A la mañana siguiente, me levanté y luego de cambiarme le preparé el desayuno a Jade. Yo me hice una taza de café.Estaba sentado frente a ella, apoyando mi cara en mi mano y mi codo sobre la mesa mientras tenía la mirada fija sobre Jade, veía que en vez de comer, se ponía a jugar. No le di importancia, porque todavía tenía tiempo para limpiar antes de ir al trabajo.
Pensaba en qué iba a hacer ahora con lo que había pasado. No quería ver a Gemma, creo que necesitaba tiempo para procesar lo que pasó y pensar en una solución para que nada similar vuelva a pasar.
Decidí mandarle un mensaje y avisarle que no venga hoy, que yo me haría cargo de Jade. Agarré el celular para mandarle y justo me llegó uno de ella, diciendo que no iba a poder venir hoy, que la disculpara.
Suspiré aliviado.
No quería verla todavía, sabía que iba a estar todo muy tenso. Quería evitarme ese momento incómodo. Por ahora.
Alisté a Jade, la subí al auto, agarré mis cosas, me acomodé, luego de trabar las puertas y manejé hacia el trabajo. Al llegar, después de estacionar la ayudé a bajarse del auto, le agarré la mano y caminamos lentamente hacia el edificio ya que tenía las piernas cortas.
Cuando entramos, la chica de la recepción, quien siempre me saludaba con una gran sonrisa, al verme junto a Jade se tapó la boca con las dos manos y gritó de emoción -le encantan los niños-, corrió hacia nosotros, puso las manos en sus mejillas y le dio un beso mientras se agachaba.
—¡Hermosa! ¡Al fin te conozco! —exclamó, luego se levantó y me dio un beso en la mejilla, por primera vez—. ¿Cómo está, señor Night? —volviendo a hablar, formalmente.
—Bien, Karina. Gracias —miré hacia el ascensor—. ¿Queda muy mal que la haya traído? No tenía con quién dejarla —volví a mirarla.
—No se preocupe, el señor Robles lo va a entender... yo me encargo —tocando mi hombro—. Cualquier cosa que necesite, avíseme.
—Está bien. Muchas gracias.
—Es un gusto —se acercó al escritorio y agarró unos caramelos que tenía en una pequeña caramelera y volvió hacia Jade—. Tomá princesita, esto es para vos —le dijo con una gran sonrisa mientras los guardaba en sus bolsillos.
Entramos al ascensor y al empezar a subir, Jade se asustó y me pidió que la alzara. La agarré y al abrirse nuevamente, salí del ascensor con ella en mis brazos. Todos, literalmente TODOS, se dieron vuelta a mirarme. Era la primera vez que llevaba a mi hija al trabajo, pero todos sabían de ella.
Tuve que maniobrar un poco para poder abrir la puerta, ya que tenía mis cosas, más las de Jade y a ella, encima. Al entrar, cerré la puerta con el pie, la senté en un sillón y puse sus cosas a su lado, me saqué el saco acercándome al escritorio y me acomodé en mi silla, luego de acomodarlo en el respaldo. Jade era tranquila, así que se quedó en el sillón jugando con sus juguetes.
Un rato más tarde, se escuchó que golpeaban la puerta de mi oficina. Mia entró segundos después de que dijera que pasara.
Cuando entró, se acercó a mí y empezó a hablarme sobre unos contratos y papeles que tenía en su mano. De pronto, se escuchó un ruido muy suave de los juguetes de Jade y ella giró un poco su rostro para mirar. Luego me miró, nuevamente.
—¿Tu hija? —preguntó, señalándola.
—Si —respondí mirándola, fijamente.
—¿El señor Robles, sabe que está acá? —volvió a preguntar y noté algo de desprecio en su pregunta.
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~Sueños y Destinos (Primer Libro)
Teen Fiction"Todo el mundo tiene sueños. Y eso está bien. Algunos llegan a cumplirse y otros no, pero siempre hay que esforzarse y luchar para poder alcanzarlos. Aunque, no sepamos qué nos tiene preparado el futuro. Aunque, no sepamos nuest...