13. Maquina expendedora en la cafetería

282 21 0
                                    

Bueno, en unos días saldría, con mucho dinero. Eso sonaba bien, excepto por el hecho de que probablemente el mundo entero era mucho más diferente a lo que recordaba, ya que todos sus recuerdos eran recuerdos implantados por el equipo danganronpa. Jaja, además no conocía a nadie. De alguna forma sonaba increíble comenzar desde cero, en un lugar en donde nadie lo conocía por lo que hizo ni por el juego, pero sinceramente sentía que un lugar así sería difícil de encontrar. Tal vez debería cambiar algo de su apariencia o algo así.

Era un poco raro, pensar de que en el juego cuidaba cada mínimo detalle de su apariencia, y ahora no se veía en el espejo hace semanas. De una forma extraña y no tan visible, seguía importándole como se veía, mejor dicho, como lo veían los demás. Okey, quizás ya era hora de cuidar su aspecto.

- Panta, voy a salir, tú quédate aquí, tienes que descansar. Tal vez te traiga algo de comer si sigues aquí para cuando yo vuelva. - Con estas palabras al gato se le iluminaron los ojos, y así Kokichi estuvo más seguro de que el gato escaparía. Estaba preocupado por él, y más en el estado en el que lo habían dejado esos niños.

Salió rápidamente, sinceramente no quería encontrarse a nadie en el camino. 

Llegó al baño, que por suerte estaba vacío, y entró. Tardo un poco en llegar, ya que el más cercano a su habitación no tenía espejo. 

Ya tenía en mente que probablemente lo que viera no le agradaría, sobre todo porque la última vez que se vio en un espejo creyó que había visto un fantasma.

Se acerco, y con temor abrió los ojos.

Observo con atención su cabello, mucho más oscuro y largo de lo que recordaba, aunque todavía conservaba algunas de sus características ondas, aunque no tan pronunciadas. 

Bajo su mirada a su rostro, casi tan blanco como la nieve, y definitivamente mucho más delgado. Tenía muy marcadas sus ojeras, que resaltaban más en su blanca piel. Sus ojos tampoco estaban como los recordaba, se veían más negros que morados, y denotaban un profundo cansancio. 

En sí lo único diferente de su cuerpo en general era que estaba más delgado, y con otras prendas.

No estaba tan mal, al menos su apariencia no le recordaba tanto al juego. Tal vez se había vuelto un poco menos fantasioso al salir del mundo virtual y entrar en la realidad. 

Tal vez ya debería regresar, o buscar algo de comida al menos. 

Entre estos pensamientos, salió del baño, dirigiéndose a la cafetería. Si tenía suerte, no habría nadie, y podría robar algo de la maquina expendedora. Y si sí había alguien, tendría que resignarse a servirse algo de lo que ofrecían gratuitamente, que sinceramente se veía asqueroso.

Su apariencia no le disgustaba tanto, al menos no le recordaba mucho al juego. Bueno, de todas formas no se veía completamente bien, de hecho, hasta podría decir que se asqueaba de una forma u otra, lo que más odiaba eran sus profundas ojeras. Tal vez al salir del hospital pasaría a comprar un poco de maquillaje. 

Al llegar a la cafetería sintió que por fin la suerte estaba de su lado, no había nadie. 

Se acerco disimuladamente a la maquina expendedora, y con mucho cuidado logro abrir el candado que lo separaba a él y a toda esa deliciosa comida. Agarro unas golosinas, galletas, pantas, chocolates y algunas cosas más. Según él, no cogió tanto, pues no todo entraba en los bolsillos de su gran bata.

Pasaron unos pocos minutos, y él seguía intentando meter todo en sus bolsillos, quizás había sido un poco ambicioso al creer que todo eso iba a entrar. '

Escucho pasos, pasos a lo lejos. AGH, seguro había hecho demasiado ruido. 

De forma rápida cerró la puerta de la máquina expendedora, y apretujo lo que quedaba de comida en sus bolsillos, quienes de forma milagrosa no reventaron. De esta forma, él mismo se pego a la pared, intentando no verse, algo que fue fácil gracias a su pequeño tamaño.

Al salir del hospital - Saiouma postgameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora