Leonardo's sleepless night / rottmnt

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Capítulo 2: La Oscuridad que Consumía

Dos meses habían pasado desde aquella noche inquieta, y la situación en la guarida de las tortugas había empeorado notablemente. Leonardo, a pesar de su persistente insomnio y su estado de agotamiento constante, se veía igual que el primer día. Sin embargo, algo había cambiado drásticamente: su espíritu parecía haberse desvanecido, dejando paso a una oscuridad que consumía su ser.

Sus hermanos, cada uno preocupado a su manera, habían intentado hablar con él, ofrecerle su apoyo y comprensión, pero sus esfuerzos eran en vano. Leonardo se encerraba cada vez más en sí mismo, alejándose de todo y de todos, consumido por una tristeza que lo envolvía como una niebla densa y opresiva.

Las noches eran lo peor. Los gemidos y quejidos nocturnos de Leonardo resonaban por toda la guarida, manteniendo a sus hermanos despiertos, impotentes ante el sufrimiento de su hermano mayor. Donatello intentaba analizar posibles soluciones técnicas para ayudar a Leonardo a dormir, pero su mente agotada no encontraba respuestas. Rafael y Miguel Ángel, por su parte, se sentían cada vez más frustrados y desesperados al ver a Leonardo deteriorarse frente a sus ojos.

En un último intento por respetar su privacidad y su espacio, sus hermanos decidieron dejar a Leonardo a solas, dándole la distancia que aparentemente necesitaba. Sin embargo, con el paso de los días, se dieron cuenta de que su hermano mayor apenas salía de su refugio, no comía adecuadamente y solo se acercaba a la fuente de agua en raras ocasiones. Su estado físico se estaba deteriorando rápidamente, sus ojos perdían brillo y su caparazón mostraba signos de negligencia.

Era evidente para sus hermanos que Leonardo estaba luchando en una batalla interna que superaba su comprensión. El aire en la guarida se volvió más pesado, cargado con la impotencia de no poder ayudar a quien más amaban. Mientras la tristeza se cernía sobre la guarida como una sombra ominosa, las tortugas sabían que debían actuar rápidamente para rescatar a su hermano del abismo de oscuridad que lo consumía.

Después de días de observar impotentes la deterioración de Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel se reunieron en un rincón de la guarida, preocupados y ansiosos por encontrar una solución para ayudar a su hermano mayor. Donatello rompió el silencio, su expresión seria reflejando la gravedad de la situación. "No podemos seguir así. Nardo está empeorando día a día y no podemos quedarnos de brazos cruzados."

Rafael asintió con solemnidad, frotándose las sienes con frustración. "No hemos encontrado la manera de acercarnos a él. Parece que se ha encerrado por completo en su propio mundo..."

Miguel Ángel, con los ojos enrojecidos por la falta de sueño y la preocupación constante, agregó con un suspiro: "He intentado hablar con él, pero siempre me rechaza. No sé qué más podemos hacer... Aunque ya hace días no lo intento."

Donatello se puso de pie, su determinación palpable en su voz. "Voy a intentar investigar más sobre lo que podría estar pasando con él. Tal vez haya algo que podamos hacer para ayudarlo a salir de este estado."

Rafael asintió con agradecimiento, reconociendo la habilidad de Donatello para analizar y resolver problemas. "Hazlo, Donnie. Necesitamos cualquier pista que podamos encontrar."

Miguel Ángel se acercó y puso una mano reconfortante en el hombro de Donatello. "Haz lo que puedas, hermano. Confiamos en ti."

Donatello les dirigió una mirada determinada, antes de alejarse en busca de respuestas. Rafael y Miguel Ángel se quedaron en la guarida, con el peso de la preocupación y la incertidumbre aplastándolos. "Espero que Donnie encuentre algo pronto. No podemos permitir que Leo siga así", susurró Rafael, su voz llena de angustia.

Miguel Ángel asintió en silencio, mirando hacia el lugar donde Leonardo se había encerrado. "Lo sé, Rafa. No podemos rendirnos. No mientras haya una oportunidad de traer de vuelta a nuestro hermano..."