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Harry estaba muy cansado, las vacaciones lo estaban consumiendo a fuego lento mientras los Dursley lo torturaban. Aún faltaba un mes para regresar a Hogwarts y él ya no sabía que hacer. Se encontraba demasiado perdido en su habitación, buscando alguna entretención mientras esperaba que Hedwig volviera con las cartas de sus amigos.
Al no poder dormirse sacó su varita y empezó a apuntar a uno de sus libros. El problema era que producía demasiada luz y Tío Vernon entraba cada tanto a verificar lo que sucedía. Por suerte no atrapó a Harry. Al cuarto intento se rindió y salió de debajo de las cobijas. Se quedó recostado en su cama viendo hacía el techo de su cuarto...
Hogwarts, su hogar. Se veía precioso en aquella época del año, las hojas verdes empezaban a tornarse de tonos cálidos y las ventiscas otoñales atravesaban los pasillos del castillo dándole un aire más cómodo al colegió. Harry caminaba hacía el gran comedor, contento por estar de regreso. Poco a poco empezó a reunirse con amigos.
- ¡Harry! - lo saludó contenta Hermione para después abrazarlo.
A continuación se pusieron a hablar de sus vacaciones, Harry le contó de las vacaciones aburridas en la casa de los Dursley mientras ella le relataba historias sobre Australia, y como sus padres y ella habían quedado fascinados con el lugar.
A la entrada del comedor encontraron a Ron, que estaba jugando ajedrez mágico con Ginny. Ambos dejaron su partida y se aproximaron a sus amigos. Ginny los abrazó y Ron chocó manos con Harry.
Todo era increíble hasta que abrieron las puertas del gran comedor. Una borrasca helada los golpeó a todos. Una gran figura amorfa se imponía frente a ellos, era completamente negra y levitaba. Harry lo miró atónito, nunca había visto algo parecido.
Poco a poco sintió como el frío se colaba bajo su piel, haciéndolo temblar mientras lo invadía una profunda tristeza. Vio como una especie de niebla proveniente de su cuerpo era absorbida por la criatura. Estaba aterrado, era como si le estuvieran arrancando el corazón, mientras sus amigos gritaban estruendosamente. Se sentía como el fin.
Harry se despertó súbitamente al escuchar golpes en su ventana. Estaba sudando frío y seguía agitado por su sueño. Era como si aún tuviera esa sensación aterradora en su pecho, como una presión muy fuerte.
Miro la ventana, Hedwig golpeaba el vidrio tratando de entrar. Harry se levantó de la cama, tenía los pies entumecidos. Abrió la ventana y la lechuza entró sacudiéndose las gotas de lluvia del pelaje.
- Gracias, Hedwig - murmuró Harry recibiendo las cartas en sus manos.
El chico estudió los sobres mientras se sentaba en su escritorio. Sobre la mesa descansaban todos los retratos en movimiento que tenía, en uno de ellos se veía la foto de sus padres bailando en el Valle de Godric. Al lado de este una foto de sus amigos, era una en la que se habían tomado durante su primer año. Él estaba en el centro, Hermione a su lado derecho sonriente agarrando sus libros y Ron al izquierdo pasándole una mano por los hombros a Harry. En la tercera estaba riendo y molestándose con Malfoy.
