C A P I T U L O 14

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Esa tarde llegue a mi casa, me desplome sobre el colchón y comencé a llorar, lo quería a mi lado, no quería continuar sin él, un pensamiento aterrador apareció en mi mente a lo que me estremecí mientras miraba fijamente el cuter sobre mi escritorio.
-Mi niña- interrumpió mi abuela
No le haría eso a ella, no podía
-Dime abuela- respondí con voz ronca, qué delataba qué lloraba, seque apresurada mis ojos, limpie mi nariz y así salí de mi cuarto
-Mira que bonita está su estrella- dijo ella muy entusiasmada mirando el cielo
-Es la del abuelo, verdad?-
Mi abuela solía decirme que mi abuelo vivía en un palacio en la estrella más brillante de todo el cielo nocturno, desde entonces esa era la estrella de mi abuelo, quien falleció cuando mi padre era apenas un niño, ella había sufrido bastante, pues crio a varios hijos sola. “Si ella lo logro, yo tengo que salir de este hueco” me dije a mí misma.
-La misma, mira querida preparé chocolate- me dijo señalando la mesa. Me alegré cuál niña pequeña, el chocolate de mi abuela definitivamente era el mejor.
-Abue has visto los-
-Están al pie del microondas-
dijo ella, tome los bombones y los dejé derretir -quieres?- le ofrecí
-Bueno, mi niña, pero sin los bombones esos- me dijo, así que le pase su taza y nos quedamos a ver el cielo durante un largo rato.
Ese día me dio energía, recordar que la tenía a ella me hacía feliz, debía intentar mejorar.

Había pasado un mes y otra vez tuve una recaída, odiaba sentirme así, no podía conmigo misma y los recuerdos me atosigaban. Sonó el teléfono, se trataba de Alice, no tenía ganas pero decidí contestar.
-Nena, qué tal lo llevas?- fue su saludo
-Peor que otros días?- digo intentado no mostrar que realmente está demasiado mal
-Bueno, entonces es buen momento, me abres?-
-¿Qué? Estás abajo?- hizo un sonido de aprobación - En un momento bajo…-
digo y cuelgo, no podía dejar que me viera tan destruida, estaría completamente decepcionada. A toda velocidad me metí a la ducha, e intente camuflar mis ojos hinchados, diría que había estado durmiendo, me puse un hodie enorme y unos shorts, así baje.
-Hola mi niña- saludo mi abuela, no había salido en todo el día
-Abuela- la salude y le di un cálido abrazo -Alice vino- le comente -la hago pasar y ya vuelvo a comer algo-
Me dirigí a la puerta, le abría a mi amiga, saludo a mi abuela y la hice pasar al desastre de cuarto qué tenía, luego de eso baje con mi abuela nuevamente.
-Ya estoy- Ella me sirvió un poco de caldo y lo recibí, no lo acabe todo, últimamente comer se me dificultaba
-Hoy saldré con Marlén así que regreso tarde, asegúrate de almorzar, vale?-
le sonreí y le prometí que comería algo, luego de acabar volví con Alice.
-Porque estás acá?- por fin le cuestione
-No tenía nada mejor que hacer y vine a sacarte de este hoyo- dijo refiriéndose a mi cuarto todo oscuro
-La verdad no tengo ganas- no se para qué me molestaba, sabía que acabaría por obligarme
-Jamás las tendrás- dijo para ir a esculcar a mi armario y saco un top y un pantalón de bota ancha
-Ni de coña me voy a poner eso-
-Anda, si quieres te pones el buso- rogó, rodé los ojos y finalmente me cambie.

Alice me llevo al cine, pues había una película que le había dicho hace algún tiempo que quería ver, yo ya me había olvidado de que se estrenaba, pero fue grato ir a verla con ella, luego de eso me saco por el centro comercial, parecíamos dos niñas mirando de tienda en tienda, comimos helado y nos montamos en unos carritos de animales que rentaban.
-Ya verás!- dijo ella retandome mientras manejaba a su tigre a toda velocidad, jugábamos a chocarnos y yo le había dado un buen golpe recién
-Ya verás hija de…- se calló al ver a un niño pequeño que paseaba en un león, me reí, me reí a carcajadas cuando se calló apenada ante la mirada del padre del niño  -No te vas a reír ahora- cuando me voltee para verla, estaba tan cerca que por fin me choco.

Me divertí, me divertí muchísimo y me reí como hace bastante, no lo hacía, ese fue otro rayo de luz que me impulso, ella era un rayo de luz en mi vida.

La vida me estaba mostrando razones para vivir, mi gata era una de ellas y solo me di cuenta cuando un día casi es atropellada por un descuido mío. Me deprimí mucho, era una pésima cuidadora, pero con el tiempo entendí que podía mejorar, qué tenía la vida por delante y que todo podía mejorar.
Durante ese año estuve en muchos lugares, volví a la playa, al parque de diversiones, escuche mucha música (su favorita en especial), intente hallar el callejón, encontré aquella cabaña a la que alguna vez fuimos, fui al cine muchísimas veces (vi películas de terror la mayoría de ellas), también leí mucho, bebí mucho café y dormí más de lo que jamás había logrado.
Durante ese año reviví los momentos que pase con él, siempre dolía, pero cada vez dolía un poco menos, cada vez aprendía a quedarme con lo lindo, a quedarme con lo que había aprendido, a sanar, y a disfrutar el recordar de ese sentimiento de amor paz y calma.

El día de mi cumpleaños trabajaba en la cafetería, luego iría a comer con mi abuela y mi amiga, cuando empecé empecé a sentirme extraña, como si la vida fuera borrosa… Como si todo ocurriera en tercera persona, como cuando no sientes propio lo que ocurre. Intentaba mantenerme concentrada mientras mezclaba un nevado qué habían pedido recién, pero mi cabeza daba muchas vueltas. Entregue el nevado y recosté mis manos un poco sobre la barra para intentar desvanecer el dolor de cabeza que me estaba provocando esta sensación

-Hola me puede dar un café cortado porfavor-

Mi cabeza se quedó en blanco, en eso una Ráfaga de pensamientos se atravesaron por mi mente, el accidente, qué cumplía un año de haber sucedido, aquel café cortado, qué pidió esa primera vez y todo aquello “viví” mientras estuve en aquel coma.
Sudaba frío, mis ojos se cristalizaron y mi corazón latió a gran velocidad, levante mi cabeza y encontré sus ojos de un color tan hermoso e indescriptible como la misma inmensidad del universo, qué aún albergaba aquella calidez y sentimiento que recordaba de manera tan fresca, su nariz perfilada adornada por aquel aro negro, sus labios carnosos y de aquel perfecto tono rojizo, sus cejas un poco desordenadas, y su negro cabello formado en tan perfectos rizos en su propio orden qué me encantaban, su perfil definido y la sonrisa ligera qué se dibujaba en su rostro… Lev, te había encontrado.

Y por un instante me volví a sentir completa.

El calor de tu mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora