Capítulo 1

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      Me llamo Yuri, tengo veintiséis años y hoy me encuentro en una cama de hospital. Quisiera hacer un pequeño resumen de mi vida, para que sepan el motivo del por qué estoy acá.

      Empezaré desde cuando estaba en Jardín de Infantes, no era muy sociable, así que no me acuerdo mucho como pasó, pero había conocido a un grupo de niños y con el tiempo nos hicimos muy amigos. Pasamos toda la primaria juntos y nos juntábamos casi todos los días después de la escuela, porque vivíamos cerca ya que era un barrio muy chico. Bueno, no pasamos toda la primaria juntos, literal. Sólo hasta quinto grado, porque yo me mudé.

      Tenía diez años cuando me fui a Francia con mi mamá. Se había divorciado de mi padre y por el bien de mi futuro, según ella, nos fuimos. Ella era una persona que le encantaba conocer y experimentar cosas nuevas, tenía mucha energía, ánimo, etcétera. En cambio, mi padre, era todo lo contrario, era estable, serio y muy distante con los demás, se enfocaba sólo en su trabajo, pero  eso no quiere decir que nunca se hizo cargo de nosotras. Es más, jamás nos faltó nada, aunque... sí un poco de su atención, quizás.

     Me tuve que despedir de mis amigos y me dolió, ellos eran muy importantes para mí, en especial Jairo. Él fue el más cercano y con el que tenía más confianza, se podría decir que me gustaba, porque lo que sentía cuando estaba con él, no lo sentía con nadie más.
   
      Todos sabían que me iba a ir, menos Jairo. No me animaba a decirle y cuando lo hice, fue un día antes por la tarde. Nunca pude olvidarme de su rostro en ese momento, hasta ahora. Trató de convencer a mi madre de todas formas para que me quedara, pero fue inútil.

      Cuando estábamos en el aeropuerto fueron todos a despedirse, menos Jairo. Yo ya me imaginaba que no iba a ir, no podía dejar de sentir culpa, pero si no se lo decía y me iba directamente, hubiera sido peor.

      Subí al avión y traté de relajarme, apoyándome en el respaldo del asiento. 

      "Algún día voy a volver, para verlos" pensaba, aunque a la vez, mis pensamientos eran de no volver.

      Desde el momento que subí a ese avión, comencé a planear mi vida allá, dónde y qué estudiaría cuando termine la escuela, cómo viviría, y demás. Al final, nada resultó como yo imaginé.

      Voy a resumir un poco más, porque no creo que quede mucho tiempo... ahora, les voy a contar desde cuando estaba en lo que sería la secundaria.

      Al principio, todo marchaba bien. Salía de la escuela e iba a trabajar al mismo restaurante que trabajaba mi madre. La dueña, era amiga suya y me dejó trabajar junto a ella. No ganaba mucho, pero para comprarme mis cosas y ayudar a mi madre con los gastos, alcanzaba. Creía que era un buen comienzo para aprender a independizarme.

      Nunca perdí contacto con mi papá, aunque nuestra conversación era algo cortante, no terminaba. Al parecer, a ella no le molestaba, había veces que me olvidaba de contestarle y ella me lo recordaba.

      Como dije, había guardado dinero y gracias a eso, pude comprarme la guitarra que siempre quise. Luego de un tiempo, empecé a pagarme clases de guitarra y canto, la música era lo mío, la música era mi vida.

      Recuerdo que siempre nos juntábamos con los chicos y hacíamos ruido con baldes y palos mientras cantábamos, esa era nuestra música.

      Déjenme decirles que todo era perfecto, hasta que un día pasó lo que menos esperaba que me destrozó el alma.

      Sucedió cuando tenía dieciséis, un día común y corriente estaba trabajando y, de pronto, se escuchó un golpe muy fuerte junto a ruidos de platos que se rompían, que me hizo sobresaltar bastante. Fui a ver qué había pasado y vi a mi madre tirada en el piso, me acerqué y le dije varias veces "ma" tocándola para que despertara, pero nada.

      Como no recibía respuesta, corrí hacia donde estaba la dueña del lugar, como pude y con una voz bastante grave por la desesperación y el susto, le conté lo que había sucedido. De inmediato, llamó a una ambulancia y yo volví donde estaba mi mamá, con la esperanza de que  estuviera despierta, pero no. Al llegar, ella seguía en la misma posición, sin despertar.

       Sentí un gran dolor en mi pecho y mis ojos se llenaron de lágrimas, me empecé a imaginar lo peor. Me imaginé que ella ya no iba a estar conmigo y si eso pasaba, sabía perfectamente que tendría que volver con mi papá y mis sueños se esfumarían, me sentiría tan sola, sin su atención y sin mamá.

      Quedé tildada unos minutos agachada a su lado, reaccioné cuando escuché la sirena de la ambulancia, me levanté y esperé a que terminaran de acomodarla en la camilla. Mientras la revisaban, yo subí y me senté a su lado pidiendo por favor que despertara.

      Cuando llegamos al hospital, la llevaron a una sala y no me dejaron entrar, me quedé afuera.

      Eran las once de la noche y todavía estaba sin respuestas. Había estado desde las tres de la tarde aproximadamente en la sala de espera, pero estar ahí era lo único que podía hacer ya que no tenía nada ni a nadie, conmigo.
   
      No había comido en todo el día, la preocupación y la tristeza eran mucho más grandes que el hambre.

      Estaba tan shockeada y tildada que no escuché al doctor llamar a los familiares de Sara Owen.

      Sobresalté de nuevo cuando sentí una mano pesada sobre mi hombro, era él. Me puse de pie, después de preguntarme si era familiar de Sara.

      —Lo lamento mucho, pero su madre sufrió el desmayo, por debilidad que le está causando la leucemia.

      Quedé todavía más shockeada, no podía creer lo que estaba escuchando, no me salía la voz para preguntar ni decir nada. Él seguía diciendo que iban a comenzar con los tratamientos y todo lo que podían hacer y que me mantendrían al tanto de todo.      

      Yo sólo asentí con la cabeza y veía como él volvía a la sala. Me senté nuevamente y unos segundos más tarde empecé a llorar, sin contenerme.

      Vinieron unas enfermeras a calmarme, pero fue imposible.

      ¿Ella lo sabía? Pensaba, mientras lloraba. Si lo sabía, ¿por qué nunca me lo dijo?

      Comencé a sentir una gran culpa por no haberme dado cuenta.

       ¿Por qué nunca me di cuenta? ¿Sólo pensaba en mí, por eso no me di cuenta? ¿No le prestaba suficiente atención?

      —Es mi culpa, hice lo mismo que mi papá... —susurré entre lágrimas.

Lloré toda la noche, sin volver a casa.

~Sueños y Destinos (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora