Capítulo 9

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A la mañana siguiente, me levanté, me cambié y sin desayunar, salí de casa. Subí al auto y manejé hasta el trabajo.

Cuando llegué, luego de estacionar agarré mi saco, mi mochila, bajé y lentamente entré al edificio. La chica de la recepción me saludó con una gran sonrisa como de costumbre, pero sólo la miré. Fui directamente al ascensor para subir al tercer piso.

Se abrió nuevamente el ascensor y al salir, caminé hacia mi oficina con una mano en el bolsillo del pantalón, la otra sostenía mis cosas y tenía la mirada hacia abajo. Igual podía ver como todos se daban vuelta para mirarme, pero nadie se atrevía a saludarme, aunque tampoco lo esperaba. Entré y cerré la puerta, dejando mis pertenencias sobre un pequeño sillón que había en una esquina de la oficina. Me acomodé en mi silla mientras ojeaba unos papeles que estaban junto a mi portátil.

Minutos más tarde, entró Mia, mi asistente. La miré y ella, al girarse, luego de cerrar la puerta, sobresaltó y me miró muy sorprendida.

-Ay, señor Night... me asustó -poniéndose la mano en el pecho-. Pensé que no había nadie -se acercó y yo volví a mirar los papeles que tenía en mi mano-. Disculpe... acá le traje los papeles que me mandó a revisar, el otro día -le hice seña con la mano para que los dejará sobre el escritorio, sin mirarla.

Ella se acercó más, los puso sobre mi escritorio y me miró un momento.

-Señor, Night, lamento mucho lo que pasó... -la miré de reojo- debe estar pasando por un momento muy difícil ahora, pero... creo que no tendría que estar acá, hoy... debería estar con su hi-

-No te pedí tu opinión -dije, interrumpiendo. Ella me volvió a mirar con los ojos bien abiertos.

-Pero, señor... en este momento, su hija lo necesita. Debería tomarse estos días, y-

-¡Basta! -levantando la voz y golpeando con mi mano sobre los papeles que ella había dejado arriba del escritorio. Sobresaltó nuevamente, pero no tanto como, cuando entró-. No es asunto tuyo, no te metas... -agarrando los papeles- si eso es todo, te podés ir... -girando mi silla, dándole la espalda. Ella salió unos cuantos segundos después, en silencio.

Estuve mal, no debí hablarle así, porque ella no tenía nada que ver, pero estaba muy molesto por lo que me había enterado. Tan molesto que en un momento, llegué a odiar a Yuri.

Unas horas más tarde, seguía revisando mi computadora. Estaba parado al lado del escritorio, apoyando mis manos en él, con la puerta de la oficina abierta. Vi de reojo que Nina pasó con unos tipos que trabajaban en el edificio, también. Ella miró hacia adentro y cuando me vio, corrió hacia mí.

-¡Jairo! -gritó y me abrazó. Yo no le respondí el abrazo. Ni me moví-. ¿Cómo estás? lamento muchísimo lo que pasó, todavía no lo puedo creer... -sentí como su voz se entrecortaba un poco.

No dije nada, pero escucharla, en cierto modo, me tranquilizó un poco.

Ella me soltó lentamente y comenzó a acariciar mi brazo.

-Deberías estar con Jad- la miré serio, rápidamente. Ella bajó la mirada y suspiró-. Deberías estar descansando, Jair... -agregó.

-Ya descansé. Estoy bien, Nina... -volví mi mirada a la compu. Ella me miró unos segundos en silencio.

-Está bien. Si necesitás algo... por favor, no dudes en avisarme a mí o a mi papá... ¿si? -se acercó y me dio un beso en la mejilla, haciendo que vuelva a mirarla, pero esta vez, moviendo mi rostro hacia ella-. No te exijas tanto, tratá de descansar. Nos vemos... -saliendo de la oficina.

~Sueños y Destinos (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora