EXTRA: Gemma y Blas (4/5)

67 47 11
                                    


      Blas y yo nos casamos un veinte de noviembre. Como éramos bastante conocidos por ser integrantes de la banda Triple F, la noticia se publicó por todos lados, lo mismo cuando se casaron Ami y James. Nos fuimos de luna de miel a Italia, y cuando volvimos, nos mudamos del departamento de Blas.

      Todo iba bien.

      ...

      Unas semanas después de casarnos, apareció un chico llamando a la puerta de casa. Era  casi de nuestra edad, rubio de ojos color miel, era delgado y vestía con ropa elegante y unos anteojos con marco grueso color negro. Estaba buscando a Blas. 

      —Disculpe, ¿es el señor Guimory? —preguntó, cuando Blas abrió la puerta.

      —Si, ¿quién sos?

      —¿Cómo está? Mi nombre es David, soy el asistente de Roberto Quit… —vi como el rostro de Blas cambió— vine a comentarle que su padre—

      —Yo no tengo papá— lo interrumpió, Blas.

      —Bueno, el señor Quit… está muy enfermo y lo internaron. Pidió que lo vaya a ver, porque necesita hablar con usted… —dándole un papel donde estaba escrita la dirección— lo va a estar esperando, señor Guimory… —agregó— nos vemos.

      Blas cerró la puerta, tiró el papelito en la mesa ratona y se sentó a ver la televisión. 

      —¿Vas a ir? —pregunté.

      —No —respondió, fríamente.

      No le volví a decir nada, sabía que cuando se trataba de su papá, se enojaba.

      Estuvo molesto tres días más o menos, desde que vino ese chico. Lo sé, porque casi no me hablaba y siempre que se sentía así, tocaba la batería todo el día. No me molestaba, pero ese día  comenzó a tocar la batería desde temprano y no salió a almorzar.

      Me paré al lado de la batería con los brazos cruzados y lo miraba mientras él tocaba. En un momento, me miró y dejó de tocar lentamente, volviendo a mirar el instrumento.

      —¿Por qué no vas, Blas? —pregunté, suavemente.

      —No tengo ganas… —dijo en voz baja—no me interesa ir, no quiero ver a ese tipo —agregó, mientras  acomodaba los platillos.

      —Ese tipo, es tu papá… y quiere verte —seguía sin mirarme—. ¿Por qué no vas a ver qué necesita?

      —No quiero.

      —Pero—

      —¡No, Gemma! ¡No quiero! ¡No insistas! —levantando la voz. 

      Lo miré unos segundos en silencio.

      —Está bien... —murmuré, bajando la mirada. Di media vuelta y me fui.

      Me sentía mal, porque Blas nunca me había gritado.

      Un rato más tarde, estaba preparando la comida. Escuché ruidos desde el pasillo, miré y vi que se estaba acercando Blas a la cocina, volví a mirar lo que estaba haciendo y vi de reojo cómo se apoyó en el marco de la puerta.

      —Gemma… —dijo, suavemente.

      —¿Qué? —pregunté, sin mirarlo. 

      Suspiró, agachó la cabeza y se acercó, lentamente. Agarró mi mano haciendo que me diera vuelta quedando frente a él, luego besó mi mano y la puso en su mejilla.

~Sueños y Destinos (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora