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Capítulo 6:  ¿Que eres?

Dentro de la habitación, Leonardo llevó a cabo su seducción con una destreza perturbadora, sus palabras suaves "quédate quieto.." y su contacto gradualmente más intenso por el cuerpo de su hermano, hizo que Miguel Ángel se dejó llevar por la intriga y el encanto, hasta que los mordiscos inesperados en la zona del cuello, brazos y demás de Leonardo lo hicieron retroceder con sorpresa y dolor. "¡Leo, ¿qué estás haciendo?! ¡Me estás lastimando!"

Leonardo se acercó con una sonrisa extraña en sus labios, sus ojos brillando con una intensidad inquietante. "No te preocupes, Mike. Esto es lo mejor para los dos. Lo entenderás pronto.."

Miguel Ángel luchó por apartarse, su voz elevándose en gritos de angustia. "¡No, déjame ir! ¡Esto no eres tú, Leo! ¡Algo está mal! ¡¿QUE ERES?!"

Los gritos de Miguel Ángel se mezclaron con el sonido de golpes desesperados provenientes de la puerta, mientras Donatello intentaba con todas sus fuerzas derribarla. "¡Leo, abre la puerta! ¡Deja que entre! ¡Algo está mal, hermano! ¡Deja a Mike salir!"

Mientras los gritos de Miguel Ángel llenaban la habitación, se percibía un aura de violencia y terror en el aire. "Tkhg, tkhg" se escuchaba detrás de la puerta cerrada, eran sonidos de huesos crujiendo con fuerza. Los sonidos de lucha y resistencia eran seguidos por un silencio ominoso, roto solo por el sonido sutil de algo pesado cayendo al suelo. Leonardo empezó a morder la parte de la cara de lo que antes era su hermano, ahora solo siendo un saco de huesos y carne sin vida. El no dormir, el hambre, el estrés y la culpa, todo lo había llevado a esto.

Donatello, afuera, sintió un escalofrío recorriendo su espalda al escuchar el cambio repentino en la dinámica de la habitación, y redobló sus esfuerzos para derribar la puerta y llegar a sus hermanos.

La tensión en la habitación alcanzó su punto máximo, y un silencio tenso cayó sobre la guarida cuando la puerta finalmente se abrió de par en par, revelando la escena desgarradora que se había desarrollado en el interior, Leonardo quien ahora se encontraba cubierto de sangre y organos al rededor, solo fijo la mirada en Donatellos, quien se había tapado la boca por el impacto provocado.

Con la habitación sumida en un silencio tenso, Leonardo se abrió paso hacia la puerta entreabierta, dejando un rastro de sangre en el suelo por donde pasaba. Donatello soltó un grito desgarrador de frustración y angustia. "¡Leo, detente! ¡No puedes huir de esto! ¡Enfrenta lo que has hecho!"

Leonardo no se detuvo, su expresión tensa y distante mientras continuaba corriendo, sus ojos fijos en el horizonte. Donatello, con una determinación furiosa, agarró un tranquilizante para osos de su laboratorio antes de seguir de cerca a su hermano mayor. La luz de la luna iluminaba débilmente el bosque nevado que se extendía frente a ellos, envolviéndolos en una oscuridad ominosa.

Mientras se adentraban más en la espesura del bosque, el viento gélido susurraba entre los árboles, creando una atmósfera lúgubre y opresiva a su alrededor. Donatello continuó gritando desesperadamente, su voz cargada de dolor y determinación. "¡No puedes seguir escapando, Leo! ¡Necesitamos resolver esto juntos! ¡Vuelve!"

Mientras continuaba persiguiendo a Leonardo en la gélida noche, Donatello sentía cómo el frío se aferraba a su garganta, congelándola con cada grito desesperado. Cada exhalación se transformaba en una nube blanca de vapor, y sus dientes castañeaban mientras luchaba por mantener el ritmo y el objetivo a la vista. "Maldito frío", pensó para sí mismo, su aliento escapando en un susurro helado. "¿Por qué tiene que ser siempre así? Si tan solo..."

Su pensamiento se interrumpió abruptamente cuando avistó a Leonardo a lo lejos, moviéndose como una sombra entre los árboles. Con un nudo en el estómago, se esforzó por apuntar con mano temblorosa el dardo del tranquilizante. "Vamos, Donnie, no te falles ahora", se regañó en silencio, su aliento saliendo en pequeños jirones de vapor antes de disparar el dardo.

Con un suspiro de alivio contenido, Donatello finalmente logró dar en el blanco con el cuarto intento, viendo cómo el dardo se hundía en el costado de Leonardo. Un gemido ahogado escapó de los labios de su hermano mayor mientras caía pesadamente al suelo, y Donatello se apresuró a arrastrarlo de regreso a la guarida a través del bosque nevado.

El laboratorio, iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las ventanas, parecía lleno de una quietud inquietante mientras Donatello llevaba a Leonardo a una habitación blanca estéril y lo encerraba en su interior. La soledad de la habitación contrastaba con el peso abrumador de la situación, y Donatello se quedó mirando fijamente a través del cristal, su expresión reflejando una mezcla de determinación y desesperación. Con un último vistazo a su hermano, dio media vuelta y salió de la habitación, dejando a Leonardo sumido en un silencio inquietante, mientras el frío de la noche se filtraba por las grietas de la guarida.

Leonardo's sleepless night / rottmntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora