💮LII. somos iguales💮

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Lissinie

Había pasado un mes, el tiempo realmente pasa rápido, mi panza aun no es muy notable, tengo 8 semanas y media.

Llevo todo este mes intentando sanar la herida en mi corazón, no quieto culpar a alguien por esa herida, pero si debiera le echaría la culpa a Elizabeth.

No es su culpa.

Alfa... Solté un gruñido y me resigné—esta bien, es mi culpa.

Es verdaderamente útil poder hablar con Alfa en mi mente, es menos revelador. Pero se la pasa regalándome. Bueno, después de todo es mi guía y mi Animal espiritual.

Mientras tomaba un descanso de la herida en el corazón, estuve practicando transformarme en Alfa, aun no puedo por completo, pero ya... salieron cosas raras de los intentos así que va bien.

Debo confesar que fue perturbador verme con cola.

Yo digo que te veías bien. Soy hermoso y te hago hermosa.

Como si ya no fuera suficientemente hermosa. Soy considerada la segunda mujer más hermosa de toda la existencia, tal vez la primera, mamá perdió su toque. — alardeo

—¡Hermana!

–¿Que pasa Sartén- digo,Sartael —me burle en tono inocente.

—Ja, ja, chistosa. Ya reposaste suficiente, ve a cerrar esa herida.

No le quise responder, lo que respondería era negativo y no quería mentir.

Todavía no entiendo por qué duele.

Me acerqué al lago y empecé la meditación, ya había aprendido a hacerlo sola, cada vez era más rápido, a pasado un mes y todo seguía igual.

Cuando entro en el negro de mi pecho, solo puedo ver a Elizabeth, cosas de ella, nuestros encuentros. Siempre lo mismo...

—¿mh? — vi una imagen diferente.

°•°•°•°

—¿de verdad esa pequeña es a Diosa oscura?

—es baja ahora, pero tiene tu edad.

La Diosa Elizabeth estaba siguiendo a la princesa de Edom, en uno de sus pocos escapes.

Por que si salio a la superficie.

Con ayuda de meliodas pudo escapar aveces, y cada vez, Elizabeth la iba a ver.

—él no está, le iré a hablar.

Pero cuando volteo, la princesa ya no estaba.

—¿eh?

—¿quien eres? —cuestionó la joven— siempre te siento. ¿Que quieres?

—E-Elizabeth.

—Una diosa. —lissie tenía su mano en el cuello de la diosa, el otro sirviente que acompañaba a la diosa, había huido. — ¿vienes a espiar?

No Es Lo Mismo [meliodas y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora