Ya era lunes. Desperté a Jade luego de cambiarme y preparar el desayuno. La ayudé a cambiarse, bajamos y desayunamos juntos.Cuando llegó la hora, subimos al auto y manejé hacia el edificio. Al entrar, Karina me miró muy sorprendida, pero disimuló y comenzó a hablarle a Jade mientras caminábamos hacia el ascensor. Mientras este subía, ella agarraba fuertemente mi mano. Estaba a mi lado, porque no quiso que la alzara, ya no le tenía tanto miedo. Antes de que se abriera, tapé mi boca una vez más, disimuladamente y al salir, me dirigí hacia la oficina. Luego de cerrar la puerta, me acomodé en mi silla, mientras Jade se acomodaba en el sillón.
Comencé a ojear los informes que me entregaron para revisar y luego, mostrárselos a Juan.
Mayormente, yo hacía su trabajo. Según él, yo era la persona indicada para ese trabajo. No era su asistente, pero tampoco cumplía el rol de jefe ni de encargado, aún así, hacía casi todo. Nina se encargaba de otras cosas, en especial del personal de la empresa. Verificaba que todo esté completamente en orden y si alguien no cumplía con su trabajo, no dudaba en despedirlo.
Era cerca del mediodía cuando Mia entró a mi oficina, se acercó a mi escritorio y puso los informes que tenía en la mano sobre él, pero de mala manera.
—¿Qué te pasó? —preguntó curiosa, al verme el rostro.
—Nada importante... ¿y eso? —pregunté, sin sacar la mirada de mi computadora.
—Unos papeles que me pidió Nina, pero todavía no llegó. La llamé y me dijo que iba a pasar a buscarlos en tu oficina —respondió, revoleando los ojos. La miré y pude notar cierta molestia en ella.
—¿Te molesta?
—No me molesta, pero si quiere algo para cierto horario... tendría que estar acá, en dicho horario.
—Por ahí tuvo un problema, por eso no pudo llegar —volví a mirar mi computadora.
—O quiere verte... —agregó con sarcasmo. Me reí por dentro.
—Puede ser... —dije, haciendo que se moleste más— ¿te dijo a qué hora llegaba?
—No, no me dijo.
—Su hijo ya salió del jardín —mirando el reloj que tenía en mi muñeca—. Supongo que debe estar llegando. ¿Podrías preparar dos cafés? —ella me miró asombrada, pero con el ceño fruncido.
—¿Qué? —preguntó.
—Lo que escuchaste... —la miré, fijamente— podés, ¿si o no?
—Pero, ¿para qué? ¿Se va a quedar acá? —volvió a preguntar—. Si sólo tiene que venir a buscar los papeles... —me apoyé en el respaldo de la silla mirándola, seriamente.
—¿Desde cuándo cuestionás todo lo que te mando? —pregunté y ella bajó la mirada—. ¿Acaso te molesta Nina? Sabés que fue ella la que te trajo hasta este lugar, ¿no? —agregué. No dijo nada, sólo mantenía su mirada hacia abajo—. Traé lo que te pedí, por favor —dije, ya bastante molesto, volviendo a mirar hacia mi computadora una vez más.
Mia se dio la vuelta sin decir nada y salió de la oficina.
Unos minutos más tarde entró Nina, junto a Benjamín, su hijo.
—Hola, Jair. ¡Ay! Pero, ¿con quién te peleaste? —dijo, haciendo caras—. Perdón que vine sin avisar, ¿te dijo Mia que venía? —acercándose para darme un beso en la mejilla. Benjamín me chocó los cinco y corrió hacia Jade para jugar con ella.
—Si, me dijo que venías...
—Mirá como te dejaron... tan lindo que estabas —tocándome la mejilla, reí sin ganas—. Tuve que ir a buscar a Benja, porque el chofer lo llevó a mi papá. ¿Te dejó lo que le pedí?
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~Sueños y Destinos (Primer Libro)
Teen Fiction"Todo el mundo tiene sueños. Y eso está bien. Algunos llegan a cumplirse y otros no, pero siempre hay que esforzarse y luchar para poder alcanzarlos. Aunque, no sepamos qué nos tiene preparado el futuro. Aunque, no sepamos nuest...