✨️Ohm✨️No he podido disfrutar la noche porque estuve pensando en Nanon.
Yo no soy una mala persona, no quería llegar al punto que tocamos ayer.
Sí, estoy enojado, pero hay situaciones que realmente no me hacen sentir mejor.
Me estiro en la cama, y agarro mi teléfono, porque la calle ya es ruidosa.
No creo que sea temprano.
—Buenos días —dice besando mi hombro y le sonrío sin ganas.
Cuando empiezo a sentir algún tipo compromiso, quiero correr.
Nanon siempre fue esa clase de chico.
Es el hijo de un lobo líder, que es el mejor amigo de mi padre.
No hay nada que suene más a compromiso que eso, y no me equivoqué.
Desde que era un niño lo quería lejos, para que nadie malinterprete la amistad que pudimos tener.
Veo en la pantalla las llamadas de Nanon y es extraño, porque él no me molesta cuando salgo.
Me levanto, cuando veo que también me ha llamado mamá.
Mierda.
Busco rápido mi ropa y entro al baño, para lavarme la cara.
Son varias llamadas de mamá.
En los mensajes, mientras me cepillo, veo la foto que me ha mandado Force.
Es el hospital, y mis padres están ahí.
Los dos.
Me coloco los zapatos rápido, buscando una buena excusa para ellos, en mi cabeza.
—¿No vas a quedarte a desayunar?
—No puedo —respondo tirándole sus llaves, para agarrar las mías— no eres tú soy yo, no te preocupes podemos seguir siendo amigos, vas a encontrar a alguien mejor que yo, necesito tiempo para ordenar mis ideas, queremos cosas diferentes en la vida, esto es lo mejor para ti, nunca fui suficiente, necesitas y mereces a un hombre maduro.
Empiezo a tirarle todas las frases que uso para irme, porque estoy muy nervioso para escoger una.
—Eres un idiota —me dice enojado y yo lo miro.
—Ya sé.
Sé que no voy a tener tiempo para algo más.
Me voy, porque ya estoy listo, y camino rápido en dirección al hospital, mirando mi teléfono.
Intento descifrar si papá está muy enojado en la foto.
Cruzo la calle para llegar y en la puerta, me detengo de golpe, al verlo parado ahí.
—Papá, lo siento —digo acercándome— el celular se me descargó y...
Cierro los ojos, porque me golpea en la cara.
—Ve a bañarte —me ordena entre dientes y yo lo miro— no vas a entrar a ver a tu hijo, oliendo así.
—Papá...
—¿Lo engañaste anoche? —me pregunta directamente y niego con la cabeza.
—Nunca he tocado a otra persona —miento mirándole a los ojos y me golpea otra vez.
—Me das vergüenza —dice afectado— no quiero que tu madre te vea así.
Bajo la cabeza, porque ya no voy a responder.
—El bebé está bien —me avisa apoyándose en la baranda— pero Nanon no.
Lo miro preocupado y él suspira.
—No quiero imaginar todo lo que le has hecho pasar para ponerlo en las condiciones en que está.
Quiero responder, pero es obvio que él va a saber si miento.
—Sus padres confían en ti, no quiero contarles nada, porque lamentablemente eres mi hijo.
—Papá, lo siento —digo con un nudo en la garganta.
—No voy a disculparte, Ohm —responde alejándose— me ha lastimado ver la clase de hombre que eres.