Capítulo 14 Un pasado amargo

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Aunque habían transcurrido dos días desde la conversación de aquella madrugada, aún podía sentir cierta distancia entre nosotros, Lennon no había hablado al respecto, pero tampoco hacía demasiada falta que lo hiciera, su rostro reflejaba cierta indiferencia.

Quizá me había entrometido en algo que no debía, tal vez decir lo que pensaba de forma tan espontánea no fue la mejor de las ideas. Tal vez, solamente tal vez, no existía la confianza suficiente entre ambos para confiar unas palabras como las que salieron de mis labios.

¿Qué podía hacer? Si cada vez que la tenía cerca volvía a repetirse un poco más de lo mismo, ese sentimiento de querer ser su puto héroe, ese mismo que termina por frustrarme, porque cada noche mi mente y mi corazón debaten al respecto.

Mi consciencia me grita que debo de abandonar ese complejo de héroe, que tengo que dejar de querer salvarla, que debo de cumplir simplemente mi trabajo, lo que se me paga y dejar de verla como una prioridad, pero cada vez que la veo sonreír lo que mi consciencia me gritaba se vuelve diminuto, inexistente.

Cuando la miro con esa sonrisa tan hermosa el mundo se me paraliza, solamente me pasa por la mente que no quiero que esa sonrisa se borre nunca de sus labios y vuelvo a caer en el bucle, en ese mismo debate de cada madrugada.

—Kenneth —chasqueó los dedos ante mis ojos y aquello me devolvió a la realidad.

Una realidad en la que estaba parado en medio de la sala, esperando a que ella terminara su almuerzo para acompañarla, a un sitio que no quiso decirme que se trataba, como de costumbre, un poco más de misterio en la vida de una señorita caprichosa.

—Caprichitos —hice una reverencia a modo de saludo.

Odia que le llame de ese modo, pero la he comenzado a llamar de ese modo cuando estamos en un poco más de intimidad, se me hace la mujer más hermosa cuando la veo enojada, pero eso es algo que no se lo he dicho aún.

—Deja de llamarme de ese modo, parecía que estabas en la luna —sonrió levemente cruzada de brazos— Me ahorraré el preguntarte en qué pensabas, quiero que nos vayamos de una vez.

Me limité a asentir y caminar detrás de ella siguiendo sus pasos. Esperaba que como de costumbre nos estuviera esperando la camioneta en la puerta, que estuviera un chofer enviado por su padre, que se volvió un poco de costumbre en estos últimos días, al parecer para que ya no tengamos tanta intimidad.

Tengo la leve sospecha de que estamos siendo un poco obvios con lo que nos pasa, pero hay cosas que no se pueden ocultar, que una mirada o un simple gesto puede dejar expuestas nuestras emociones cuando se vuelven demasiado intensas y debo de confesar que entre ambos eso es algo que no falta.

Sin embargo, allí había un automóvil deportivo negro, diría que bello, pero las palabras se quedarían cortas para describir lo que era ese automóvil. Lennon con las llaves entre sus dedos las sacudió con una sonrisa y luego alzó ambas cejas, pensé por breves momentos que me diría que pronto vendría el chofer, pero luego lo vi en su rostro, aquella no era su intención.

—¿A qué esperas? Sube, hoy voy a conducir —dijo llena de emoción, sin embargo, no me moví ni un poco— Oh, vamos, no me vas a decir que tienes miedo a que yo te lleve de paseo.

—Pues te lo diré, de imaginar que tú vas a conducir esto, me da un pánico tremendo —confieso con seriedad y ella parece divertirse con la situación.

—Kenneth, eres un chico un tanto prejuicioso, por tener chofer, no quiere decir que no sepa conducir —se apoyó sobre el coche como si no estuviera dispuesta a moverse de allí ni a cambiar de opinión.

—No son prejuicios, pero es un coche deportivo, no cualquiera conduce uno de estos —digo con honestidad soltando un gran suspiro— Lo lamento Lennon, pero me niego a subir contigo.

El guardaespaldas de la millonaria caprichosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora