Esa mañana Hellsa se levantó sintiendo una fuerte opresión en el pecho; era el llanto acumulado sin soltar por la muerte de su hermana que aparecía visibilizado por la mascota muerta. Decidió salir a pasear por el bosque para poder tomar aire que la renovara y le permitiera sumergirse en sus pensamientos. Caminar y pensar, andar y vivir.
Estaba cansada, incluso podría decir que también enojada (recién se percataba) de cómo habían sucedido todas las cosas. La muerte de Anie le había generado mucha bronca, pero había tratado de negarla; Anie hubiera buscado venganza y ella siempre le había dicho que tenía que contrarrestar con amor, porque el enemigo era odio y el amor los aplastaba, era un veneno para ellos y ahora no lograba posicionarse en ese lado, por lo que lo único que conseguía era ocultar la rabia. Estaba cansada, porque Anie era la única persona en la que confiaba y ya no estaba. Anie le había aconsejado que tomara las relaciones de forma normal y que la gente era confiable hasta que se demostrara lo contrario, pero Hellsa no podía y se había encerrado más en su espacio.
Poco a poco el viento entre las ramas la fue arrullando y comenzó a disfrutar de cada paso que daba; como si cada pisada marcara presencia en la vida en la tierra. Se sentó en una roca y pudo contemplar la vista. Se sentía tranquila, con una sensación que hacía rato no percibía. Sí, podía respirar profundamente, notar cómo los aromas del bosque la impregnaban y soltar con lentitud para expandir más la sensación de bienestar. Sin embargo, una mano se apoyó en su hombro derecho y se sobresaltó. Al girar, se encontró con una mujer mayor con un báculo, que le sonreía.
- Dudás si sos una völva o no -sentenció.
- En realidad, no, exactamente -respondió Hellsa un poco extrañada-. Ahora no pensaba en eso.
- Pero estás con esa duda.
- Dicen que soy una völva, pero a mí me parece una locura; no tiene sentido -aclaró con rapidez.
- Nadie te puede decir si sos o no sos una hechicera; es un poder interno que lo exteriorizás o lo dejás latente.
- Pero no tengo ni idea de pociones o encantamientos...
- No se trata de hacer truquitos de magia; hay seres que enseñan magia, pero no tienen el poder del hechicero y eso acaba en mal camino; si no tenés la capacidad natural, es porque no estás preparado para usar magia y terminan siendo objetos de seres oscuros.
- ¿Y cómo hago para saber?
- Tenés que sentir el poder dentro tuyo, ponerlo en práctica.
- No sé cómo hacerlo. ¿No tendría que buscar otra völva para que me enseñe?
- No escuchaste nada.
- Sí, sí, te escuché con atención.
- Nadie te puede enseñar. Es un aprendizaje que hacés sola; a veces surge naturalmente desde temprana edad, otras aparece poco a poco, ya sea porque no queremos aceptar la realidad o porque nos condicionan a no aceptarla. La información te va a llegar a medida que la puedas manejar; puede ser que de repente te surja una idea, o leas un libro que te abra a nuevas experiencias, o te crucés con una persona que te muestre cómo se hace. En el camino te vas a encontrar con muchas personas que te van a servir de guía, pero eso no quiere decir que sean tus maestros, solo vas a tomar lo que resuene con vos.
- Me siento indefensa.
- No, por favor. Jamás olvides que tus ancestros siempre te protegen y los tuyos son muy fuertes. La protección que tenés, incluso podría decir que es invencible, junto con la valkiria. Tu poder sin desarrollar te protegió de ataques de demonios de alto nivel y seguís viva. Te tienen miedo. Ahora bien, es importante que siempre recuerdes que sos luz y la luz elimina la oscuridad. Como le decías a tu hermana, el amor es un veneno para los seres oscuros. Tu linaje tiene pendiente una lucha espiritual y estás para cumplir un destino. Camina y durante el trayecto expande tu luz para crear un mundo nuevo. Cuando pienses que te equivocaste, rectifica y sigue caminando. Confiá en el poder superior y todo saldrá bien.
- Ahora siento mucha bronca. Sé que no puedo confiar en nadie y eso me hace mal. No puedo superar el dolor por lo que le hicieron a Anie.
- Se entiende la bronca, sobre todo porque tu propia familia atentó contra vos. Muchos grupos te quieren muerta. Utilizá el dolor para creer. En las dos últimas semanas recibiste dos ataques mortales y todavía no saben cómo seguís en pie. Confiá, amá y caminá. No dudes de lo que sos, ya no podés negarlo y cumplí tu destino para mitigar este dolor.
Cuando le contó a Yam lo que había sucedido en el bosque, terminó: - Y me convertí en creyente a través del dolor.