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Capítulo 3: El Intento de Reencuentro

Con el paso de las semanas, Leonardo comenzó a salir tímidamente de su habitación, su rostro mostrando señales evidentes de agotamiento. A pesar de su presencia física, su espíritu seguía distante y su mirada perdida revelaba las cicatrices de la batalla interna que aún libraba. Sus hermanos, al ver este pequeño avance, sintieron una chispa de esperanza renacer en sus corazones.

Decidieron que era hora de intentar un acercamiento más cercano, de reconectar con Leonardo de alguna manera. Con la idea en mente, empacaron sus mochilas y se dirigieron hacia las afueras de la ciudad, en busca de un lugar tranquilo para acampar y pasar tiempo juntos. Sin embargo, la emoción se desvaneció rápidamente cuando Leonardo dejó en claro su disgusto por la situación.

Mientras montaban la tienda de campaña, Miguel Ángel intentó iniciar una conversación ligera, solo para ser recibido por el silencio frío de Leonardo. "¿No es genial estar todos juntos de nuevo, Leo? Tal vez podamos contar historias alrededor de la fogata esta noche."

Leonardo miró a Miguel Ángel con indiferencia, apenas asintiendo en respuesta. Rafael, observando la interacción desde la distancia, se acercó lentamente. "Leo, estamos tratando de reconectar contigo. Sabemos que las cosas han sido difíciles, pero..."

"Lo entiendo, Rafael. Pero no necesito que estén siempre tratando de arreglar las cosas", interrumpió Leonardo con un tono de frustración. "Solo quiero... estar en paz por un momento."

Donatello, que había estado ocupado ajustando las estacas de la tienda de campaña, se unió a la conversación con cautela. "Lo entendemos, Leo. Pero también queremos que sepas que estamos aquí para ti, pase lo que pase. No estás solo en esto."

Leonardo suspiró, su mirada perdida en el horizonte. "Lo sé, chicos. Solo... denme un poco más de tiempo."

A medida que la tarde avanzaba y la noche se acercaba, las tortugas se sentaron alrededor de la fogata, compartiendo historias y risas en un intento por recuperar la sensación de unidad que habían perdido. Sin embargo, la presencia de Leonardo seguía siendo distante, su silencio pesando sobre ellos como una sombra persistente. A medida que las estrellas brillaban en el cielo nocturno, las tortugas se retiraron a sus sacos de dormir, cada una perdida en sus propios pensamientos y esperanzas de un futuro donde pudieran recuperar la conexión que habían perdido.

La noche fue larga y fría, y el amanecer trajo consigo un aire de renovada determinación. Mientras preparaban el desayuno, Donatello tomó la palabra con un tono suave pero firme. "Leo, entendemos que te sientes abrumado en este momento. Queremos ayudarte a superar esto, pero también necesitamos que nos dejes acercarnos. No podemos seguir viéndote sufrir de esta manera."

Leonardo, con la mirada fija en las llamas del fuego, asintió lentamente. "Lo siento, chicos. No quería preocuparlos tanto. Solo... no sé cómo lidiar con todo esto."

Rafael se acercó y puso una mano en el hombro de Leonardo. "No tienes que hacerlo solo, hermano. Estamos aquí para apoyarte, pase lo que pase. Juntos podemos superar cualquier obstáculo."

Miguel Ángel se unió al gesto, rodeando a Leonardo con un abrazo reconfortante. "Lo lograremos, Leo. Te lo prometo. Estamos juntos en esto, recuerda."

Con el calor del sol que comenzaba a iluminar el horizonte, las tortugas compartieron un desayuno tranquilo y reconfortante, reforzando su compromiso de ayudar a Leonardo a superar la oscuridad que lo había consumido. Aunque el camino hacia la curación aún era incierto, la determinación y el amor que compartían como hermanos eran un recordatorio constante de que juntos podrían superar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

De nuevo en la oscuridad de la noche, mientras la brisa susurraba entre los árboles, los cuatro hermanos regresaron a la tienda de campaña, inconscientes de la tragedia que les aguardaba.  Leonardo no se había dormido, sin embargo había planteado su vista en su hermano mayor Rafael. Lo tomó con determinadas con cuidado de no despertarlo. Dió pisadas leves intentando no despertar a los 2 menores. Finalmente lejos, la tortuga de orejas rojas tomó una roca con notable enojo, estrés y quizá desesperación, empezando a golpear repetidas veces al mayor en su cabeza. No tenía la fuerza suficiente como para dejarlo en un mal estado de un solo golpe, pero lo logró, el pobre Rafael parecía que iba a morir trás ver a su hermano por última vez, siendo él el responsable de su muerte, la cabeza de Leo ya no estaba bien, el no dormir puede corromper a cualquiera.

 No tenía la fuerza suficiente como para dejarlo en un mal estado de un solo golpe, pero lo logró, el pobre Rafael parecía que iba a morir trás ver a su hermano por última vez, siendo él el responsable de su muerte, la cabeza de Leo ya no estaba b...

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Al amanecer, al levantarse para empezar el día, se encontraron con el cuerpo inmóvil de Rafael. El impacto de la situación los dejó en un estado de conmoción y angustia abrumadora. Miguel Ángel fue el primero en acercarse, su voz temblando mientras intentaba despertar a su hermano inconsciente. "¡Rafa, por favor, despierta! ¡No puedes dejarnos así
Donatello, con los ojos llenos de lágrimas, examinó rápidamente a Rafael, verificando su pulso y buscando signos de vida. "No... no puede ser cierto. ¡No puede ser real!"

Leonardo, aturdido por la situación, retrocedió unos pasos, incapaz de soportar la angustia en el aire. Sus manos temblaban mientras luchaba por mantener la compostura.

Sin saber qué más hacer, los tres hermanos se abrazaron, dejando que el dolor y la desesperación se manifestaran en lágrimas silenciosas y sollozos entrecortados. La ausencia de Rafael creó un vacío en la guarida que parecía imposible de llenar. La fragilidad de la vida y la incertidumbre del destino se apoderaron de sus pensamientos, recordándoles la importancia de valorar cada momento juntos.

Los tres hermanos trabajaron con premura para trasladar a Rafael de vuelta a la guarida y colocarlo en el laboratorio de Donatello. A medida que la noche daba paso a la mañana, Rafael permanecía en coma, su destino suspendido en un delicado equilibrio entre la vida y la muerte.

En los días siguientes, Leonardo se distanció levemente de nuevo, ocultando su falta de culpa por la tragedia, mientras fingía tristeza ante Donatello y Miguel Ángel. Mantenía su dolor en lo más profundo de su ser, luchando por encontrar la paz en medio del caos emocional que lo rodeaba. Mientras tanto, en el laboratorio, Donatello dedicaba horas interminables a buscar una cura para devolver a Rafael a la vida, mientras Miguel Ángel se aferraba a la esperanza de que su hermano despertara y volviera a ser el alma animada y alegre que conocían y amaban.

Leonardo's sleepless night / rottmntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora