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Annabeth adoraba la comida de Sally, las charlas interesantes con Paul y jugar con Estelle cada tarde, la parte difícil era Percy, ahora que vivían como familia había empezado a comportarse como hermanos... Eso incluía las peleas. Más ahora que ambos tenían las emociones a flor de piel por la pubertad, Annabeth se enojaba con nada cada que le bajaba y Percy era su víctima de gritos.
Por suerte, habían pasado un hermoso verano en el campamento. Grover les había mostrado unas zonas naturales que habían restaurado, pasó dos semanas con su familia. Le sorprendía lo grandes que estaban sus hermanos después de un año, ahora si se le veía el crecimiento a esos mocosos. Incluso había disfrutado jugar cartas con el Señor D.
Lastimosamente, era hora de volver a Inglaterra. Volverían dos semanas antes del inicio de las clases, antes habían decidido llegar una semana antes pero se daría el mundial de Quidditch y sus amigos los habían invitado. Percy no pudo decirle a Ron que no, al parecer los demás también irían. Lo bueno, era que por fin podría dejar de mirar mal a todas las chicas del campamento que ahora parecían tener una fascinación absurda por Percy, le sonreían como tontas.
Por otro lado, Annabeth había recibido cartas de sus amigos todo el verano. Las había leído y contestado con mucho cariño: Pansy tenía ropa nueva, Blaise chisme de su último padrastro (fallecido la semana antepasada), Crabbe y Goyle seguían comiendo tanto como de costumbre, Theo leía como poseso y Draco le recordó que se verían la semana antes de entrar. Eso la alegró.
No obstante, su problema ahora era sacar a Percy de la cabaña de Poseidón, llevaba esperándolo 10 minutos.
- ¡Percy Jackson nos va a dejar el maldito vuelo!
Otros cinco minutos y Percy por fin salió con todo su equipaje con una sonrisa inocente. Su amiga lo miró de muerte y empezó a caminar arrastrando su maleta hasta la casa grande donde se despidieron de Quirón con la promesa de volver el próximo verano. Unas hijas de Hermes le sonrieron a Percy desde la distancia y el con "inocencia" les guiño un ojo antes de girarse de nuevo para despedirse de Grover que lloraba como si fuera la primera vez que se iban.
- También te vamos a extrañar, amigo - le sonrió Percy.
- ¡Escríbanme mucho! - pidió Grover -. Yo les mandaré latitas para que me recuerden.
- Claro que sí, niño cabra - sonrió Annabeth -. Nos vemos el próximo verano.
- ¡Chicos llegó su transporte! - los llamó Nico desde la parte baja de la colina.
Percy y Annabeth descendieron por la colina discutiendo sobre la tardanza de Percy. Si perdían el vuelo Sally los decapitaría al llegar, Percy sería pez muerto. Miraron por unos segundos el taxi frente a ellos, ambos se miraron preocupados.
- ¿Es en serio, Nico? - murmuró Percy.
- ¡Ey, Annabeth me dijo algo rápido! - se defendió el chico -. Mejor muévanse antes de que los mande con mi chofer zombi.
