Capítulo 10

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El jueves a la mañana, estaba nuevamente en mi oficina cuando entró Nina. Tantos años de trabajar junto a ella y su padre, ya teníamos confianza, ellos sabían todo lo que pasaba.

—¡Hola, Jairo! —dijo, abrazándome—. ¿Cómo estás?

—Hola, bien... ¿qué hacés acá? ¿No te ibas de viaje hoy?

—¿Ya me estás echando? —preguntó, riéndose mientras se sentaba—. Me voy a la noche, pero quería hablar con vos... —suspiró— me enteré que tu mamá se va... ¿vas a ir a verla? —no le contesté, sólo seguí ordenando los papeles que estaban sobre mi escritorio—. ¿No vas a decir nada? —preguntó, nuevamente. Como no dije nada, siguió—. Ya sabía... no quiero enterarme de que no fuiste a verla —levantándose—. Tendrías que agradecer que tenés una madre y que es tan buena, que se hace cargo de tus cosas. Si no vas, voy a hacer que te despidan... —agregó, sonriendo.

Aunque sonrió, sabía que lo decía en serio. Era capaz de engañar con su sonrisa encantadora y hacerlo, sin importarle nada. Pero, no le di mucha importancia.

Ese mismo día antes de irme, entró Mía.

—Señor Night, el señor Robles lo mandó a llamar... lo va a estar esperando en su oficina —la miré con el ceño fruncido.

—¿Ahora? —asintió con la cabeza—. ¿Te dijo para qué?

—No, señor...

—Está bien. Gracias, Mía.

Terminé de guardar mis cosas y al salir de mi oficina, fui a la de Juan, el padre de Nina. Golpeé la puerta y no tardó en decir que pasara.

—Jairo... —dijo, al verme— ¿cómo andás? —yo le sonreí apenas de costado, con la boca cerrada—. Escuchame, hablé con Nina... —apoyándose en su escritorio, juntando las manos— me dijo que tu mamá se muda mañana, ¿puede ser?

—Si. Algo así, me dijeron... —bajando la mirada.

—¿Vas a ir a verla? —no le contesté—. Bueno. Entonces, si venís mañana, te voy a despedir —lo miré, rápidamente—. Andá a ver a tu madre, Jairo. Es una orden —agregó.

Carajo. Ahí sí me sentía en presión.

Esa noche dormí muy poco, no sabía qué hacer. No quería ir.

El viernes me desperté muy tarde, a eso del mediodía, mi mamá se iba a las cuatro de la tarde. Me levanté lentamente, me bañe y desayuné despacio para que pasara la hora, pero parecía no pasar más. Subí al auto y estuve unos minutos sentado ahí, apoyando mi brazo en el borde de la ventana, hasta que arranqué y me fui. Iba a muy baja velocidad, pensé en volver a casa, varias veces en el camino, pero si no iba, me iban a despedir.

Sólo tenía eso en mi cabeza.

Cuando llegué, estaba el auto de mi mamá afuera, junto al de Gemma.

¿Gemma? Pensé. Ya se me aparecía hasta en mis pesadillas.

Bajé y me acerqué lentamente a la puerta, justo salía ella con unas cajas. Me miró muy sorprendida.

—Ah, hasta que te dignaste a venir... ¡qué milagro! —dijo riéndose. Yo revoleé los ojos.

—¿Qué hacés acá?

—Ayudo a tu mamá... le prometí a Yuri que te ayudaría con Jade, pero como no está con vos, la ayudo a ella —yo la miraba.

—¿Y mi mamá? —le pregunté, un poco cortante.

—Está en el fondo, hablando por teléfono. Pasá, voy a subir esto al auto.

Mientras ella se iba, yo entré.

~Sueños y Destinos (Primer Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora