Capítulo 23 Lo que nunca te dije

78 4 0
                                    

Yo fui la primera en bajar del automóvil, me pude dar cuenta de que había algo que estaba preocupando a Kenneth, como si realmente no quisiera entrar a aquel sitio, pero luego miré al chico, ese que me había saludado hacía cuestión de unos minutos, parado en su puerta y las palabras salieron de su boca confirmando lo que estaba pensando.

—¿Son muchos recuerdos para ti, Kenneth? —preguntó parado desde la puerta— Imagina para mí, yo fui el que más perdí y no hay día que no recuerde ese dolor.

Aquellas palabras me bastaron para suponer quién era aquel chico y el porqué Kenneth no quería entrar a ese sitio, que seguramente le traería un montón de recuerdos.

Lo vi bajar del coche, entonces caminó hasta donde estaba el chico que lo miraba con cierta tristeza, se abrazaron y entraron, yo lo hice detrás de ellos. La casa era bonita, de esas casas humildes, pero que cuando entras te sientes como si estuvieras en la tuya, se siente como un hogar, así fue como me sentí al dar los primeros pasos.

Entonces Kenneth me tomó de la mano y el chico nos miró con una sonrisa.

—Sabía que ibas a encontrar a alguien, aunque hayas dicho que no lo harías, la vida es demasiado corta para guardarle luto a una persona para siempre y ella hubiera querido verte feliz, lo tengo muy en claro, porque sé cuanto te quería —comentó soltando un leve suspiro que parecía ser de alivio.

—Mike es el hermano de...

—No digas su nombre —le pide el chico del cual acababa de saber su nombre.

—Lo siento —pasa saliva de forma audible Kenneth.

Yo simplemente me quedé en silencio, no quería ser una entrometida, entonces el chico volvió a caminar, nosotros lo seguimos detrás, hasta que llegamos a la puerta de una habitación en medio de un pasillo, allí se detuvo y abrió.

Me encontré con la vista de algo un poco desagradable, una habitación típica de un chico, ropa por el suelo, un escritorio con un ordenador rodeado de bolsas de comida chatarra y latas de cerveza, olor a guardado, de ese poco agradable.

—Te has tirado al abandono —comenta Kenneth soltando una leve risa.

Mike se encogió de hombros, se lanzó sobre una silla de oficina quejosa y entonces se me quedó mirando fijamente, como si estuviera tratando de descifrar que era lo que pasaba por la cabeza de la niña rica al ver todo esto.

—¿Podemos empezar? —pregunté mirando al chico.

—Claro, seguramente que una niña rica tiene cosas mejores que hacer que estar en la habitación de un chico que ni siquiera limpia —me responde en cierto tono de burla.

—Realmente creo que es poco agradable estar en un sitio donde no se limpia, pero en efecto, tengo cosas mejores que hacer, por ejemplo, continuar buscando a mi madre y saber por qué me abandonó, así que... —tomo de mi cartera el sobre con el dinero que había retirado para darle— Agradezco si empezamos a trabajar, que al final no hemos venido aquí a una visita de cortesía.

—Me gusta su actitud, es una chica con carácter —se carcajea mientras mira dentro del sobre y levanta la mirada con sus ojos enormes— También me gusta la paga, espero que no esté haciendo algo que me mande a la cárcel, joder, que prometí ya no mandarme cagadas.

—Solamente necesito saber donde puedo encontrar a mi madre, supongo que puedes hacerlo —me encojo de hombros— No es algo muy complicado.

—Habló la persona que probablemente ni siquiera intentó buscar su perfil en internet —alzó ambas cejas, insinuante.

Le lancé una mirada fulminante y luego intercambié con Kenneth, no quería continuar abriendo la boca, después de todo, si lo hacía es probable que diría cosas poco amables. Aunque no quisiera admitirlo, lo necesito, necesito de su ayuda y hasta el momento creo que es la única persona capaz de hacerlo sin decirle a mi padre.

—Escucha Mike, sé que te gusta esto de hacer bromas, pero es un asunto un poco delicado para Lennon, necesita esa información y no puede buscar su perfil ni siquiera sin que su padre lo sepa, la tiene monitoreada gran parte de su tiempo, no la manda a seguir solamente porque está conmigo y sabe que puedo cuidarla —se encogé de hombros.

—De acuerdo, ¿el nombre? —preguntó volviendo su mirada al monitor.

—Mabel, Mabel Villin —comenté con mi voz un poco temblorosa.

De repente la alarma de mi coche empezó a sonar, vi a Kenneth salir corriendo hacia afuera, supongo que la idea de haber entrado los dos quizá no haya sido la más inteligente, pero ahora ya estaba hecho, el coche tampoco es como si me importara tanto.

—Parece que tal vez hoy te quedes sin coche, bonita —dice sonriente.

—No me importa el coche mientras puedas averiguar la información de mi madre, últimamente tengo muchas preocupaciones, me basta con tener a la familia de Kenneth queriendo acabarme y con tener un padre lleno de misterios —suelto de repente y me quedo en silencio al darme cuenta de lo que había dicho.

—La familia de Kenneth es en verdad un asunto complicado del cual no vas a poder librarte, si ellos no quieren que estés con Kenneth no lo estarás, mira a mi hermana, ella ahora está en un cementerio por no entender las advertencias —confesó haciendo que me quedara pasmada.

—¿Estás seguro de que la familia de Kenneth fue quien cortaron los frenos del coche que ella conducía? —pregunté aguantando la respiración.

—Llevaban tiempo amenazándola, su padre, ella jamás me permitió decirle a Kenneth que con quién tenía la deuda era con su padre, que era él quien obligaba a mi hermana a correr, no quería que él tuviera más problemas con su familia por su culpa, porque el padre de Kenneth no la quería a mi hermana con él —terminó por decir.

Un nudo se formó en mi garganta, no podía ser posible que hayan sido capaces de quitarle la felicidad a Kenneth, no podía guardar un secreto así, me di la vuelta para ir a buscarlo y decirle todo esto, cuando me di cuenta de que no era necesario, porque Kenneth estaba allí parado.

—Lo siento Kenneth, te juro que quería decirte, pero no pude hacerlo, ya te sentías demasiado culpable por no haberla sacado de eso a tiempo, menos podría haberte dicho que tu padre la mató —comentó en un hilo de voz.

El chico regresó a su pantalla, tenía abierto un programa, quién sabe que estaba haciendo en aquella computadora, yo no tenía mucha idea sobre todo eso, pero sin duda, tenía un buen conocimiento de la tecnología.

Salió un papel de la impresora, miré a Kenneth, solamente estaba parado allí, como un cuerpo vacío, me intenté aproximar, pero me miró de una manera que nunca había visto a Kenneth verme, como si tuviera tanto dolor adentro que no quisiera a nadie cerca.

El chico me entregó el papel, miró a Kenneth directo a los ojos, se aproximó a pesar de esa mirada y lo rodeó entre sus brazos.

—Suéltame —le pidió en un tono apagado, tenue, sin vida.

—No me pidas que te suelte, deja de hacerte esto Kenneth, no importa si ahora mismo lo destruyes todo, eso no va a traerla de regreso, no pierdas de vista lo que es verdaderamente importante ahora, lo que aún puedes salvar —le acarició el cabello.


Era la primera vez que veía así de roto a Kenneth, las lágrimas empapaban sus mejillas, el dolor que sentía era transmisible, podía entenderlo, aunque nunca hubiera vivido como él podía entender su dolor.

El guardaespaldas de la millonaria caprichosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora