sintiendo que le falta algo que se rompió cuando...