⛸Capítulo 3⛸

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Reacción inesperada

Kenzie

Finn aparcó la camioneta en frente de la mansión Morgan. Me siento rara al estar aquí, han pasado varios años que no venía, aún sigue viéndose igual. También están los mismos guardias, sonreí melancólica al ver a Claus, un fuerte recuerdo de cuando me escapé de mi casa con Aedus y él me llamaba, llegó a mi. La melancolía se apoderó de todo mi cuerpo, mi vista se nubló de una vez.

—Bienvenida de nuevo, señorita Kenzie —le sonreí a Finn, sus ojos brillan.

Mike dijo que lo dejáramos en el penthouse en donde vivía... Aedus.

—¡Es preciosa la casa de los abuelos, mami! —chilló mi hija a mi lado.

Durante el camino, le conté a Addison que tenía otra familia, ella me preguntó si sabían de su existencia, tuve que explicarle la situación. Lo bueno, fue que mi hija comprendió, además, se emocionó porque tenía otra familia. Sarahí me ayudó un poco explicándole, le había pedido a Finn que la dejara en casa de su mamá. La saludé, a ella y a su esposo, ambos siguen amándose como la primera vez. Se pusieron contentos al presentarles a mi hija, Addi ahora los adora.

Tragué grueso y tomé la mano de mi hija, Finn me dió una pequeña sonrisa que se la devolví a medias.

Solo afrontemos las cosas.

Después de una bocana de aire, comencé a caminar con mi hija a la entrada. Finn le pidió a unos hombres que subieran mi equipaje y el de mi hija, también me ayudó a traer a Ángel —que no deja de maullarle al pobre para que lo baje —. Al final tuvo que rendirse y dejar que Finn le llevara adentro.

Él nos abrió la puerta, una punzada de recuerdos llegaron a mi de nuevo, pero los ignoré. Fue mi hogar durante mi infancia, ya en la adolescencia, dejó de serlo.

Cuando entramos al vestíbulo, escuché unos pasos bajando las escaleras. Me quedé quieta unos segundos, papá terminó por bajarlas, su cuerpo se congeló al vernos.

Lleva un traje oscuro, sus ojeras son un poco notorias, su cabello está corto. Tiene una pequeña barba de tres días, sigue viéndose joven aún. Su mirada cansada se iluminó al ver a su nieta, esa hermosa sonrisa apareció en sus labios.

—Mis niñas —fue lo que dijo.

—¡Abuelo Reece! —solté la mano de mi hija, ella no dudó en correr hacía los brazos de papá.

Finn se puso a mi lado, bajó a Ángel que lo miró con ganas de matarlo. Mi bebé sintió esa sensación familiar, porque recorrió todo con la mirada, mientras se estiraba. Finn fue a ayudar a los hombres con nuestros equipajes.

Mi atención volvió hacía papá y Addi, él la cargó, la mira como lo hace conmigo. Estos años ha sido el mejor abuelo para mi hija, la consiente todo el tiempo.

Ladeó la cabeza y sus ojos conectaron con los míos. Me acerqué a él, su otro brazo rodeó mi cuerpo, nos apretujó a Addi y a mi. Me sentí como una niña de nuevo, una niña que necesita los brazos de papá. Las lágrimas comenzaron a salir, dejó varios besos en mi sien. Sonreí más al separarnos.

—No saben lo feliz que estoy por tenerlas aquí, son mis niñas hermosas —mi hija y yo sonreímos. Sus ojos brillaron.

—¡Mi niña! —me giré tan rápido por ese grito.

—¡Nana! —no dudé en correr a ella, sus cálidos brazos se sintieron tan bien alrededor de mi cuerpo. La sentí sollozar, yo también lo hice.

Ella es mi mamá, siempre la consideré una. Es una de las personas más importantes para mi, si la llegara a perder, no sabría que sería de mi.

Always stayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora